Cuando uno empieza la aventura de escribir, son muchas las ideas que se van dando, ideas que tienen su origen en una de las fuentes más importantes que bebemos todos nosotros: la palabra de Dios en contraste con nuestra realidad y nuestra Iglesia madre que guía e ilumina nuestras oscuridades más profundas y en este año jubilar nos invita a reflexionar sobre la esperanza como luz que nos va guiando en el camino eclesial; creo que escribir un artículo puede ser lo más fácil de hacer, porque es una simple manera de expresar y plasmar las ideas de varios autores que nos inspiraron y dejar que en estas líneas cortas pero sustanciosas que Dios obre en cada lector que nos sigue cada ocho días o que otros autores se sigan inspirando en estas cortas líneas.
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Creo que esa es una de las finalidades de escribir, seguir siendo libres, porque la libertad nos permite expresar nuestras experiencias y conectar con la espiritualidad más profunda de nuestro ser.
Eso grandes o pequeños aportes los actualizamos a la realidad actual y le damos un sentido propio que llena el corazón de cada uno. Plasmamos algunas ideas que llegan a muchas personas y que luego nosotros las recibimos de nuestros lectores y nos ayudan a retroalimentar y volvemos sobre esas ideas una y otra vez y así nace un nuevo artículo, así que este mismo escrito va dedicado a las personas que nos leen y nos motivan para seguir escribiendo y llegando así a muchos más corazones.
Jubileo de la esperanza convocado por el papa Francisco
Hemos podido observar en nuestra Iglesia las diferentes posturas, ideas e incluso incertidumbres del año del jubileo de la esperanza, que no es otro que convocar una posición o un precedente del papa Francisco, así como Jesús o sus antecesores, como maestro de la esperanza, en lenguaje más sencillo: el pastor que comunica la esperanza en medio de las desesperanzas y vientos de guerra que no es fácil poner de acuerdo con muchos católicos en un mundo cada vez más plural, cambiante y muy complejo.
Que no nos pase como el cuentico anterior, que el regalo llegue demasiado tarde. Aun así, nunca es tarde para que la Iglesia y la postura del papa Francisco siga apostando por la paz del mundo.
Jesús es la fuente del año jubilar
La principal fuente de esperanza es Cristo: “Cristo lo es todo para nosotros. Si quieres curar una herida, él es médico; si tienes sed, es fuente; si estás oprimido por la iniquidad, es justicia; si necesitas ayuda, es fuerza; si temes la muerte, es vida; si deseas el cielo, es camino; si huyes de las tinieblas, es luz; si buscas alimento, es comida” (San Ambrosio, El Gran Arzobispo De Milán, La Virginidad, 99: Saemo, Xiv, 2, Milán-Roma 1989, Pág. 81…).
Me gustaron estas palabras cortas de san Ambrosio, pues soy un convencido que Cristo es la respuesta a todos los seres humanos de buen corazón que lo buscan. Jesús es mi todo, no lo enseña San Juan Eudes, nada fuera de él tiene sentido.
“La de pastor con el olor a oveja y sonrisa de padre. Es una figura que, como si fuera una gran estrella pastora, atrae en torno a sí a otras grandes figuras: la del pastor que tiene olor a oveja porque camina con su pueblo y es cercano a todos, es uno con su rebaño; un hombre al servicio de la unidad…la que debe “olerse”, es, sin lugar a dudas, la de pastores que pastorean a las ovejas y no a sí mismos” (Diego Fares, el olor del pastor, el ministerio pastoral en visión del papa Francisco, Salterrae, 2015, Pág. 33.37).
¿Qué esperan las personas de los pastores hoy?
Una pastoral de escucha, cercana, encarnada o inculturizada en la realidad social-política y en el contexto propio de nuestras gentes, los problemas actuales deben ser leídos a la luz del evangelio: los migrantes, la alergia a los pobres, bien lo decía el padre Diego Jaramillo, presidente de la Corporación Organización Minuto de Dios: “Yo no concibo un sacerdote o un pastor que tenga alergia a los pobres”.
