Al escribir sobre el mayor regalo que habíamos recibido en la vida, en uno de los anteriores escritos, me llovieron muchas apreciaciones e incluso los aportes de personas cercanas, amigos(as) de camino y lo que considero más valioso en la vida.
Después de Dios, mi madre terrenal quien me trajo a la vida y es mi más asidua lectora y critica de la manera como escribo e incluso a veces, me cuestiona sobre temas complejos, sobre la defensa de la vida, violencia en el mundo o muchas formas de injusticia, así como la búsqueda de la paz.
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Ella que me sigue y me aporta en cada paso a mi vida, es una de las voces que más resuena en mi vida y en los escritos. Otras personas que me siguen, a veces me felicitan por los escritos, otros más osados cuestionan sobre el sentido y finalidad de los escritos.
Por eso, escribo, no por un aplauso o felicitación, sino para darle un color más dinámico a nuestros artículos, algo así como un pasatiempo bonito o incluso para escuchar el canto de cada palabra que resuena en la escritura, en el corazón o en muchas personas que me escriben a diario y que a veces bailamos con ellas o dejamos de bailar en la sintonía de la riqueza de cada uno de los artículos.
Así descubrí que no he llegado a una plenitud, que cuando tomo una idea me salen muchas más, es algo que me enriquece de tantas lecturas y libros que al final no quiero dejar perder, sino enriquecerlos y contribuir a formar unas nuevas melodías como el himno del amor en san Pablo a los Corintios. ¡Todo es válido!
Las preguntas abiertas, sin resolver
Entonces opté por escribir sobre aquellas preguntas que todos nos hacemos a diario, en la calle, en las clases, en los descansos y en medio de un café e incluso en los grupos pequeños, me parece curioso que todavía los jóvenes pregunten sobre Dios, su existencia y sobre la maldad en el mundo. Si Dios es el creador y quiere lo mejor para nosotros: ¿Por qué existe la maldad? ¿Cómo podemos buscar y ser felices? ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Vamos todos a morir y luego a dónde vamos?
¿Qué sentido tiene dar la vida por alguien? ¿Jesús dio la vida por nosotros? ¿Por quién daríamos nosotros la vida? ¿Por qué no podemos dejar hablar del papa Francisco hoy? ¿Por qué tantas enseñanzas que hasta ahora estamos acogiendo de su legado en la Iglesia? ¿Por qué estamos tan expectantes con el nuevo papa León XIV? ¿Qué espera la Iglesia del pastor en el papa León XIV? ¿Qué expectativas tenemos tantos cristianos católicos de nuestros pastores?
No responder puntualmente, es la oportunidad de dar apertura a otras preguntas
No quiero responder puntualmente, porque perderíamos la oportunidad de dar apertura a diferentes maneras y formas de pensar. Si queremos que el ser humano se encuentre consigo mismo(a), es importante, valorar cada persona en el hoy de nuestra vida, porque no sabemos muchas cosas de los demás.
A veces hacemos parte de su historia o llegamos para ser una luz en un momento de su vida; pero si reconocemos que cada encuentro nos conecta profundamente con algo más, porque somos parte de las historias entretejidas que todos llevamos por dentro, a veces expresarlas en un escrito corto no nos da toda la perspectiva que quisiéramos, porque solo se escribe para enseñar, cuestionar, guiar o dar más perspectivas en los horizontes de la vida.
La vida es una montaña rusa
Observando, nuestra tierra: las curvas de la tierra, las montañas y los llanos, las aguas de los ríos o el océano profundo, como diríamos, parafraseando a Mons. Dimas Antonio Acuña Jiménez, Obispo Del Banco en un retiro: “la vida es una montaña rusa”, porque tiene todas las situaciones, algunas más dolorosas y otras muy felices, que nos ayudan a mejorar todos los días, como encontramos en la historia de José en el libro del Génesis.
Pero también, la vida tiene otras imágenes como las aguas cristalinas y trasparentes, leyendo el salmo 23, aunque es un salmo pastoril, de guía al rebaño y las conduce hacia las aguas trasparentes a sus ovejas, he tenido la oportunidad de encontrarme en el camino espiritual que muchas personas encuentran en este salmo consuelo y paz para sus vidas.
El señor es mi pastor, que nos da consuelo y paz
Es un mensaje claro de David que canta a Dios como su Pastor, escrito en medio de una de las épocas más turbulentas de la vida de David ¿Cómo es qué, en medio de tantas pruebas, David es capaz de cantar al Señor con tanta esperanza y amor? David canta a Dios como su Buen Pastor. ¿Nosotros le cantamos al Señor como nuestro Buen Pastor?
¿Hacia dónde queremos conducir nuestra vida?
Cómo el Señor le guía a través de los momentos más oscuros y le lleva a un lugar de paz. “El Señor es mi Pastor, nada me falta”. En el Evangelio de Juan Jesús se presenta, por su parte, como el Buen Pastor que vino al mundo para que todos tengamos vida y vida en abundancia. Jesús es “el buen pastor que ofrece la vida por las ovejas” (Jn 10,11) y es el camino que conduce hacia el Padre, el camino convertido en puerta para nosotros.
