Tribuna

“Perdón” y “gracias”, dos poderosas armas para derrotar al coronavirus

Compartir

Queridos todos y todas, para acompañarlos en esta cuarentena, como señora y mamá de una tribu numerosa y desde la experiencia de la Fundación Vínculo, quiero compartirles algunas ideas y actitudes que quizás les pueden servir para que este tiempo sea bueno y fecundo para todos.



Hay dos palabras claves que nos enseñaban de niños y que nos pueden ayudar: por favor y gracias. Así de simple, pero, de cada una, podemos sacar más punta para hacer de nuestra convivencia diaria una experiencia grata, enriquecedora e inolvidable.

Perdón

Parto con un gran ‘por favor’ como petición concreta a cada uno que sirva de alerta para no repetir malos hábitos que nos pueden dañar.

Por favor, organícense como familia para repartir las tareas y definir rutinas y reglas de convivencia con flexibilidad. No se trata de que el orden de la casa, la cocina, las tareas, los trabajos o los estudios de cada cual se conviertan en un foco de conflicto o en una competencia de quién tiene algo más importante que realizar y cada uno continúe en una dinámica egoísta sin pensar en la comunidad. Lo primero es el vínculo y eso es lo que más debe cuidarse. Aprendamos a estar con los demás y a ayudarnos, y no solo hacer y correr como antes del coronavirus.

Por favor, tengan paciencia con el proceso personal que esto implica y con las adaptaciones y aprendizajes nuevos que hay que desarrollar. Lo perfecto es enemigo de lo bueno y la autoexigencia es muy mala consejera. Lo mismo para los demás y para todo lo que vaya pasando, cambien la lógica del cliente que exige todo en el minuto y vean cómo cada uno puede aportar.

Por favor, pongan especial atención en los detalles para hacer bonita –en el sentido de significativa– esta estadía. Arréglense, aunque no vayan a salir a ningún lado, y dejen la ropa vieja solo para limpiar; arreglen la mesa con platos decorados con cariño, aunque no haya nada especial que almorzar; pongan o pinten flores si no tienen de dónde sacar; hagan sus camas y no se dejen estar. El caos, el desorden y el descuido nos deshumaniza. Por lo mismo, si pueden, pongan música alegre, aireen la casa con un aroma rico y hagan de su hogar un lugar lindo y agradable de estar, aunque sea pequeño; la creatividad y el amor siempre pueden más. Creen contextos generadores de vida, aunque sea a puertas cerradas.

Gracias

Me paso al segundo concepto que nos va a ayudar. Un gran ‘gracias’ que desglosaré con las letras que conforman esta bella palabra.

La ‘G’ de gratitud y gozo. Aprovechen para agradecer en todo momento hasta los más pequeños detalles que sí tienen, sin centrarse en aquello que no tienen. Gracias por tener a mi familia reunida, por un café caliente, por un rico plato de comida, por tener wifi, por el libro que estoy leyendo, por el frescor del otoño, el canto de los pájaros… Y gozo por la presencia del aquí y el ahora de estar respirando sin dificultad. Hay un sabio indio que apunta directamente a esto: cualquier problema se hace secundario cuando no puedes seguir respirando y, si hoy estás sano, es un privilegio y no algo obvio.

La ‘R’ de respeto y resilencia. El respeto explícito en nuestras familias es obligatorio. Más que nunca se verá nuestra diversidad de gustos, horarios, estilos, mañas y hasta en el modo de barrer, que nos podría molestar. Confíen en el otro y sepan que, aunque haga las cosas diferentes, no significa que las haga mal o que sea indiferente. Y la resiliencia tendrá que ver con esa capacidad de sobreponernos diariamente a lo nuevo que traiga esta pandemia. Nadie sabe, pero achacarnos y lamentarnos no ayudará a nadie.

La ‘A’ de amabilidad y amorosidad. Sobre todo, al ir pasando los días, el encierro produce irritabilidad en algunos o bajones en otros. Hiperactividad o desmotivación. Por lo que, más que nunca, debemos todos hacer el esfuerzo por ser amables y amorosos en el trato. Celebrarle a los demás sus esfuerzos, sus logros, sus aprendizajes y darnos cariño al despertar y al irnos a acostar. Son gestos que pueden hacer la diferencia.

La ‘C’ de comunicación y cretividad. Esta letra es muy importante porque tiene que ver con aprender a comunicarnos con asertividad y oportunidad, sobre todo en los malos entendidos o conflictos. Buscar el momento y las palabras adecuadas para expresar calmadamente nuestros sentimientos es clave. En cuanto a la creatividad, como dicen los norteamericanos, en cuarentena hay que pensar: “Fuera de la caja para cocinar, para hacer un trabajo, para generar recursos, para mantenerse informado, para hacer deporte”. Claramente, todo el mundo virtual ayuda, pero nuestro cerebro tiene muchas más ideas que lo que aparece en los tutoriales o vídeos que pueden mirar. Piensen en conjunto y verán que, además, lo pasarán mucho mejor.

La ‘I’ de imaginación e iniciativa. Son dos valores maravillosos, pues nos ayudan a hacer comunidad y a facilitarle a la vida a los demás. Tomar la iniciativa con el orden, con una ayuda de la cocina, con un mensaje, con la basura, son regalos que todos van a apreciar y, si para eso ocupamos la imaginación, en especial con los más chicos, como la película es bella podemos hacer desde lo más aburrido o tedioso un juego para disfrutar.

La ‘A’ de adaptación y asombro. Son dos conceptos fundamentales. El primero tiene que ver con aceptar sin resistencia los cambios y buscarles el lado con amor y buen humor. Si se nos acaba algo de comida, podemos buscar otra receta o inventamos una nueva. Relacionado con lo anterior es la capacidad de asombro frente a lo que se nos había hecho invisible de nuestros vínculos y de nuestro hogar. Vean cada día a todos y a todo como si fuese alguien o algo nuevo, con ojo de visita, y descubran con sorpresa aquello que habían pasado de largo. Estrechen su autoconocimiento y el máximo cultivo de sus espíritus a partir de ello.

Y, por último, la ‘S’ de solidaridad y de sonrisa, porque, si bien podemos estar medianamente tranquilos en nuestros hogares, hay muchos que no lo están. Hay gente llena de ansiedad y temor por lo económico o por su salud. Inventemos formas de ayudar que aún no existen, llamemos a quienes se sienten solos, inventemos campañas de ayuda con nuestros vecinos sin tocarse, invitemos a cantar al del balcón del lado, regalemos sonrisas por las redes sociales o cualquier otro gesto que permita a los que sufren sentirse acompañados.

Finalmente, un último consejo que nunca está de más: recen y coman juntos. Compartan la mesa y la vida. No se aíslen en sus espacios ni en un computador. Hoy necesitamos de otros seres humanos para salir adelante y, por supuesto, del Señor. Así que, bendíganse cada mañana y encomienden al mundo entero a Dios y a la Virgen para su pronta salvación y transformación.