Tribuna

Prepublicación: ‘Se buscan amigos y lavadores de pies’, cardenal Seán O’Malley

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Poco después de ser nombrado arzobispo de Boston recibí una carta desde Irlanda de una señora a quien podríamos describir como un tesoro no reclamado. Me escribía porque creía que el nuevo arzobispo sería la persona idónea para encontrarle un buen marido en América: quería un hombre trabajador, no bebedor y que se adhiriese fielmente a los preceptos de la Iglesia. Hoy en día hay hasta servicios on-line que ayudan a la gente a encontrar pareja. Lo más frecuente es que se busque alguien “no fumador, vegano, a quien le guste el cine y viajar”.



Los periódicos impresos están llenos de anuncios en busca de trabajadores. En los Estados Unidos, a esos clasificados se les llama “anuncios, se busca”. Potenciales empleadores buscan niñeras con referencias, carpintero o paisajista. Incluso la policía tiene sus propios “anuncios”, a los que llamamos “carteles, se busca”. Están en las paredes de las oficinas de Correos con fotografías poco favorecedoras de los criminales más buscados. En la historia del viejo Oeste, esos carteles anunciaban, con letras enormes: “Se busca, vivo o muerto. Se recompensará cualquier información que lleve a la captura de este individuo. No denunciar acarreará prisión”. Hace poco vi un póster en Internet buscando al “indeseable número uno: Harry Potter”.

Me gusta imaginar que, si Jesús pusiese un anuncio llamando a algunas personas para que se hiciesen discípulos, podría parecerse al título de este libro: ‘Se buscan amigos y lavadores de pies’. Estos son atributos necesarios que Jesús atribuye a sus apóstoles cuando expone su última voluntad, durante su despedida en la última cena.

El Señor dice a los apóstoles que deben ser sus amigos, no meros trabajadores. Esa es la diferencia entre ser pastor y mercenario. El nuevo mandamiento, “amaos unos a otros como yo os he amado”, indica claramente que nuestra identidad más profunda está en la amistad con Cristo y de unos con otros.

Dar la vida

El Señor no nos llama a ser amigos solo en los buenos momentos, sino a ser aquel tipo de amigo dispuesto a dar la vida. Nuestra vida interior consiste en cultivar esa amistad que nos permitirá producir los frutos de alegría de los que habla Jesús en sus últimas instrucciones.

En la fiesta de las bodas de Caná había seis grandes tinajas de piedra llenas de agua; en la última cena –también una fiesta de matrimonio– probablemente solo había una. Jesús no transformó el agua en vino en la última cena –estaba muy ocupado transformando el vino en sangre–, pero sí usó el agua de la tinaja de piedra para lavar los pies de sus discípulos e invitarlos a hacer lo mismo, para que se convirtieran en lavadores de pies. Él quería que sus apóstoles, sus amigos, dejasen de disputarse los primeros puestos en la mesa y comenzasen a luchar por la toalla.

Se buscan amigos y lavadores de pies, cardenal Seán O'Malley (PPC)

Las meditaciones de este libro se basan en la “descripción de funciones” que nos da Jesús en la última cena, la de amigo y lavador de pies. Compartir esos pensamientos con mis oyentes y lectores me ha hecho más consciente de mis propias insuficiencias a la hora de vivir mi vida y ministerio conforme a esas cautivadoras ideas.

Segunda oportunidad

Este retiro es mi segunda oportunidad. En 1996, la Conferencia Episcopal Portuguesa, no sin cierta temeridad, me invitó a predicar su retiro en Fátima. Tras mi última conferencia anuncié que volvería inmediatamente a Fall River para cumplir la severa amonestación de nuestras antiguas constituciones capuchinas, que declaran que, cuando un fraile termina de predicar un retiro, debe partir inmediatamente y regresar al monasterio para no deshacer con su mal ejemplo cualquier bien que pueda haber realizado con su predicación. Parece haber funcionado. Me invitaron a regresar para predicar un retiro a los supervivientes y a los “nuevos obispos”.

Es realmente un gran privilegio que hayan pensado en mí. Acepté esa invitación con fe y humildad, sabiendo que el verdadero maestro del retiro es siempre el Espíritu Santo, cuya brisa suave mueve nuestros corazones a un amor y fidelidad siempre mayores. El retiro también despertó en mí el deseo de pasar algún tiempo en Fátima en esta primera semana de Cuaresma de 2019, y relacionarme con mis hermanos obispos en Portugal. Dios, en su amorosa providencia, ligó mi vida y ministerio a Portugal y al mundo lusohablante. Ello ha sido una fuente de alegría y bendición para mí.

El cardenal Sean P. O'Malley , en la celebración de una eucaristía/CNS

El cardenal Sean P. O’Malley , en la celebración de una eucaristía/CNS

Aquí, en Fátima, uno mis oraciones y súplicas a los incontables peregrinos que encuentran cura y renovación en este lugar sagrado. Rezo por nuestra amada Iglesia y por todos aquellos que son llamados a realizar funciones de liderazgo en nuestra comunidad de fe. Que Nuestra Señora de Fátima, la sierva del Señor, nos ayude a todos a crecer en nuestra capacidad de ser amigos y lavadores de pies.

Y, finalmente, expreso mi gratitud a María Cortez de Lobão y a la editorial Paulinas por su inestimable ayuda en la preparación de este volumen. También agradezco a mi querido amigo don José Tolentino de Mendonça por su afectuoso e ilustre prólogo.

*’Se buscan amigos y lavadores de pies’, cardenal Seán O’Malley (PPC)