Recuerdo muy bien una luminosa tarde de octubre, cuando caminaba a lo largo del Tíber entusiasmada con la perspectiva de un año de estudios en Roma. Había interrumpido mis estudios de Historia del arte y Teología en Varsovia para asistir a la Pontificia Universidad Gregoriana. Fue una de las primeras veces que una chica común y corriente del centro de Europa pudo venir a estudiar teología a Roma gracias al dinero de una beca pública y al apoyo de la universidad. Hasta hace poco hubiera sido impensable, por razones sociales, económicas y políticas, pero también por razones eclesiásticas. Este hecho me impactó.
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En ese momento, la exclusión de la mujer de la plenitud de la vida en la Iglesia no lo consideraba un problema personal. Quizás porque siempre había encontrado apoyo y generosidad en mi iglesia local. O porque mis expectativas no eran muy altas. Me planteé los estudios teológicos como búsqueda de intereses personales que poco tenían que ver con la vida profesional.
Fui familiarizándome con textos de Teología feminista en un grupo de autoformación entre amigas en Varsovia. Ahí nació mi deseo de profundizar en un debate crítico sobre cuestiones de género en la Iglesia. Surgió la Fundación Tekla, que promueve esta formación entre las mujeres católicas. Entré en contacto con Voices of Faith y en 2018 me mudé a Roma para representarla.
El objetivo principal de Voices of Faith es proporcionar una plataforma donde las mujeres católicas puedan compartir sus experiencias, incluida la de luchar con las estructuras de la Iglesia cuando son hostiles a las actividades no estereotipadas de las mujeres. Organizamos encuentros y debates donde las mujeres líderes en sus comunidades buscan identificar los cambios necesarios para asegurar que la vocación de cada persona sea aceptada y respetada en la Iglesia, independientemente de su sexo.
Para un creyente convencido del valor de la igualdad en la Iglesia, esta actividad es una combinación de trabajo y pasión personal. Toca asuntos importantes sobre la identidad, aunque con frecuencia es un cuestionamiento doloroso sobre los aspectos y enseñanzas de una institución central en la vida religiosa personal. Es una difícil escuela de respeto hacia los que se oponen a tus convenciones y que tienen el mismo derecho a expresarlas en comunidad.
Participación igualitaria
Para mí una de las experiencias más importantes en esta difícil y fascinante discusión sobre los problemas y el futuro de la Iglesia es mi participación en una de las cuatro comisiones del Camino Sinodal Alemán: Mujeres en los ministerios y oficios de la Iglesia. Organizado gracias al compromiso común de laicos y obispos, respetando la participación igualitaria de los diversos grupos eclesiásticos y sociales, es un intento de dar respuesta a los acuciantes problemas de la Iglesia.
Al mismo tiempo, es un ejemplo de cómo debe ser una conversación sobre la Iglesia, donde todos aportan lo mejor de sí mismos y donde en la misma mesa se sientan un obispo, un profesor de teología, un activista y un joven.
La principal herramienta de trabajo de Voices es la creación de redes: ponerse en contacto con teólogas, religiosas y activistas de todo el mundo y promover el intercambio de ideas. Conocer a estas mujeres, sus textos, el debate que promueven, fue como una revelación, aprender a pensar de una manera nueva. Es un descubrimiento de realidades en las que es posible comprometerse en el debate teológico crítico. Significa también conocer historias de vidas en las que la valentía y el amor a la verdad, dos virtudes fundamentales para el cristianismo, se pagan muy caro.
Tras sus pasos
Zuzanna Flisowska-Carido, de 35 años, está a cargo de la oficina de Roma de Voices of Faith una iniciativa que quiere promover la igualdad y el liderazgo de las mujeres en la Iglesia. La fundadora es la jurista Chantal Götz, quien dirigió la fundación Fidel Götz, una institución benéfica con sede en Lichtenstein. Le hemos pedido que nos cuente su experiencia como parte de la comisión de mujeres del Camino Sinodal Alemán.
*Artículo original publicado en el número de febrero de 2022 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva
