Jaime Septién: “El principal reto del periodismo católico es la profesionalización”

  • En entrevista para Vida Nueva, el director de “El Observador” revela tres claves para lograr publicaciones católicas exitosas
  • “No se trata de repetir el mensaje mil veces, sino de integrarlo al modo de producción de los mensajes en el mundo actual; es decir, volver la fe una cultura”, asegura

Jaime Septién Crespo es sin duda uno de los periodistas católicos más completos del México actual: articulista, conferencista, escritor y conductor de televisión, entre otras facetas que han hecho de él una referencia en el mundo del periodismo católico.

Actualmente Jaime Septién –sobrino del ilustre periodista queretano Carlos Septién García– está casado con Maité Urquiza Guzzy, con quien dirige en la Diócesis de Querétaro “El Observador”, un semanario que está por cumplir 23 años y que destaca en el universo de las publicaciones religiosas por su calidad y profesionalismo, así como por las plumas que en él escriben.

Pero, ¿qué ha hecho que “El Observador” sea considerado una de las publicaciones católicas más importantes de México?, ¿cuál el principal reto del periodismo católico en el país?, ¿es posible en este momento una publicación que englobe a todas las diócesis? A estas y otras preguntas responde Jaime Septién en entrevista para Vida Nueva.

Periodismo y catolicismo

Licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana de México y con Estudios de postgrado en la Universidad Complutense en Madrid, en enero pasado Jaime Septién se lanzó a la aventura de elaborar un primer estudio del periodismo católico en México, mismo que busca ser la base de un informe anual al servicio de la Iglesia católica.

El objetivo –explicaba en su momento– “es que esta radiografía sea un anuncio a los propios periodistas y medios católicos de la capacidad y cobertura que se tiene a lo largo y ancho de toda la nación, pero también un recordatorio del legado de grandes mexicanos que nunca dudaron de su fe ni de su vocación de hacer de la pluma un arma cargada de esperanza”.

La investigación realizada por el equipo de “El Observador”, titulada “Panorama mexicano del periodismo católico”, explica en primer lugar que, de las 93 Iglesias particulares en que se divide la Iglesia en el país (70 diócesis, 18 arquidiócesis y 5 prelaturas), sólo el 23 por ciento no cuenta aún con una publicación periódica; entre estas Iglesias hay tres arquidiócesis: Durango, Antequera-Oaxaca y Yucatán.

Señala que del universo de publicaciones católicas, es decir 72, la más antigua es “Sembrando”, de la Diócesis de Zacatecas, con medio siglo de vida, y cuya edición es mensual. Cabe anotar que por lo menos 15 periódicos diocesanos tienen más de 20 años de existencia.

Las diócesis que más periódicos imprimen están en el orden de los 18 mil a 20 mil ejemplares semanales, como las arquidiócesis de Guadalajara y Hermosillo, mientras que hay Iglesias como Chalco o Texcoco que tiran en promedio mil 750 ejemplares, de forma catorcenal. 

En resumen, de acuerdo con la investigación, el número de ejemplares que se logra mensualmente en el país –sin considerar el tiraje del semanario “Desde la fe”, de la Arquidiócesis de México, que es de 655 mil ejemplares semanales, en virtud de un acuerdo de colaboración con la Organización Editorial Mexicana– es de 740 mil doscientos periódicos católicos. “Considerando que el país cuenta con aproximadamente 125 millones de mexicanos, aún hay mucho por hacer”.

Tres claves para el éxito

Jaime Septién ve detrás de estas cifras sin duda un enorme esfuerzo por parte de las diócesis, no siempre bien considerado por la comunidad católica. Para él, “cada medio encierra una heroicidad a menudo callada de quienes lo producen, de tal manera que pocos saben el trabajo que cuesta realizar un medio impreso en sociedades donde la lectura es cada día más escasa”.

Tras reconocer que en unos cuantos años las diócesis han dado grandes pasos en cuanto a las publicaciones impresas, le queda claro que ahora el principal reto para el periodismo católico en México es la profesionalización de la información; es decir, “pasar de la buena voluntad a ganarse su lugar, aunque sea modesto, entre los lectores (católicos o no católicos) por el interés y lo bien escrito de su información, de las opiniones, los reportajes o las entrevistas que incluyen en sus ediciones”.

Según el estudio, los periódicos diocesanos tienen como uno de sus principales objetivos informar, sacrificando incluso la formación de los fieles. Al respecto, Jaime Septién señala que esto se debe a la forma en como se ha entendido evangelizar.  “Pero san Juan Pablo II nos dio una pauta a seguir: no se trata de repetir el mensaje mil veces, sino de integrarlo al modo de producción de los mensajes en el mundo actual; es decir, volver la fe una cultura, un modo de ser; o, si se quiere, un modo de ver al mundo”.

En este sentido, señaló que para hacer un periódico diocesano exitoso hay tres claves: introducir géneros periodísticos (especialmente el periodismo de investigación); cuidar la redacción al máximo y tener una actitud crítica, incluso al interior de la Iglesia católica. “Sólo así haremos de nuestra fe una cultura”, agregó. 

PREGUNTA: ¿Ve posible una publicación católica a nivel nacional; es decir, que englobe todas las diócesis?

RESPUESTA: Yo creo que cada diócesis debe tener su singularidad, puesto que tiene sus propias preocupaciones. Y los medios diocesanos tienen que prevalecer sobre cualquier intento de hacerlo uno solo. Lo que sí se puede es apoyar su esfuerzo; apoyarlo periodísticamente hablando para que los fieles se habitúen a ver al mundo con anteojos católicos.

Sobre la falta de financiamiento como común denominador de las publicaciones católicas, Septién consideró que hoy más que nunca se deben compartir, cristianamente, los bienes periodísticos; es decir, hacer llegar contenidos a quienes carecen de fuentes económicas para elaborarlos, por lo que adelantó que en junio próximo “El Observador” dará a conocer un proyecto para tratar de enfrentar este problema, “porque de un problema se trata”.

PREGUNTA: Finalmente, ¿cuál es la mayor satisfacción que le ha dejado toda una vida dedicada al periodismo católico?

RESPUESTA: La de haber escogido la más bella y la más desafiante de las ramas del periodismo. He estado en todas, y no cambio el periodismo católico por ninguna otra.

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