Tribuna

La buena prensa o la prensa prensada

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El término prensa se usa para definir a un grupo de periodistas, pero, por esas cosas de nuestra lengua española, es también el significado de una máquina que se usa para comprimir, cuya forma varía según el uso que se aplica, así por ej. es diferente la prensa para modelar metales de aquella que sirve para prensar uvas.

En esta columna pienso hablar de la primera, aunque no vendrá mal alguna alegoría a la segunda.

El periodismo es una actividad profesional que consiste en la obtención y difusión de informaciones a través de cualquier medio.  Es además una profesión noble, arriesgada basada en la verdad que a su vez busca la bondad y la belleza, aunque le toque cronicar situaciones dolorosas.  ¡Esa es la buena prensa!

Cada uno de nosotros, de acuerdo a las buenas o malas acciones que hagamos, tendremos o haremos buena o mala prensa, lo mismo que las grandes instituciones. La Iglesia tiene buena prensa con los santos de al lado, con la tarea misionera de cualquiera de sus miembros, desde una catequista hasta el Papa; contrariamente, tiene mala prensa cuando la incoherencia nos domina y corremos tras la propia prensa dejando de lado la de nuestros hermanos, por ej. cuando no nos hacemos cargo y criticamos los errores de los demás. Aquí se aplicaría la segunda acepción de prensa… comprimimos, aplastamos el buen nombre de los demás.

La “prensa prensada”

Cuando la prensa periodística se arrodilla por dinero, por política o por nombre ante los gobiernos, las corporaciones o las publicidades termina en la prensa de la segunda acepción, deja de ser ella misma para tener la forma que le ponen los demás. Pierde su servicio a la verdad, a la bondad y a la belleza. Se transforma en una “prensa prensada”.

La prensa periodística puede definir desde el resultado de un juicio hasta la de una elección; tanto actuando como buena o como mala prensa.

Invito a hacer un examen de conciencia, como personas, como católicos, ¿somos buena o mala prensa?. ¿Prensamos a los demás?. ¿Prenso la verdad para dar paso a lo que no conviene decir o no construye?

A través de ambas prensas, se juegan nada menos que el buen nombre, el buen país, el buen mundo que Dios nos regaló. Evitemos conjugar el verbo prensar (yo prenso, él prensa, etc.), no nos dejemos prensar. Seamos fieles a la información recibida, démosla gratuitamente.

La Buena Prensa periodística no puede esperar.