Omella: “La parroquia no es una estructura caduca”

  • El cardenal de Barcelona pide que en ellas se hable del mundo de hoy, “no del de los años 60”
  • Junto con el cardenal Osoro, inauguró en la Universidad San Dámaso las jornadas ‘Parroquia misionera’

“Yo soy un enamorado de la parroquia”. Esa fue la confesión de un cardenal que solo quería ser cura de pueblo y que, cuando apareció en su vida el primer nombramiento que lo alejó de la parroquia aragonesa en donde estaba –Calanda–, sintió que “me desgarraron el corazón”.

Así lo confesó Juan Jose Omella ante el más de un centenar de sacerdotes madrileños que, en la mañana del lunes 5 de febrero, abarrotaron el Aula Pablo Domínguez, en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, para asistir a la ponencia inaugural de las jornadas de actualización para el clero desarrolladas bajo el título de ‘Parroquia misionera’.

Con una intervención salpicada de anécdotas que en más de una ocasión provocaron la risa de los asistentes, el arzobispo de Barcelona reivindicó la importancia pastoral de la parroquia en línea con la Evangelii gaudium de Francisco, y, en consonancia con el Papa, afirmó que “la parroquia no es una estructura caduca, aunque haya falsos profetas por ahí que digan que ya está superada”.

“La misión de la parroquia es acoger”

Lo que sí reivindicó Omella fue una parroquia “que no se convierta en una prolija estructura que separa a la gente y que se conforma para un grupo de selectos”. En su opinión, “la misión de la parroquia es acoger, escuchar desde la vida a la gente y participar en la misión de la Iglesia. La parroquia no existe más que para evangelizar, no existe para ponerse medallas ni para buscar éxitos”.

Asimismo, la parroquia, en el ideario de quien ejerció durante dos décadas como cura de pueblo, “tiene que estar marcada por la alegría, como nos pide el Papa, y esta es la gran novedad: la parroquia no está para transmitir tristeza, sino para anunciar a Jesucristo, y para anunciarlo desde las circunstancias concretas de nuestro mundo, no las de los años 60″.

Para ello, Omella demandó “no encerrarnos en nosotros mismos, en la parroquia, sino hacernos presentes en la sociedad como testigos de Jesucristo; aclarar bien a la gente que el designio de Dios no es solo el Reino de los cielos, sino la consecución en la tierra también de una sociedad más humana para todos; dar cada vez más la palabra a los laicos y superar el infantilismo para no crear laicos clericalizados, sino comprometidos en el mundo de hoy; hacer de la compasión la principal línea de actuación; y que las parroquias se abran a todos”.

No a las ‘parroquias pecera’

En este sentido, el arzobispo de Barcelona recordó que “la parroquia es de todos”, por lo que invitó a formar “un consejo pastoral entre todos y donde nos escuchemos los unos a los otros y ensanchemos el corazón con los distintos carismas, en vez de ir a la parroquia pecera, donde se va a pescar para el carisma propio. No sé si mi explico. Tenemos que ensanchar el corazón, porque la parroquia es el lugar de la familia, la casa, donde todos los carismas se reúnen”.

Finalmente, Omella, que pidió “no perder el dinamismo misionero ad gentes“, invitó a los sacerdotes y agentes de pastoral “a no perder la paciencia”. “Hay que ser realistas. No todo el grano que se siembra acaba dando fruto. Pero para ser apóstol, hay que ser paciente, y no lo somos. Hay que tener una gran confianza, pues el Reino de Dios se construye lentamente. Llevamos 2.000 años, que han dado para mucho, pero aún queda mucho por hacer”, señaló con una sonrisa, que quiso ser de esperanza

“Los docentes no somos un cuerpo elitista”

La sesión inaugural de unas jornadas que se prolongan hasta el jueves 8 de febrero contó también con la participación del cardenal de Madrid y gran canciller de San Dámaso, Carlos Osoro, quien, además de mostrar una gran sintonía y afecto con Omella, reivindicó por su parte “una parroquia que se pone en camino y que provoca el encuentro con personas que a veces están lejos de Jesús, pero que hace que ese encuentro sea siempre curativo”.

El cardenal Osoro, con el cardenal Omella y el rector de la Universidad San Dámaso, Javier Prades

También tomaron la palabra Javier Prades, el rector del centro eclesiástico, y Gerardo del Pozo, decano de su facultad de Teología, quien subrayó que la celebración de estas jornadas coincide con uno de los objetivos de la reciente constitución apostólica Veritatis gaudium “en el intento de superar el divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida, como decía el Concilio”.

“Sale así a la luz lo que constituye la razón de ser de la facultad dentro de la vida de la Iglesia: la de participar en su misión”, añadió Del Pozo, quien aseguró que “los que impartimos docencia no formamos parte de un cuerpo elitista”, por lo que pidió “no ver a la facultad como un centro especializado para la creación de funcionarios eclesiásticos“.

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