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Tribuna

¿Obedientes, co-obedientes o desobedientes?

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A propósito de la polémica por ‘Mater populi fidelis’ y el título de ‘Corredentora’



1. Cuando la Palabra ilumina el ruido

Dice san Pablo: “Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Co 14, 33). Sin embargo, en estos días parece que algunos prefieren el ruido a la paz, la sospecha a la comunión, y la grieta al discernimiento sereno.

Ante la reciente nota doctrinal ‘Mater populi fidelis’, ciertos sectores han reaccionado como si la Iglesia hubiera demolido mil años de devoción mariana. Pero quien lea el texto con un corazón fiel -y no con la ansiedad militante de las redes- descubrirá algo elemental: la Iglesia reafirma la verdad de siempre.

La nota es precisa: el título ‘Corredentora’ puede inducir a confusión, al dar la impresión de una mediación salvadora equiparable a la de Cristo; por ello, no es conveniente otorgarle carácter dogmático.

Por lo tanto, es necesario afirmar con énfasis que:

  • No hay terremoto teológico.
  • No hay revolución doctrinal.
  • No hay ataque a María.
  • Hay, simplemente, Magisterio.

¿Por qué, entonces, tanto ruido?

2. No es mariología: es obediencia

Aquí conviene ser “tomistas”: distinguir para no confundir (aplicado cuando habla sobre los nombres de Dios: “Non totum quod dicitur de Deo et creaturis univoce dicitur, neque pure aequivoce, sed analogice” . ‘Suma Teológica’, I, q.13, a.5 ad-1)

La verdadera polémica no es mariológica. Es eclesiológica. Es decir: es una cuestión de obediencia, de humildad intelectual, de docilidad espiritual.

Quien ha estudiado mariología con rigor sabe que:

  • Puede hablarse de la cooperación de María en la Redención,
  • puede usarse el término en sentido analógico,
  • puede considerarse en devociones o meditaciones,
  • pero nunca en paralelo a la mediación única de Cristo.

Esto no es nuevo. Es doctrina consolidada. Y la nota doctrinal no hace más que poner claridad donde algunos estaban creando sombras.

La verdadera pregunta no es si María es ‘Corredentora’. La pregunta es si queremos obedecer como la Virgen María.

3. El integrismo protestantizado: cuando los extremos se tocan

Aquí aparece un fenómeno curioso y triste: los grupos más escandalizados por la nota repiten, sin darse cuenta, la misma lógica que critican del protestantismo y del modernismo.

  • Rechazo de la autoridad del Magisterio.
  • Confianza exclusiva en la propia interpretación privada.
  • Sospecha sistemática de todo lo que venga de Roma.
  • Invocación selectiva de la Tradición, pero solo aquella que confirma sus preferencias.

En esta actitud emocional e inestable podemos advertir que: el error más peligroso no es el que se opone a la verdad, sino el que la deforma por exceso o por defecto. Y eso ocurre aquí: un exceso devocional convertido en bandera ideológica.

El Concilio Vaticano II lo dice con fuerza: “La Tradición que procede de los Apóstoles progresa en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo” (‘Dei verbum’, 8). La Tradición no es un fósil, ni una pieza de museo. Es vida en crecimiento, guiada por el Espíritu hacia la plenitud de la verdad. Pero algunos prefieren congelarla o usarla como arma arrojadiza.

Virgen Maria

4. Punteros digitales: minorías ruidosas, corazones confundidos

En Argentina lo conocemos bien: hay punteros que agitan, agitan y agitan, y después se esconden. En los punteros digitales y pseudo-teólogos pasa algo parecido. Se trata de minorías intensas, que hacen mucho ruido y generan la impresión de representar a “la verdadera tradición”. Pero detrás hay tácticas comunicacionales, influencers pseudoteológicos y discursos inflamados que mezclan piedad con agresividad.

Y lo más doloroso es esto: arrastran a personas sencillas, devotas y de corazón limpio.

Gente que ama a la Virgen María con todo el alma, pero que termina siendo usada como carne de cañón en batallas digitales que de marianas no tienen absolutamente nada.

La confusión no viene de la nota doctrinal. La confusión viene de quienes prefieren viralizar sospechas antes que escuchar a la Iglesia.

5. Co-obediencia: la palabra que falta

Quizá el término que realmente necesitamos recuperar no es ‘corredentora’, sino co-obedientes. María no es corredentora en sentido estricto, pero sí es modelo absoluto de obediencia, de silencio fecundo, de entrega total al plan de Dios.

Quizás lo más adecuado sería tener presente una verdad fundamental para la vida espiritual, y es que toda cooperación con la gracia comienza en la obediencia de la fe. Y la Virgen María es su encarnación más perfecta.

Las preguntas, entonces, son estas:

  • ¿Queremos obedecer con Ella y como Ella?
  • ¿O queremos una Iglesia que obedezca nuestras preferencias, nuestras devociones y nuestros diagnósticos privados?
  • ¿Somos capaces de ser co-obedientes al Espíritu, como la Virgen María o solo co-obedientes a nuestro grupo de seguidores?

6. Conclusión: María no divide. La soberbia sí.

San Pablo nos llama con fuerza: “Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (Ef 4,3). Y, sin embargo, a veces pareciera que algunos se empeñan en lo contrario: dividir, desconfiar, acusar y erosionar la comunión que nos constituye como cuerpo de Cristo.

La Santísima Virgen María es Madre. Una madre no separa a sus hijos, sino que los reúne; no busca protagonismos ni banderas humanas. Transformarla en emblema de intereses particulares es, en el fondo, desconocer su corazón.

La nota ‘Mater populi fidelis’ no divide; lo que rompe la unidad es la soberbia espiritual que pretende erigir un “magisterio paralelo” desde la comodidad de la pantalla.

La pregunta que nos desafía no es solo mariológica, sino profundamente espiritual:

¿Queremos ser obedientes, co-obedientes o desobedientes?

La teología nos recuerda que la unidad y la cooperación fraterna no son meros ideales: son caminos de vida, de fidelidad y de amor. Y para que esta lección resuene con toda su fuerza, nada mejor que cerrar con la sabiduría criolla de José Hernández en el Martín Fierro:

“Los hermanos sean unidos,

porque esa es la ley primera.

Si entre ellos se pelean,

los devoran los de afuera”.