Estas dos imágenes nos conducen hacia la vida plena y en abundancia escritas en detalle en varios escritos como: “Los siete yo soy de Jesús” de san Pablo, un libro que expuse en días pasados y hoy tiene buenos comentarios o escritos del padre Fidel Oñoro que nos explican estas imágenes del buen pastor a nivel profundo desde el pastoreo en la Iglesia.
El pastor da la vida
Pastores que den la vida por las ovejas en lugar de explotar la grey; que no se doblen al pragmatismo ni vendan su conciencia por dinero o éxito. Pastores fieles y no pastores populares; hombres quebrantados y no hombres famosos.
Eso es la iniciativa de una persona que asume su rol de pastor en el mundo contemporáneo, es un reto pastoral, a ejemplo de Jesús que no vino a ser servido sino a servir y dar la vida por nosotros, ese dar la vida es ayudar a cada oveja de su redil a crecer, no a opacarla, ni a humillarla. Si somos hermanos en el pastoreo, ¿Por qué nos cuenta tanto valorarnos?
El mejor regalo para la Iglesia es un pastor según el corazón de Dios
La Iglesia contemporánea precisa un despertar espiritual en la vida de los pastores; que amen a Dios más que a su éxito personal; que estudien a fondo la Palabra y traigan alimento nutritivo al pueblo desde la Lectio Divina, el encuentro con la Palabra de Dios desde la misma experiencia de vida; que vivan en oración y sean ejemplo de piedad para el rebaño.
“La Iglesia necesita pastores con olor a oveja” (+ SS Francisco)
Recuerdo que había escrito sobre el pastoreo del papa Francisco en Vida Nueva, esos artículos llegaron a muchas personas que me hicieron caer en cuenta de varias cosas que quiero replantear en este escrito, pues uno no puede pastorease a sí mismo sin antes haber sido oveja. Pastores que conozcan a profundidad las necesidades de la comunidad, se encarnen en las dinámicas de la vida, que entiendan su quehacer y misión, donde se les valore realmente en su trabajo pastoral.
“De corazón a corazón o de pastor a pastor”
Llegue a algunas precisiones, sobre el significado de ser pastor, que no es otro que compaginar con el consejo de grandes hombres de Dios, padres de la Iglesia, profetas de todos los tiempos que con sus experiencias de Dios han aportado en el crecimiento de la Iglesia viva, no muerta. He concluido que antes de pastorear a los demás, el pastor debe pastorearse a sí mismo para sanar sus heridas y así sanar las heridas de su rebaño confiado.
En esto tenemos innumerables seminarios, talleres, congresos y una Iglesia preocupada por sanar el corazón de sus servidores y ser fuente de sanación de las personas que se acercan a sus pastores con el ánimo de encontrar una voz de aliento, un consejo o una oración que ayude a curar las heridas. El trabajo no es fácil, porque un pastor debe estar sano o por lo menos dejarse sanar por Jesús.
El buen pastor, se ha hecho cordero para da la vida por sus ovejas
Recordemos al papa Benedicto XVI en su homilía en la solemne Eucaristía de inicio de su pontificado, el 24 de abril de hace ya tres años: “Era costumbre en el antiguo Oriente que los reyes se llamaran a sí mismos pastores de su pueblo. Era una imagen de su poder, una imagen cínica: para ellos, los pueblos eran como ovejas de las que el pastor podía disponer a su agrado.
Por el contrario, el pastor de todos los hombres, el Dios vivo, se ha hecho él mismo cordero, se ha puesto de la parte de los corderos, de los que son pisoteados y sacrificados. Precisamente así se revela Él como el verdadero pastor: “Yo soy el buen pastor […]. Yo doy mi vida por las ovejas”, dice Jesús de sí mismo (Jn 10, 14s.). No es el poder lo que redime, sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es amor”.
En fin, somos los pastores que se ocupan de las ovejas con amor y les dan la vida en abundancia o funcionarios, trabajadores por un sueldo o un interés. En el fondo, esa es la razón de nuestra Iglesia, ser pastores según el corazón de Dios, aunque tenemos la oportunidad de profundizar, las preguntas que todos hacia el seno de las comunidades no pierden vigencia hoy.
¿Qué clases de pastores pedimos hoy a las casa de formación y seminarios en la Iglesia? ¿Según la ‘Ratio fundamentalis’? ¿Cómo ha ido bajado a cada conferencia de cada país? ¿Las personas de nuestras comunidades escuchan la voz del pastor? ¿La Palabra nos guía en nuestra relación de pastor y rebaño? ¿Qué debemos fortalecer en nuestra formación de pastores para responder a nuestra realidad actual? ¿Nuestra formación está respondiendo a los tiempos actuales y a las exigencias del contemporáneo?
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios
Foto: Pixabay
