El Papa denuncia la “dramática persecución” y “diáspora inquietante” de cristianos en Oriente

  • Francisco celebrado una misa en el centenario de la Congregación de Iglesias orientales
  • “Hay que rezar con el coraje de saber que si llamamos a Dios, nos responderá”, ha alentado

papa Francisco preside misa centenario la Congregación de Iglesias orientales 12 octubre 2017

En la mañana de hoy jueves 12 de octubre, el papa Francisco ha presidido en Roma, en la Basílica de Santa María la Mayor, la misa que celebra el primer centenario de la Congregación de las Iglesias Orientales y el Pontificio Instituto Oriental, que es el órgano responsable de estar en contacto con las distintas Iglesias católicas de Oriente para su correcto desarrollo y su protección a nivel internacional. La congregación fue creada con este fin hace 100 años bajo el pontificado de Benedicto XV.

Francisco ha recordado en su homilía que en aquella época el mundo sufría aún la desgracia de la Primera Guerra Mundial, que pronto sería seguida por la Segunda, pero ha querido comparar aquella turbia época con la actual.

“Hoy –ha dicho el Papa al principio de la homilía– también vivimos una guerra mundial, aunque de otro tipo”, refiriéndose a las sangrientas persecuciones que sufren multitud de cristianos en Oriente. “Vivimos otra guerra mundial, aunque a pedazos. Y vemos a muchos de nuestros hermanos y hermanas cristianos en las Iglesias orientales experimentar una dramática persecución y una diáspora cada vez más inquietante”.

Coraje para llamar a Dios

Siguiendo con la homilía, Francisco proseguí: “Esto nos hace preguntarnos: ¿por qué?. Con mucha frecuencia preguntamos a Dios por qué sufrimos, es normal, incluso la Virgen María en su viaje se preguntaba ¿por qué? Pero en su corazón, meditando el Amor de Dios, relucían la fe y la esperanza”, ha recordado el Papa.

Por tanto, es normal que nos preguntemos por las causas de nuestro sufrimiento, y “hay una forma de conocer el pensamiento de Dios, la oración, Jesús mismo dijo todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta”. Pero esta oración no es una oración cualquiera, debe ser una oración valiente, acompañada por el “coraje de la fe, coraje para llamar a la puerta del Señor, coraje para saber que si llamamos, nos responderá”.

“¿Pero qué responderá el Señor cuando le llamamos? Le llamamos para pedirle su Gracia, pero Él nos da más: nos entrega al Espíritu Santo” continuaba Francisco. No hay regalo más grande para los hombres, por eso hay que ser valientes y pedírselo.

“¡Aprendamos a llamar valientemente al Corazón de Dios!”, ha concluido Bergoglio su homilía ante la Congregación.

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