Tribuna

Variedad de navidades… y no todo es Navidad

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Desde el comienzo de diciembre, el ambiente pretende envolvernos en un clima festivo. Las “felices fiestas” nos aguardan. Y la feliz Navidad. Las doce uvas de la última noche del año viejo pueden servirnos de referente para las “doce navidades” que se entremezclan para entretenernos y/o mantenernos la existencia.

En el solsticio de invierno, desde los primeros siglos después de Jesucristo, los cristianos empezaron a celebrar su Natividad, su nacimiento. Y lo seguimos haciendo en la sociedad actual que añade otras muchas cosas.

Por ello, es fácil que la memoria creyente de Jesús, y su consiguiente influencia para mejorar el mundo, pase al último lugar hasta en los mismos cristianos. Cada persona, familia, comunidad cristiana, habrá de estar alerta para seleccionar sus opciones festivas y dejar en buen lugar la Vida de Cristo y la vida cristiana, abiertas a la fe de todos.

  1. Navidad casera

Los adornos típicos navideños van cambiando la fisonomía del hogar, el árbol natural o artificial, sus colgantes, las bombillas, el papá Noel en el balcón, o el tapiz con el Niño Jesús. Los dulces caseros, de los supermercados, o de los conventos de monjas, las bebidas, preparar las comidas especiales con las recetas de las abuelas…

También hay muchas familias que empiezan a montar el Belén, con cajas y cartones, desembalando las figuras, diseñando dónde va a ir la montaña, la nieve, el río y el puente, la fuente, los pastores, las ovejas, otros animalillos y la cueva con el Misterio.

La zambomba, las castañuelas y toda clase de instrumentos son buenos para crear bullicio y alegría. El hogar se prepara para saber a más hogar…Llega la Navidad… Las fiestas de fin de año… Los adelantados anuncios de la televisión ya avisan con tiempo de sobra que es hora de los preparativos… que llega la Nochebuena y la noche vieja.

  1. Navidad familiar

Es la más entrañable y la de más nostalgias de otros tiempos, de los familiares ausentes, o ya fallecidos. Reencontrarse, comer juntos, volver al hogar los que están fuera por razones de trabajo, estudio, etc. Desplazarse los hijos y los nietos para pasar algunos días con los padres, con los abuelos, visitar a los parientes y amigos más íntimos… O, al menos, hablar con ellos por teléfono, ponerles un whatsapp, enviarles christmas.

Volver a saborear las propias raíces, recordar otros tiempos y costumbres perdidas que se añoran. Irse a pasar estos días al propio pueblo o aldea, encender la lumbre bajo la chimenea, recordar los viejos cuentos, visitar a los jubilados que quedan… Ir a la Misa del gallo -si hay cura para celebrarla-, cantar los villancicos de toda la vida, beber el aguardiente, tomar el aguinaldo…

¡Que no se pierdan las tradiciones con tanto modernismo y tanta tele…! Se dice.

  1. Navidad belenita

No solo el belén familiar. También los belenes en las iglesias y en los colegios religiosos. En los públicos, si “no hieren la sensibilidad” del claustro de profesores y de la asociación de padres de alumnos.

Al fin y al cabo se pueden entender como cultura popular y se montan en los ayuntamientos, asociaciones de vecinos, hospitales públicos, comercios, escaparates, hoteles. Se hacen hasta belenes de chocolate. Y hay concursos municipales con sus respectivos premios en metálico…

Se organizan visitas a belenes, donde se invita a dar algo para una obra benéfica… Una Navidad sin belenes no parece Navidad. Y a los niños pequeños les encanta ver como se hace la noche llena de estrellas, ver las figuras de los reyes magos, los pastorcillos, el palacio de Herodes, la cuna del Niño Jesús… que puede sonreír y llorar, pero aún no hablar. Cuando hable de grande, ya oiremos… y veremos qué hacer…

  1. Navidad costumbrista

La costumbre de toda la vida es cantar villancicos con las letras consabidas o inventando otras, con instrumentos más o menos rústicos, pues todos le pegan a la sencilla pobreza del “Niño de Belén”.

Más los clásicos polifónicos en los conciertos de Navidad que tantos coros dan en iglesias. Incluso “el Mesías” de Händel en algunos auditorios. En la sociedad de consumo, parecen obligadas las comidas extra de familiares, de amigos, de empresa… en restaurantes a la medida del bolsillo. Se juntan varios motivos: fiestas de Navidad, fin de año, año nuevo. Cestas de Navidad que se rifan, se regalan, o se intercambian. Ir al cine a ver películas de estreno padres e hijos juntos.

Y la práctica generalizada de “la elegancia social del regalo” en Navidad, año nuevo, fiesta de Reyes, junto con los estrenos de los respectivos trajes. La costumbre es ley. Y si se deja alguna, se echa en falta y merma la fiesta.

