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Tribuna

Jubileo Sanjuanista: un alma enamorada

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En estos tiempos convulsos en los que parece que nada es suficiente, tiempos en los que convivimos con guerras, pandemias, corrupción, pobreza… Tiempo marcado por el consumismo, la velocidad de los acontecimientos y las agendas imposibles. Vivimos en una especie de tornado que intenta engullirnos. Si somos engullidos estaremos dando vueltas en ese tornado, sin voluntad propia. Tiempos en los que se da la espalda a los que sufren, a los marginados… Lo peor del asunto es que no caemos en la cuenta de lo que está sucediendo: en este mundo parece que se ha instalado un “sentido común” extraño y ajeno a los hijos de Dios.



Vivimos una gran Noche Oscura, el encuentro con san Juan de la Cruz en esta Noche del Mundo es una ráfaga de aire puro, aire de sabiduría de Dios, “la sabiduría de Dios es Cristo”, “aire delgado”, Cristo-Jesús se cuela en nuestra vida, comenzamos a respirar de otra manera, con Juan de la Cruz llega el tiempo de Dios, este guía en la Noche nos va a recordar que el verdadero “sentido común” de los hijos de Dios reside en el alma.

Ilustración rostro de mujer

Nuestra memoria, razón y voluntad son capaces de infinito, las “cavernas del sentido”, nuestras potencias naturales anhelan ser sintonizadas en la frecuencia de Cristo-Jesús, las virtudes teologales son esos sintonizadores que nos irán sacando de nuestro pobre modo de amar y de vivir, Juan de Yepes, quiere ayudarnos a salir de nuestra ceguera, nos enseña a “ver” en la Noche. “El mirar de Dios es amar y hacer mercedes”, el Amor rescata nuestra voluntad de ese tornado, la voluntad de los hijos de Dios es de Dios y no puede estar girando a merced de fuerzas extrañas.

Decir sí a Dios

El alma enamorada de san Juan de la Cruz nos da la clave central en este camino, “Dios es Amor”, “grande es el poder y la porfía del Amor”, “dichosa el alma que ama porque tiene a Dios por prisionero”, el alma ama “por haberle hecho (Dios) la merced de mirarla con Amor”. Hace falta nuestro Sí de Amor, Sí de Fe y Esperanza, decir sí a Dios.

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