Tribuna

Un peligro llamado jóvenes [1]

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¡Los jóvenes hacen lío! Son los que en las parroquias dejan las luces prendidas y las salas donde se reúnen desordenadas, las puertas abiertas, los que prometen que van a llegar a cantar a la misa y no aparecen, los que se pasan horas tomando mate con el cura joven de la parroquia cuando hay gente que lo está necesitando de verdad, los que hacen ruido en el templo en lugar de rezar, los que se van de campamento y hay que darles la plata de la colecta porque no tienen.



También son los que venden las rifas de la parroquia, los que mandamos a apilar las sillas cuando acaba un evento, los que saben manejar la computadora cuando la secretaria está en algún aprieto, los que les pedimos que canten cuando el coro no está, o también les pedimos que ayuden en la fiesta del día del niño y que pinten las salas de catequesis en el verano porque total, no hacen nada. ¡Siempre se les ocurren ideas descolocadas! ¡Son un peligro! Menos mal que la juventud es una enfermedad que se pasa con el tiempo.

Palabras más, palabras menos, es lo que se escucha en las parroquias o movimientos sobre esta tribu insurrecta de entre 15 y 22 años. Las primeras expresiones del párrafo anterior, responden a un estilo de ser propio de la adolescencia que hay que darle un lugar y las segundas apreciaciones, corresponden a una valoración de los adultos que los tomamos para salir del paso o como mano de obra gratuita. En definitiva, ambos están lejos de los verdaderos protagonismos que hay que darles a los jóvenes en la Iglesia, más allá del lío lo que hagan.

 

Los sueños de los jóvenes

“Los verdaderos sueños son los del ‘nosotros’, los sueños grandes comparten, generan nueva vida y estos sueños necesitan una fuente inagotable de esperanza”… “Los sueños de los jóvenes dan un poco de miedo a los adultos porque cuando un joven sueña… quizás porque los adultos han dejado de soñar y de arriesgarse” o porque ponen en crisis sus elecciones de vida”[2].

Hoy la Iglesia va tomando conciencia de que toda la comunidad los evangeliza y de que es urgente que tengan un protagonismo mayor[3]

Debemos volver a dejarnos despeinar por los jóvenes y el Evangelio, a transitar sus peligros y sus líos, por allí pasa la fuerza misionera que no nos tenemos que dejar robar.

No estaría mal que los que pasamos los 40 años buscáramos en nuestras mochilas los sueños de juventud. ¡Ojalá no nos dé tanto trabajo encontrarlos! ¡Ojalá que seamos un peligro para las estructuras! Y que estemos siempre atentos a la invitación de “hacer lío”.

 

[1] Cfr. Evangelii Gaudium  102-109.
[2] Papa Francisco en el Sínodo de los jóvenes, 11/08/2018.
[3] Cfr. Evangelii Gaudium  106.