Tribuna

Un corazón según Dios

Compartir

Te dé conforme al deseo de tu corazón,

Y cumpla todo tu consejo”(salmo 20, 4)

Estos días he reflexionado sobre la oración del corazón, esto es sintonizarnos con el corazón de Dios y nuestro corazón; recuerdo este salmo 20, porque siempre lo he escuchado a muchos predicadores, personas ungidas e incluso personas de una conexión profunda con Dios.



Todos los seres humanos hemos tenido una profunda experiencia con Dios, sea en un encuentro, congreso, evento o a través de un fuerte llamado del Señor, a través de alguna situación compleja o díficil que nos hace repensar sobre nuestras verdaderas intenciones del corazón.

¿De dónde nacen los deseos profundos del corazón?

Del motor, raíz y origen de donde parte y confluye “toda” la vida, recordemos el Shema hebreo: “Amarás al Señor con “todo” tu corazón” (Dt 6,4). El corazón espiritual es el centro y la totalidad de la vida, según san Juan Eudes.

Explicar cada corazón, sería dejarnos iluminar por la teología cristológica eudesiana, porque tenemos un corazón material y corporal (el principio de la vida), un corazón espiritual (interno) y el corazón divino (dónde se da unión hipostática de los corazones).

Expliquemos esto desde las palabras actuales, el corazón físico es el que alimenta la vida, el centro de vital, el corazón tiene su propia vida, bombea sangre como un motor que da vida al cuerpo físico; por otra parte,  el corazón afectivo-emocional que se comunica a través de los recuerdos negativos o positivos.

Ayudas MD

Muchos especilistas nos hablan del corazón afectivo y emocional que nos relaciona con lo externo, donde está el centro de las emociones y sentimientos; otros, maestros de vida espiritual como el Padre eudista Álvaro Duarte, nos explica que la persona que tiene buen corazón es habitado por el Espíritu Santo, porque para tener larga vida, esto es, una vida bendecida, no sólo como Abrahám que le dio una larga vida, sino una descendencia como las estrellas del cielo y la arena del mar; que en últimas tiene un buen corazón según Dios, porque domina y disciplina las pasiones para vivir según el Espíritu.

Solo así tendrás una vida larga y tranquila, en cuanto el cuerpo y una vida santa y honorable. Otros, prefieren  hablar del corazón como el centro de la voluntad, de dónde tomamos las decisiones buenas o malas, porque todos decidimos de acuerdo a un contexto cultural.

Por ejemplo elegimos una carrera, por afinidad o por capital simbólico (lo que nos va forjando la vida, nos vamos haciendo en la vida, desde una tradición, costumbres…), es nuestra marca personal; el corazón divino es la presencia de la Trinidad en la vida del hombre, la parte de Dios en nuestra vida que debemos cultivar, hacerla crecer y liberar de todo tipo de esclavitudes, llamado el pecado que nos quita la amistad con Dios.

El corazón de Jesús: nos invita a amar a Dios y al prójimo

Para san Juan Eudes, su centralidad en la cristología teológica es una fuente de inspiración en la vida espiritual como maestro del verdadero significado del corazón para todos los tiempos. “Su doctrina sobre el Corazón constituye una verdadera fuente de contemplación y de efectos concretos de amor hacia Dios y misericordia para con el prójimo tanto en las personas como en las comunidades que le han descubierto” (Duarte, Álvaro, sacerdote, profeta de la misericordia, Eudistas N. 24, 2018. Pág. 84).

En palabras coloquiales del Siervo Rafael García Herreros, “Amar a Dios y amar a tu hermano el hombre”. Quién no ama a Dios, no ama al hombre y quien no ama al hombre no puede amar a Dios a quien no ve. El amor se concreta en mi hermano el hombre. Creo que la continuidad del discurso de Jesús en los maestros de vida espiritual se concreta en las personas y comunidades que sirven a través de obras como el Minuto de Dios que quiere amar al necesitado o al que carece de las condiciones mínimas para vivir.

¿Qué quiere Jesús de nuestro corazón?

Recordemos que en el corazón de Jesús están sus sentimientos, Jesús “lloro” por su amigo Lázaro, (Juan 11, 35) en el pasaje que narra la muerte de su amigo Lázaro, Jesús demostró su humanidad y empatía ante la pérdida y el dolor de sus allegados.

También se relata en otras partes de la Biblia que Jesús lloró por la ciudad de Jerusalén, viendo los pecados de su gente. En otros pasajes dos sentimientos opuestos: son el amor y el odio. Amor a Dios y a la humanidad, y odio y rechazo a lo que no es Dios o no proviene de Dios.

Por eso Jesús, quiere que lo amemos con todo el corazón, esa es nuestra mayor riqueza, el mejor tesoro, amar desde los sentimientos de Jesús, que desborda de amor por la humanidad.

El corazón humano

Todos los seres humanos tenemos un corazón, una facultad sustantiva de este corazón es amar, para eso nacimos, para eso venimos al mundo. Sea amor humano o Divino, natural o sobrenatural, todos tenemos la capacidad de amar: “Ama y haz lo que quieras” es una frase atribuida a San Agustín que implica que si una persona actúa movida por un amor verdadero y genuino, ya sea hacia Dios, hacia los demás, o hacia sí misma, entonces sus acciones serán correctas y estarán alineadas con la voluntad de Dios y el bien.

¿Cómo está tú corazón hoy? ¿Buscas una vida larga,  bendecida y tranquila? ¿Decides tener un buen corazón?


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios

Foto: Corporación El Minuto de Dios