Tribuna

Ya es venerable Santiago Masarnau, fundador de la Sociedad de San Vicente de Paúl en España

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El papa Francisco autorizó el jueves 21 de enero la promulgación del decreto que reconoce las virtudes heroicas de Santiago Masarnau Fernández, músico español y fundador y primer presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en España.



El Siervo de Dios Santiago Masarnau Fernández nació el 10 de diciembre de 1805 en Madrid, España, en el seno de una familia profundamente cristiana. El padre, gentilhombre de la Casa Real, era natural de Copons (Barcelona) y su madre era natural de Omoño (Cantabria).

Desde niño dio muestras de una notable disposición para la composición y ejecución musical. Santiago continuó su formación en el colegio Doña María de Aragón, gestionado por los Agustinos. Entre 1820 y 1822 realizó estudios de matemáticas en los Reales Estudios de San Isidro con la intención de ser ingeniero.

En esa época hubo en España un importante movimiento liberal contra el absolutismo de Fernando VII. El padre de Santiago perdió la confianza del Rey que le privó del título de Gentilhombre de la Real Casa y lo destituyó de su cargo, y también a Santiago, que lo había recibido en reconocimiento de sus dotes musicales. Para huir de la inestabilidad y la represión en España, Santiago se trasladó en 1825 a París para completar su formación musical.

Vida en París

En París dio comienzo a un período de vital importancia en su trayectoria, caracterizado por la bohemia. En esa época también se trasladó con frecuencia a Londres y a otras ciudades europeas. En esos periplos, Santiago entró en contacto con el Romanticismo, el movimiento artístico imperante en Europa en la época, relacionándose con Chopin, Rossini, Gomis…

Ante las dificultades económicas que atravesaba, empezó a organizar conciertos abiertos al público. Al enterarse de su estilo de vida, su padre escribió a Santiago para convencerlo de que se desvinculara de los ambientes bohemios y frívolos de París, donde realizaba sus conciertos, y volviera a un estilo de vida cristiano.

Santiago, sin embargo, estaba alcanzando un gran éxito profesional, artístico y efectivo, por lo que las recomendaciones de su padre no le hacían ningún efecto. Su vida espiritual se limitaba a cumplir con las obligaciones religiosas y nada más.

Crisis personal

Todo cambió en 1838. En ese año, Santiago experimentó una grave crisis personal, se dio cuenta de su vacío interior. Entonces se acercó a la iglesia de Nuestra Señora de Loreto de la capital francesa. Allí se confesó y comulgó.

A partir de entonces, empezó a recorrer un nuevo camino de renovación religiosa. En 1839 se incorporó a las Conferencias de San Vicente de Paúl, fundadas pocos años antes por el hoy Beato Federico Ozanam y otros jóvenes universitarios. Desde ese momento, comenzó a manifestar una absoluta confianza en la Divina Providencia y un auténtico amor por los pobres.

Adecuó su estilo de vida para dar una respuesta apropiada a sus nuevos compromisos. Empezó a cultivar una intensa vida espiritual: oración diaria, asistencia diaria a la Misa, lectura diaria de la Biblia y devoción a la Virgen.

Un testimonio para otros

Pronto su nuevo estilo de vida se convirtió en un testimonio para otras personas, que vieron en Santiago un llamado a su conversión personal o a la vida religiosa. El caso más documentado es la conversión de Donoso Cortés. En 1843 se produjo su regreso a España como subdirector y profesor de música en el colegio fundado por su hermano en la calle Alcalá de la capital de España.

Con humildad, inició su misión como vicenciano en hospitales, hospicios y en otras instituciones sociales donde visitaba a enfermos y ayudaba en lo que fuera necesario, además de dar clases gratuitas de música como modo de rehabilitación y promoción humana.

En 1849, junto con dos profesores del colegio, Vicente de la Fuentes y Anselmo Ouradou, fundó la primera Conferencia de San Vicente de Paúl en España. Poco tiempo después se les unió Pedro Madrazo. El Venerable Siervo de Dios se involucró en la Sociedad también para ofrecer una formación sólida a sus miembros, a la que siempre dio gran importancia.

Trabajo en la clandestinidad

Les transmitía que el fin último de la Institución era la santificación de los participantes y la realización de obras de caridad. Sin embargo, la estabilidad política en España daría un nuevo golpe a los proyectos de Santiago Masarnau.

En 1868, el gobierno revolucionario impuesto en España tras la derogación de la monarquía suspendió la Sociedad de San Vicente de Paúl dentro de su política anticlerical. Pero eso no supuso el fin de la labor de Santiago y de sus compañeros. Continuaron con sus obras, incluso las intensificaron, en privado, en la clandestinidad.

Tras la restauración monárquica, la Sociedad se restableció de forma legal y se le restituyeron los bienes incautados. Santiago Masarnau reorganizó la Sociedad y la hizo renacer. El 1 de junio de 1882 presentó su dimisión.

Santiago Masarnau, fundador y primer presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en España

Falleció pocos meses después en Madrid, el 14 de diciembre de 1882. Concepción Arenal en una sentida nota necrológica los califica de “artista, sabio y santo”. Como recuerda la Congregación para las Causas de los Santos, la fe de Santiago Masarnau “es claramente una fe cristocéntrica vivida por medio de la práctica de los sacramentos y la meditación de la Palabra de Dios, que recomendaba también a los miembros de la sociedad”.

Mostraba también “un profundo amor por la Virgen María, San José, San Vicente de Paúl”, y permaneció siempre fiel al Papa. “La caridad fue en la vida del Siervo de Dios la columna vertebral que traducía su fe en lo concreto”.

En Santiago Masarnau “la caridad asume formas diferentes y eficaces: visita a los enfermos y a los pobres a cuyo encuentro acudía; la escucha a quien tenía necesidad de expresarse y sus necesidades, la distribución de consejos y posesiones. Conocía a los pobres y los llamaba por su nombre”.

Además de la fe y la caridad, “el Siervo de Dios Santiago Masarnau cultivó la virtud de la esperanza, que lo llevó a confiar en la Providencia y en la misericordia de Dios y, al mismo tiempo, le dio la fuerza para infundirla en los demás”. El proceso de Canonización en su fase diocesana se celebró en Madrid entre 1999 y 2000.