Tribuna

JMJ Madrid: mirada agradecida

Compartir

Antes de partir para Roma, Benedicto XVI se reunió en la tarde del domingo 21 de agosto, en el Pabellón 9 de la Feria de Madrid-IFEMA, con los voluntarios de los cinco continentes que hicieron posible la JMJ 2011.

A los diez años de la JMJ de Madrid, me piden un testimonio personal de lo que supuso para mí aquella apasionante aventura. El paso de los años no ha borrado lo esencial del momento eclesial que vivimos. Si tengo que cribar mis experiencias, me queda el poso de una Iglesia joven, atrevida, saludablemente provocadora, que salió a la calle gritando la alegría del Evangelio.



Me quedo con las impactantes historias de jóvenes que encontraron la fe y, con ella, la pertenencia a la Iglesia de Cristo, que se les manifestó, no como una estructura fría ni como una institución ajena a su vida, sino como un pueblo que camina en la historia mezclado con el resto de los hombres.

Me quedo con las conversiones de las que fui testigo directo en la sede de la organización, en especial con la de una voluntaria alemana, que vino para colaborar, sin creer en Dios, pero con el alma limpia como un manantial, y volvió a su tierra con la intención de pedir el bautismo. Me quedo con la energía que los jóvenes trasmitían solo con su presencia en calles, restaurantes, parques…

La piedra de la fe

Y, cómo no, me quedo con la presencia del sucesor de Pedro, el papa Benedicto XVI, que no se ahorró sacrificios, aceptó actos no programados y que, cuando llegó la tormenta en la vigilia eucarística, a la propuesta de abandonar el lugar, respondió que él permanecería donde estaban los jóvenes. El viento le arrebató el solideo, pero él no se movió de su sitio. Era Pedro, la piedra de la fe.

Yo jamás pensé que me tocaría coordinar un acto semejante. Mi madre pasaba por el último tramo de su ancianidad. Ser obispo auxiliar de Madrid suponía ya mucho trabajo. Acepté con espíritu de servicio. Y ahora, al volver la mirada hacia atrás, agradezco a Dios la experiencia,

Lea más: