Tribuna

La crisis política-institucional en Perú y el rol de la Iglesia

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Perú ha pasado por una profundización de la crisis política en las últimas semanas. Recientemente se ha podido estructurar una salida democrática gracias al protagonismo de la ciudadanía que se volcó a las calles en movilizaciones de protesta a nivel nacional sin precedentes. Se estima que en estas jornadas de protesta e indignación participaron alrededor de 3 millones de peruanas y peruanos, pues la empresa Ipsos señala en su última encuesta que el 13% de la población peruana ha declarado haber participado en las marchas.



Profundización de la crisis

El ex presidente del Perú, Martín Vizcarra, venía teniendo serias diferencias con el Congreso desde su nombramiento en enero del 2020, fundamentalmente por la poca predisposición del Congreso para avalar las importantes reformas políticas, judiciales y educativas propuestas. Estas diferencias entraron en un proceso de crisis a mediados de septiembre con un primer intento de vacancia a la Presidencia de la República, de parte del Congreso, que no llegó a prosperar.

La crisis se agudizó con una segunda propuesta de vacancia del Congreso, a inicios del mes de noviembre, que prosperó sobre la base de declaraciones de un aspirante a colaborador eficaz de la fiscalía que afirmó que un ex ministro habría entregado sobornos al expresidente Martín Vizcarra cuando era gobernador regional de Moquegua.  En definitiva se vaca a Vizcarrra por supuestos hechos de corrupción ocurridos cuando era gobernador regional de Moquegua y no por hechos ocurridos cuando es Presidente. Esto se hizo contra la opinión pública, que mayoritariamente se había pronunciado por hacer la investigación a Vizcarra en los ocho meses siguientes, una vez que concluyera su mandato.

Movizaciones y protestas

Ante la vacancia efectiva del ex presidente Martín Vizcarra el 9 de noviembre por ‘incapacidad moral’ ocurre la asunción por ley de la Presidencia de la República de Manuel Merino, entonces Presidente del Congreso. Esa misma tarde empezaron las movilizaciones y protestas en las calles por todo el país rechazando las medidas del Congreso.

El mismo día, la Iglesia peruana empezó a hacerse presente en las palabras del arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, en sus declaraciones en una de las radios más importantes del país en relación al Congreso: “llamo a que rectifiquen la medida que han tomado. Qué cosa van a poder hacer si ni siquiera pueden manejar la representación nacional. Estamos necesitados de gente que tenga cordura, sabiduría, y vea estratégicamente las necesidades del conjunto del país”.

Al día siguiente, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos del Perú sacó un pronunciamiento en el que, frente a la actuación del Congreso, señala: “lamentamos profundamente que el Congreso haya procedido a vacar al presidente Martín Vizcarra en medio de la más grave crisis sanitaria y económica de los últimos años en el Perú, aplicando dudosamente la figura de incapacidad moral permanente…” y culminan indicando lo siguiente: “animamos a todas las peruanas y a todos los peruanos a ejercer su plena ciudadanía, exigiendo que los responsables del nuevo gobierno sepan poner los intereses del país por encima de sus interese particulares.”.

Ese día la Conferencia Episcopal Peruana sacó un comunicado en el que se indica: “en este contexto actual, debemos fortalecer y priorizar la atención a la emergencia sanitaria, económica y social que agobia nuestra patria (…). Es hora de escuchar a la población, y actuar pensando en el Perú”.

En los siguientes días diversas instituciones de la sociedad civil se fueron pronunciando. Desde una perspectiva de fe destacamos el pronunciamiento del Nodo Perú de la Red Latinoamericana de Iglesias y Minería en el que se señala que la vacancia presidencial ha agudizando la crisis, generando incertidumbre y aumentando la conflictividad.

De otro lado, el Sector Social de la Compañía de Jesús hizo un “llamado a todas las fuerzas democráticas del país a dar una salida inmediata a la situación de acuerdo a los marcos constitucionales, frente a un gobierno que no tiene legitimidad”. Un colectivo que agrupa diversos movimientos, la Mesa de Movimientos Laicales, se pronunció rechazando la vacancia presidencial, la corrupción, la impunidad y al mismo tiempo reafirmó su compromiso ciudadano y creyente en el Dios de la vida y de la historia, que nos encarga construir un mundo digno de ser vivido.

Tuvieron que pasar 6 días de movilizaciones en las calles, de protestas virtuales, cacerolazos en los balcones de las viviendas, la dolorosa muerte de dos jóvenes estudiantes (Jack Bryan Pintado Sanchez y Jordan Inti Sotelo Camargo), más de cien heridos producto de la represión policial y 41 desaparecidos para que el presidente del Congreso, Luis Valdez, exhorte al Presidente encargado Merino a presentar su carta de renuncia y convoca a una sesión extraordinaria del pleno del Congreso con el fin de sacar a Merino de la Presidencia. Para ello, se hace el cambio de la mesa directiva y se censura al entonces mandatario. Ante esta presión, el 15 de noviembre Merino anuncia su renuncia irrevocable al cargo, en un mensaje a la nación, poniendo fin a una semana de intensa tensión política que ahora tiene como nuevo presidente encargado y transitorio al congresista Francisco Sagasti.

Voces de la iglesia

Como se ha podio evidenciar, la Iglesia peruana en toda su amplitud de pueblo de Dios, desde el clero hasta los laicos, ha alzado su voz en este contexto señalando la ilegitimidad del accionar del Congreso, fundamentalmente porque no se ha actuado escuchando a la población ni en función del bien del país y se ha puesto por delante intereses particulares. Todas estas denuncias se han sumado a la presencia de congregaciones, comunidades cristianas, grupos de laicos que, junto al conjunto de protestas de la sociedad civil peruana, han sido fundamentales para atender la urgencia y tener un desenlace democrático frente a la vacancia del ex presidente Vizcarra.

La crisis aún no está resuelta, pero el presidente Sagasti, como gobierno de transición, ha dado medidas que responden al esclarecimiento de las muertes y heridos en las manifestaciones con la destitución de 15 generales de la policia. A la par tiene la ardua tarea de crear las condiciones adecuadas para que en las elecciones de abril del 2021 se pueda tener un presidente y un congreso que no esté condicionado por intereses particulares, de manera que pueda tener una política de gobierno en el que el Perú esté por delante.

Como lo hemos señalado desde el Instituto Bartolomé de Las Casas en nuestro pronunciamiento, esta conquista del pueblo peruano debe ser un punto de partida para ir avanzando hacia procesos de representación política conectados con la ciudadanía en donde lo principal sea la defensa de la dignidad humana, los derechos de cada persona y el bien común.

La hondura de la crisis política está marcada por una gran falta de valores que viene de atrás. Esto hace que la corrupción permee gran parte de las instituciones de los tres poderes de gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial) y sectores de la sociedad. En este sentido, como Iglesia podemos tener un rol importante como aporte ético, basado en la acción y apoyo a la ciudadanía peruana en torno a valores universales que permitan tener una mirada de largo aliento. En esta tarea nos resultan muy inspiradoras las palabras del papa Francisco:

La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo (Fratelli Tutti, 178).