Tribuna

Los borrachos, las farolas y las palabras del papa Francisco

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Los borrachos utilizan las farolas no para iluminarse, sino para apoyarse en ellas y mantener la posición. Así hacen algunos con las estadísticas… y también con las palabras del papa Francisco: se acercan a ellas y las toman no para aprender, aclararse o iluminarse, sino para, apoyándose en ellas, reforzar las propias posiciones. Por eso las utilizan en tanto en cuanto conviene a los propios intereses… y si no interesan para ello, pues se dejan de lado. En fin, es una tentación y un peligro del que todos debemos cuidarnos, yo el primero.



Viene esto a colación de las palabras del Papa en relación a las personas con tendencia homosexual y las uniones entre ellas. No abordaré el tema en sí mismo, porque no he podido ni ver el documental en el que se escuchan las discutidas palabras del Papa, ni escucharlas directamente, ni leer comentarios serios y autorizados… y no quisiera caer en el error –que muchas veces he criticado en otros– de hablar de documentos que no han leído, de declaraciones que no han escuchado o de personas y hechos que no conocen.

El procedimiento

Lo que sí me resulta meridianamente claro es que si el Papa quisiese introducir algún cambio o variante a lo que se considera la doctrina de la Iglesia, a la fe y/o a la moral que los cristianos católicos compartimos, no lo va a hacer a través de unas declaraciones en un documental, declaraciones que han sido editadas y preparadas para ese género comunicativo.

Cuando quiso hacerlo en relación a la pena de muerte, por ejemplo, utilizó un documento oficial (‘Rescripto’) que ordenaba la modificación nada menos que de unos párrafos del Catecismo de la Iglesia Católica. Es lo normal. Para eso tiene el Papa las cartas encíclicas (‘Fratelli Tutti’, la tercera y más reciente), las exhortaciones apostólicas (‘Evangelii gaudium’, ‘Amoris laetitia’, ‘Querida Amazonia’…), las cartas y las constituciones apostólicas, los motu proprio o, por lo menos, como en el caso de la pena de muerte, los ‘rescriptos’.

Ni tanto ni tan calvo

Pero no puede ser que, a partir de unas declaraciones (que, por cierto, dicen que datan de hace más de un año) en una entrevista periodística, reutilizadas parcialmente para un documental, algunos saquen la conclusión de que se ha producido nada menos que un cambio revolucionario en la doctrina cristiana.

Ni unos tienen derecho a echar las campanas al vuelo diciendo que, ¡por fin!, el Papa reconoce el matrimonio homosexual, y que una nueva época se inicia en la Iglesia en relación a las personas con esta tendencia… ni otros pueden tocar a rebato, llamando al combate contra el “hereje” y amenazando con un cisma eclesial por una frase de las características más arriba citadas.

No saquemos conclusiones precipitadas

No tenemos derecho a hacer decir a alguien lo que no ha dicho; ni a utilizar lo que sí ha dicho… pero llevando el agua a nuestro molino y arrimando el ascua a nuestra sardina. No es correcto pasar, a la ligera, de la anécdota a la categoría ni tomar la parte por el todo.

Si queremos referirnos a lo que es la fe de los cristianos, la fe de la Iglesia, y a nuestras convicciones morales, vayamos al Evangelio en primer lugar; y sigamos por un estudio serio y tranquilo de la Tradición (con mayúscula) y el Magisterio de la Iglesia. Los periódicos y demás medios son buenos para informarse y comunicarse… pero no son suficientes para hacer teología y moral; para eso hay que arremangarse y ponerse a estudiar las cosas con una cierta seriedad y profundidad.

No saquemos conclusiones precipitadas solamente tras la lectura de algunos artículos periodísticos; ni siquiera de este.