  1. Navidad comercial

La que se lleva la palma, la más llamativa, la que sale más cara. El primer negocio, y del Estado, es la lotería: la de Navidad antes de empezar, y la del Niño para terminar. A más estragos hace la crisis, más gasto en loterías.

Los alumbrados extra -más abundantes en las calles céntricas y mínimos en las periféricas-, y en los escaparates; el bombardeo de anuncios en las teles, radios, prensa, vallas publicitarias…, las pagas extra que doblan el poder adquisitivo de muchas familias (en contraste hiriente con las que no cobran ni la ordinaria)… todo junto y revuelto sube la fiebre de las compras.

Dulces, licores, carnes y pescados especiales… Perfumes, vestidos, calzados, complementos, aparatos electrónicos última generación, regalos… Hasta en las cabalgatas de reyes se multiplican las carrozas de marcas comerciales. Para cerrar las cuentas bien a fin de año, hacer caja bien repleta no viene mal para resarcirse de los meses en que se notan más la perdurable crisis.

  1. Navidad televisiva

Es la que más toma la delantera con los anuncios de la lotería ya en junio y los otros en noviembre. Todas las cadenas preparan con tiempo sus programas especiales para Nochebuena y Nochevieja. En la acumulación de anuncios, destacan el último del año antes de las 12 campanadas y el primero del año nuevo. Las películas para chicos y grandes.

La transmisión en directo del sorteo de la lotería el 22 de diciembre con la cantinela infantil de números y premios y la ansiedad de que salga el gordo. El mensaje del rey, a las nueve de la Nochebuena. Y el de los presidentes autonómicos en la Nochevieja. Acabando con las transmisiones de las cabalgatas de reyes. Sin faltar la Misa del gallo del Papa y su bendición el día de Navidad en algunas emisoras.

Más que sonar las campanas de Belén, es la tele la que suena en cada hogar convocando a las “felices fiestas”. No hay ni que salir de casa. Las fiestas entran en ella como lo más natural… y de manera tan artificial.

  1. Navidad vacacional

Vacaciones escolares toda la temporada, desde antes de Nochebuena hasta después de reyes. Luego, según gustos y dinero disponible, a escoger: montaña o playa, casa rurales u hoteles, esquiar o senderismo. Turismo interior o internacional, en coche, autobús, avión, crucero…

Ya se encargan las agencias de viaje de anunciar todo tipo de viajes para las vacaciones navideñas, con meses de antelación, a precios asequibles según clases y niveles de renta. Tráfico previene y advierte de los riesgos de accidentes en los millones de desplazamientos por carretera, muchos por deberes familiares, otros muchos por el placer de viajar.

La movilidad está al alcance de todos, incluso de los de renta baja, en autobuses y trenes. Si por razones de turno de trabajo no se puede para Nochebuena, pues para Nochevieja. Es un signo de los tiempos, aunque solo en una parte pequeña del planeta, de lo que se resiente la mayor parte.

  1. Navidad divertida

Es esencial a toda fiesta su dosis de esparcimiento, entretenimiento, diversión. Despeja del agobio del sinvivir diario. Y se dosifica según edades y gustos, para niños, adolescentes, jóvenes, adultos, mayores, ancianos. Cada generación dispone de sus “juguetes” respectivos, incluidos los electrónicos y más sofisticados de última generación.

Y locales adaptados: bares, salas de fiesta, discotecas, calles y plazas. Con sus aditivos variados, tales como licores sin, o con alcohol hasta en sus grados más superlativos y otras sustancias de sobra conocidas, más o menos caras, toleradas, permitidas, prohibidas, promovidas. Sin echar cálculos de riesgos propios y ajenos, de enfermedades y de vidas.

Los placeres corporales, desde los más íntimos hasta los más exhibidos, todos tienen su momento, sin más quebraderos de conciencia. No hay límites, aunque se establezcan limitaciones por los padres y autoridades. Y caigan algunas sanciones.

  1. Navidad solidaria

Es una nota característica de las fiestas de Navidad: acordarse de los pobres y ayudarles algo. Colegios religiosos organizan la “operación kilo”: que cada niño traiga un paquete de azúcar, de arroz… para las familias pobres. Las Cáritas parroquiales también aconsejan que los asistentes a Misa depositen en un lado del templo alimentos para las “bolsas de navidad”. Se organizan rifas benéficas, tómbolas…

Las ONG se movilizan para sacar algún dinero: lo esperan los proyectos de desarrollo pendientes en las naciones más empobrecidas. Las congregaciones religiosas misioneras facilitan los impresos de giros postales esperando conmover los buenos sentimientos de parientes, amigos y conocidos para su misión evangelizadora y múltiples obras educativas y sociales en sus territorios de misión.

