Tribuna

Mujeres para salvar al mundo del coronavirus

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Aún está reciente el Día de la Mujer, donde, lamentablemente, fueron el dolor y el sufrimiento los que nos pusieron en el calendario de honor. Hoy, y debido a la inédita y compleja situación ocasionada por el coronavirus, donde la incertidumbre y el dolor también están en nuestra mesa, tenemos la tremenda oportunidad de transformar la historia y poner nuestra impronta para aportar a la salvación del mundo y de cada una de nuestras familias.



Es por eso que dedico esta reflexión a las millones de mujeres de todo el mundo que hoy temen por sus familias, que siguen trabajando –quizás más que nunca– por alimentarlas y mantenerlas sanas del cuerpo y del alma, que se desvelan en beneficio de los demás, que contienen a sus parejas preocupadas por el futuro, que ayudan a sus hijos en las tareas, que consuelan a sus padres, que crean soluciones nuevas y que se organizan como nadie para sacar adelante la vida. Las mujeres sabemos de eso y hoy debemos alzar la voz e influir en nuestros núcleos con sabiduría, astucia y buen humor.

Una laica del movimiento Regnum Christi

En clave de refrán

Solo una aclaración, para que nadie se vaya a confundir: para salvar la vida y a la humanidad, necesitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Para ayudarnos en esta tarea, y utilizando la sabiduría popular, me ayudaré de ciertos refranes y frases para facilitar el recuerdo de actitudes que nos pueden ayudar en esta cuarentena a ser firmes, flexibles y resistir, como la planta del bambú, cualquier adversidad:

  • Al mal tiempo, buena cara: es clave que nosotras, las mujeres, partamos el día con optimismo, con una sonrisa y con buen humor. No saben cuánto eso influye positivamente en los demás integrantes de la familia y del hogar.
  • Lo que se acepta duele menos: aceptar lo que estamos viviendo, sin resistencias, reclamos ni quejas, fluyendo con libertad por las circunstancias y adaptándose rápida y alegremente a los cambios de agenda, de prioridades, de bienes, de rutinas; de todo en realidad.
  • Pon los huevos en distintas canastas: el trabajo de llevar adelante una familia y una casa no puede recaer malamente en una sola persona. Delega, organiza a cada miembro de tu comunidad para que aporten por turnos y sea un trabajo de equipo todas las responsabilidades.
  • A cualquier dolor, la paciencia es lo mejor: en especial con los maridos, parejas, jóvenes y todos los que no tienen la costumbre de estar tanto en casa. No enganchar en sus berrinches, reírse con ellos de sus mañas y dales las oportunidades para que aprovechen este “regalo” a su manera y con sus tiempos.
  • No es culpa del chancho, sino el que le da el afrecho: muchas mujeres, malcriadas en un machismo cultural, se quejan de que debe hacer todo y que el resto no sirve para nada. No solo debes delegar, sino enseñar lo obvio (desde lavar la ropa o hacer una cama hasta cocinar un huevo), tolerar los errores y valorar los procesos de aprendizaje y no solo los resultados.
  • A Dios rogando y con el mazo dando: aprovecha para rezar y hacer rezar a los tuyos con alegría y creatividad. Que tener a Dios en medio de vosotros sea un gozo y una esperanza cotidiana en medio del encierro, dedicando mucho tiempo a escucharse y a dialogar con el corazón.
  • No hay mal que por bien no venga: sacar de cada contrariedad un tesoro, un regalo para compartir en familia con buen humor e inteligencia superior. Para eso es bueno detenerse en cada piedra que vayamos encontrando y tener la certeza de que servirá para construir el laberinto de la vida.
  • Lo que se siembra se cosecha: este tiempo de cuarentena es una verdadera siembra de vivencias y recuerdos que jamás olvidaremos. Siembra juegos, cuentos, canciones, recetas, conversaciones lindas, oración, encuentros, cooperación… O sea, amor en todas sus expresiones, con paciencia.
  • Elije bien tus batallas: prioriza lo que realmente es importante para tener una linda experiencia en casa. Suelta las estructuras que te ahogan en cuanto a rutinas y reglas; sé firme en lo importante, por ejemplo: el respeto y la cooperación, y actúa con tolerancia cero frente al egoísmo y la desconsideración.
  • Mira el vaso medio lleno: para muchas familias, el tema económico es una gran preocupación. Enfoca a todos en lo que sí tienen y eleva la frecuencia para que no cunda el pesimismo ni la tensión. Lo primero es la salud, el amor y la familia… Todo el resto, “en el camino se arreglará la carga”.
  • Lo perfecto es enemigo de lo bueno: muchas mujeres, en su afán de ser súper mujeres todo poderosas, se “inventan” mil deberes, órdenes y planes para tener la casa y familia perfecta. Eso no es sano y te puede enfermar a ti y a los tuyos.
  • No hay mal que dure 100 años: tengamos mucha esperanza e irradiémosla alrededor con todos nuestros pensamientos, palabras y obras.
  • Como no sabía que era imposible, lo hizo: que no sea solamente la lógica humana la que nos mueva ni ordene; sino la lógica del amor que supera todas las barreras, vence todas las batallas y permite sacar adelante lo que nadie pensó posible.

Así lo hizo la Virgen María, así lo han hecho tantas mujeres a lo largo de la historia; ahora nos toca a cada una de nosotras ser un pilar en nuestras casas, un bambú de raíces muy profundas enraizado en la fe y el amor, firmes para que prime.