Tribuna

San José y el trabajo decente

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Mirar a san José para celebrar el Primero de Mayo nos exige una revolución ética mundial con el trabajo decente en el centro. Mirando a san José, esta revolución ética puede empezar por la Iglesia. El Congreso de Laicos celebrado en febrero del año pasado nos propone impulsar la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD).



Con esa finalidad, dentro de los procesos a activar en la Iglesia, el Congreso incluye recoger la ITD en los planes pastorales, presentarla en parroquias y otros ámbitos eclesiales, promover los actos organizados por dicha Iniciativa, hacer esfuerzos por concretarla, aterrizar los gestos y acciones en la realidad concreta que vivimos, aprovechar los materiales de ITD para eucaristías y oraciones, hacer peticiones por los accidentes laborales, fijarse en las experiencias de otras diócesis, trabajar con pastoral de migraciones, pastoral gitana, celebrar el 8 de marzo o realizar círculos de silencio.

No hay beneficio legítimo sin trabajo decente

Más allá de la Iglesia, la revolución ética mundial por el trabajo decente debe abarcar los planos sociales, económicos y políticos y cuestionar a los agentes sociales y políticos en España, en Europa y en el mundo entero. Significa luchar por la formalidad en el trabajo, contra la economía sumergida, contra el fraude fiscal y los paraísos fiscales. Este reto reclama el compromiso de las autoridades políticas y de los agentes sociales. No hay beneficio legítimo sin trabajo decente.

Los movimientos obreros, a lo largo de su historia, han contribuido a la democratización de las instituciones políticas y al desarrollo del estado social y democrático de derecho y en nuestros días deben servir para acoger, proteger, promover e integrar a las víctimas de la cultura del descarte. Acoger, proteger, promover e integrar son piedras angulares para una cultura mundial del trabajo decente.

Con estas premisas, el grupo motor de ITD estima, en su Manifiesto para el Primero de Mayo, que la pandemia ha debilitado el trabajo decente y ha puesto en crisis el pacto social y la democracia. Necesitamos garantizar el acceso a medidas de protección social para quienes no pueden trabajar y para quienes, trabajando, reciben retribuciones insuficientes para sus necesidades básicas. Salir de esta crisis requiere un amplio diálogo para configurar un nuevo contrato social basado en la centralidad de la persona, el trabajo decente y el cuidado del planeta.

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