Muchas asociaciones benéficas ofrecen calendarios del año nuevo, de mano o de pared, pidiendo la voluntad. La gente es buena y siempre ayuda algo.

  1. Navidad litúrgica-sacramental

Las Comunidades Cristianas de toda la Iglesia en el mundo entero nos reunimos todos los domingos del año para celebrar gozosamente la Eucaristía, la Acción de Gracias a Dios, por el don de su Hijo Jesús al mundo.

Y con más alegría, celebramos litúrgicamente su Nacimiento -Natividad- el 25 de diciembre; la octava, 1 enero; la Epifanía -su luz para todos-, 6 de enero.

Durante los cuatro domingos de Adviento -venida-, vamos preparando el espíritu y avivando la esperanza en la Promesa de salvación de Dios. Si se preparan las casas materiales para la fiesta, mejor tenemos que preparar nuestras personas con la conversión al Señor acogiendo su perdón.

Recibir el Cuerpo de Cristo, entrando en comunión con Él de todo corazón, nos colma de paz y de ánimo para seguir su conducta todos los días y años de vida en la tierra hasta la felicidad eterna de su gloria. Jesucristo, su nueva presencia entre nosotros, es el feliz motivo de la Fiesta en la Familia cristiana, que deseamos compartir cristianamente con todos.

  1. Navidad evangélica

Toda la vida de Jesús hasta su muerte y resurrección por todos es Evangelio, Buena Noticia del Amor de Dios para todos los pobres y pecadores. San Pedro predicaba de Jesús. Pasó haciendo el bien porque Dios estaba con Él. Quienes nos reconocemos cristianos le creemos Dios con nosotros.

Y experimentamos que su Espíritu de Amor vive en nuestro espíritu para que podamos amarnos como Jesús nos amó y enseñó. Y capacitarnos para servirnos unos a otros gratuitamente, como hermanos queridos.

Cuando así nos comportamos, nuestra vida es cristiana, es evangélica, buena noticia para los prójimos. Pues practicamos con los demás la misericordia que el Señor ha tenido con nosotros. Y somos buenos del todo, justos, honrados, sinceros, cabales. Compartimos el pan nuestro de cada día como hijos del mismo Padre. Más que dar limosna de lo que sobra, compartimos el pan y la paz fraternalmente. Por ejemplo, en Navidad, la paga extra con quienes no reciben ninguna. No “cumplimos”. Nos hermanamos con los pobres de corazón y con obras.

  1. Navidad misionera, evangelizadora

Si vivimos, convivimos y compartimos cristianamente, nuestra vida dará a conocer, creer y amar a Cristo más que los belenes de Navidad y las tallas de los Nazarenos en Semana Santa. Y nuestra palabra sobre Jesucristo será creíble.

Lo presentaremos a quienes lo desconocen sin desfigurarlo, como Evangelio, Noticia de Bien, de provecho para hacer felices sus vidas en la tierra y para siempre en el cielo: Nuestra vida lo testimonia por delante.

Es responsabilidad de toda la Iglesia, de cada comunidad cristiana y de cada persona cristiana, ser en cada momento “discípulos misioneros” de Jesucristo, como nos pide el papa Francisco. En Navidad tenemos muchas oportunidades de serlo: Ejercer la misión entre familiares, amigos, conocidos y desconocidos, de presentarles bien a Jesús y su oferta gratuita de vida nueva y feliz al estilo suyo, valioso para ser universalizable, destinado a todos Nos los agradecerán siempre quienes, gracias a nosotros, con la gracia de Dios, puedan encontrarse con la alegría del Evangelio que es Jesucristo.

Epílogo

Después de presentar doce opciones festivas, vienen bien las palabras del apóstol San Pablo: “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”. Y el dicho popular: “De todo quiere Dios un poquito”. Claro, si el poquito contribuye a humanizar la convivencia de todos, empezando por los más pobres y faltos de todo, hasta de fe en el Evangelio. Y que cada uno evite lo que perjudica.

Todos solemos lamentar tanto despilfarro innecesario, y hasta dañino. La falta de fe auténtica y la incredulidad sobrada. Y el escándalo que sufren los que carecen de todo, viendo como otros lo gastan todo, sin tenerlos en cuenta, y que se contenten con las migajas, si no se hacen ver demasiado. Decimos: No hay derecho. Pero “del dicho al hecho hay un gran trecho”.

Si limpiamos la fe en Jesucristo de adherencias extrañas y la alimentamos con su Palabra, renovaremos nuestra vida cristiana conforme a la suya. Y nos dará fuerzas para ir a contracorriente de la sociedad consumista, trabajando por la humanización del mundo. Es la ¡Feliz Navidad! que deseamos a todos.

“La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo” (Papa Francisco, 25 de diciembre de 2015)