El Papa advierte contra la tentación en la Iglesia de buscar “una unidad sin libertad”

  • En la misa de Pentecostés, Francisco invita a “desterrar las murmuraciones que siembran cizaña y las envidias que envenenan”
  • En el Regina Coeli, Bergoglio recordó a las víctimas y familiares del atentado de Londres y pidió que “el Espíritu acabe con la plaga de la guerra y el terrorismo”

El papa Francisco ha presidido este domingo 4 de junio, en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, la misa de la solemnidad de Pentecostés, con la que finaliza el tiempo de Pascua. El protagonista de las lecturas de la eucaristía ha sido el Espíritu Santo, que “hace que los discípulos sean un pueblo nuevo” y “crea en los discípulos un corazón nuevo”, ha señalado el Pontífice.

Recordando el acontecimiento que viven los apóstoles en Pentecostés, para el Papa es “el mismo Espíritu” quien “crea la diversidad y la unidad, y, de esta manera, plasma un pueblo nuevo, variado y unido: la Iglesia universal”, señaló. Una “unidad verdadera, aquella según Dios, que no es uniformidad, sino unidad en la diferencia”, advirtió a continuación Bergoglio.

Tentaciones contra la unidad

Frente a la unidad a la que está llamada la Iglesia, surgen “dos tentaciones frecuentes” que ha denunciado Francisco: “buscar la diversidad sin unidad” y “buscar la unidad sin diversidad”, es decir “una unidad sin libertad”.

La primera de las tentaciones sucede “cuando buscamos destacarnos, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes (…) Entonces se escoge la parte, no el todo, el pertenecer a esto o a aquello antes que a la Iglesia; nos convertimos en unos ‘seguidores’ partidistas en lugar de hermanos y hermanas en el mismo Espíritu; cristianos de ‘derechas o de izquierdas’ antes que de Jesús; guardianes inflexibles del pasado o vanguardistas del futuro antes que hijos humildes y agradecidos de la Iglesia”.

La unidad de la Iglesia, ha sentenciado el Papa, es “la unidad del Espíritu Santo”, que implica “una mirada que abraza y ama, más allá de las preferencias personales, a su Iglesia, nuestra Iglesia; de trabajar por la unidad entre todos, de desterrar las murmuraciones que siembran cizaña y las envidias que envenenan, porque ser hombres y mujeres de la Iglesia significa ser hombres y mujeres de comunión; significa también pedir un corazón que sienta la Iglesia, madre nuestra y casa nuestra: la casa acogedora y abierta, en la que se comparte la alegría multiforme del Espíritu Santo”.

El perdón, el “cemento” que une la Iglesia

A partir del evangelio de la misa, Francisco se ha referido, además, al “Espíritu de perdón”. El perdón “es el don por excelencia, es el amor más grande, el que mantiene unidos a pesar de todo, que evita el colapso, que refuerza y fortalece. El perdón libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se construye la Iglesia”, ha subrayado el Papa. A la vez, ha señalado que este es el comienzo de la Iglesia, el aglutinante que nos mantiene unidos, el cemento que une los ladrillos de la casa”.

Por eso, Francisco ha pedido a los presentes que, “renovándonos con el perdón y corrigiéndonos, hagamos que el rostro de nuestra Madre la Iglesia sea cada vez más hermoso: solo entonces podremos corregir a los demás en la caridad”.

Una oración por Londres

Al final de la celebración, el Papa ha rezado por última vez el Regina Coeli, ya que al acabar el tiempo pascual se retoma la clásica oración del Ángelus. Francisco ha tenido un recuerdo especial para las “víctimas y familiares” que han sufrido un atentado esta noche en la capital británica, “civiles inocentes” que fueron arrolladas por una furgoneta en el Puente de Londres y otras apuñaladas en un popular mercado cercano, y que costó la vida al menos a siete personas y heridas a otra cincuentena. Ante estas situaciones, Bergoglio ha deseado que “el Espíritu traiga la paz al mundo entero, acabe con la plaga de la guerra y del terrorismo”.

También el Papa ha anunciado la publicación de mensaje para la Jornada Misionera Mundial, que se celebra el próximo 22 de octubre con el tema: “La misión en el corazón de la fe cristiana”.

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