Tribuna

Sin miedo, con él y con Él en la JMJ de Madrid

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El aeródromo de Cuatro Vientos se convirtió, en el fin de semana del 20 y 21 de agosto de 2011, en el mayor foro mundial de jóvenes en torno a su pastor. Fue el momento de encontrarse de tú a tú con cada uno, aun cuando allí se concentraron casi dos millones de personas.

¿Qué hacen un montón de jóvenes en una explanada a las afueras de Madrid, que tan pronto era escenario de numerosos golpes de calor como se veía anegada por la lluvia torrencial de una tormenta de verano? ¿Un montón de jóvenes que bien podrían haber estado ese día de botellón en alguna playa?



¿Un montón de jóvenes alegres y bullangueros que fueron capaces de recogerse en un silencio atronador en la adoración al Santísimo? ¿Un montón de jóvenes reunidos en torno al lema Arraigados y edificados en Cristo. Firmes en la fe, convocados por un papa, Benedicto XVI, que tenía entonces la friolera de 84 años?

Con Benedicto XVI

La respuesta es el sustento mismo de nuestra fe: estábamos con él, con nuestro entrañable papa Benedicto, con aspecto de “abuelo” de toda la humanidad, porque estábamos con Él, con el mismo Cristo, que era quien realmente nos convocaba en aquella cita tan especial.

Hoy miramos atrás los que estuvimos allí, muchos de nosotros convertidos ahora en padres de familia, y nos damos cuenta de la especial conexión que se produjo en aquel significativo encuentro, no exento de incidencias de todo tipo
–como cuando la megafonía dejó de funcionar a causa de la lluvia– y que, sin embargo, vino para cambiarnos la vida.

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