Cada día la violencia toca las puertas de más familias en diferentes lugares del mundo al igual que las injusticias. No podemos quedarnos en silencio ante tales realidades de nuestra sociedad actual. La Iglesia es profética, porque levanta su voz en nombre de los que no pueden ser voz.
Reconocemos nuestra fragilidad
No podemos olvidar nuestra humanidad o nuestra fragilidad, somos vasijas de barro que llevamos tesoros por dentro, o desde una lectura actualizada de san Juan Eudes sobre nuestra finalidad como seres humanos en la tierra, podemos decir que ser luz y mensajeros de la esperanza en medio de la fragilidad, es una actitud sincera y por ende, la misma santidad se convierte en el propósito de todo buen cristiano para sanar las heridas de su corazón a través de talleres-retiros como cerrando ciclos, sanando las cinco heridas del corazón, la dignidad y los derechos del ser humano, la misión y el propósito de vida, sanando las ocho etapas de la vida, sanación interior y liberación.
Cada día experimentamos la necesidad de llegar a más personas, el ser humano debe ser visto como ser integral (teniendo en cuenta todas las dimensiones del ser humano), siendo una preocupación cada vez más amplia del diálogo entre nuestra espiritualidad e interdisciplinariedad, hoy se trabaja en equipos espiritual-psicológico-coach e incluso trabajo social, para ofrecer herramientas de liberación y restauración en la sanación del corazón, como centro de la vida espiritual-emocional-voluntad. En otras palabras, el centro de la toma de nuestras decisiones importantes y trascendentales pasan por la salud de nuestro corazón.
Origen de los talleres de sanación integral
Hoy se hace apremiante estos talleres-retiros que nacieron en un primer momento en el seno del movimiento de la Renovación Carismática Católica e inspirados en autores interdisciplinarios y que hoy en día se han extendido a muchos lugares para buscar la verdadera sanación del corazón, que solo Jesús puede ayudar a la luz del Espíritu Santo y teniendo en cuenta otras disciplinas que ayudan en los procesos de sanación integral del ser humano.
Se debe aceptar que todos los días que se puede ser mejor persona como los grandes santos: “Durante nuestro tránsito por la tierra Dios nos ha señalado la misma vocación que infundió en los santos patriarcas, los santos profetas, los apóstoles y los mártires, los santos pastores y sacerdotes y todos los otros santos.
Eran hombres como nosotros, hechos de carne y hueso, frágiles como nosotros, expuestos a los mismos peligros y tentaciones que nosotros… El que los hizo santos tiene un deseo infinito de santificarnos… Propongámonos caminar por la senda de los santos, leer y estudiar su vida, en especial los que tuvieron la misma profesión que nosotros, e imitémoslos” (San Juan Eudes, 1905, OC 11, 14.31.44).
Un propósito del año jubilar: ser mejor persona para ser mejor cristiano
Hoy se debate sobre la verdadera libertad del hombre se expresa en la libertad auténtica que se expresan en los votos evangélicos: “Hermanas y hermanos -expresó el Papa Francisco en su reflexión-, que escogieron el camino de los consejos evangélicos, se han consagrado, como “Esposa ante el Esposo […] envuelta por su luz” (S. Juan Pablo II, Exhort. ap. Vita consecrata, 15), a ese mismo plan luminoso del Padre que se remonta a los orígenes del mundo. Este plan tendrá su total cumplimiento al final de los tiempos, pero se hace visible, ya desde ahora, a través de las maravillas que Dios realiza en la frágil humanidad de las personas llamadas (Ibíd., 20).
En la Fiesta de la Presentación del Señor el Papa invita a los consagrados a ser portadores de luz a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Y recuerda que el “regreso a los orígenes” más importante “es el regreso a Cristo y a su ‘sí’ al Padre” (Papa Francisco, primeras vísperas en la Basílica de San Pedro).
El papa Francisco nos ha invitado a meditar en los consejos evangélicos como signos de libertad auténtica, un camino para vivir los consejos evangélicos y de esta manera ser portadores de luz y esperanza para la humanidad, porque somos vasijas de barro por nuestra fragilidad y humanidad que llevamos un tesoro por dentro: la fidelidad del Señor hacía nosotros, que en últimas es la gracia del Señor.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios