En nuestra Iglesia, tenemos grandes pilares de espiritualidad, grandes maestros como san Agustín con toda la riqueza que nos dejó en el corazón de la Iglesia, marcado por su gran amor a la santísima Trinidad, esto lo bebió san Juan Eudes, muchos años después, para enamorarnos más de un Jesús cercano desde los evangelios.
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Un gran Maestro especial, lleno de actividades y compromisos, con unas tácticas concretas y unas exigencias de vida para ser discípulos.
Formar buenos obreros del evangelio
San Juan Eudes, desde una visión integral del ser humano y visionando la formación de buenos obreros del evangelio en su contexto (siglo XVII), nos presentó desde el fundamento bíblico-teológico: la escuela formadora de Jesús, que desde sus inicios hasta el día de hoy ha marcado una manera propia de vivir la espiritualidad, con énfasis en corazón de Jesús. Por eso, es llamado el Padre, Doctor y Apóstol litúrgico del corazón de Jesús.
Volver a los evangelios para descubrir y experimentar a un Jesús vivo
Una lectura de los Evangelios, desde la praxis formativa de varios años en seminarios como Ambato y Cuenca (Ecuador), nuestra casa de formación “la misión”, en mi amplia experiencia de 4 años formador en el Minuto de Dios, al mismo tiempo en varias obras: parroquias en diferentes lugares en Colombia, al igual que capellán en Uniminuto; esto me ha permitido descubrir que hay algo más profundo y fundamental en el Maestro Jesús, que es lo verdaderamente marcante de su Escuela: “su persona”. Término muy cercano a nosotros y a nuestra cultura.
A mí me encanta, por ejemplo, la palabra: “sumerced”; porque representa cercanía con nuestras propias raíces. Un sacerdote de Nicaragua, que vino a Colombia a formarse como eudista, siempre le gusto esta expresión e incluso tiene varias anécdotas con esta palabra, hoy trabaja en Nicaragua y sigue enamorado de la cultura colombiana. Su nombre Neguib.
La invitación de san Juan Pablo II a vivir este encuentro con Jesús – Eucaristía
Esta es la experiencia personal lo que marca para siempre en la vida, parafraseando a san Juan Pablo II, en una invitación para vivir la Eucaristía, que quedó grabada en mi mente y en mi corazón, los invito a tener una experiencia viva y real, de ojos abiertos y corazón palpitante con Jesús – Eucaristía.
Retomando unas palabras de un gran escritor: “Es Él, su estilo, sus sentimientos, su modo de actuar y enfrentar la vida, su palabra y sus gestos, su cercanía y su presencia; todo esto es lo que atrae, lo que fascina a los discípulos y oyentes, lo que impacta el corazón de tantos, lo que produce un efecto transformador en la vida de los que entran en contacto con Él” (Nos ayuda mucho para este apartado el pensamiento y la exposición de MESTERS C. Jesús formador. En Vida Religiosa, 90 (2000) pg. 426-433).
¿Por qué arde nuestro corazón?
Basta con leer detalladamente el evangelio en la pluma de san Lucas, con los discípulos de Emaús que regresaban de Jerusalén derrotados, fracasados y tristes, se les aparece un desconocido, que no lo reconocieron porque estaban embotados, era el mismo Jesús que los acompaño y les explico las escrituras por el camino, sólo lo reconocen cuando parte el pan en la celebración de la vida, no en el camino, pero queda el sabor dulce de la experiencia: “Los dos se dijeron:
“¿No es verdad que, cuando él nos hablaba en el camino y nos explicaba la Biblia, sentíamos como que un fuego ardía en nuestros corazones?””(san Lucas 24, 32).
Un reto para todos: formar a Jesús en cada uno
Jesús es el eje, centro, modelo y punto de referencia de la comunidad de discípulos. Por sus actitudes, es un signo del Reino: transparenta y encarna el amor de Dios y lo revela (Mc. 6, 31; Mt. 10,30; Lc. 15, 11-32).
Los dejará marcados para siempre, nosotros no seguimos una ideología, una doctrina o una idea. Somos seguidores de la persona de Jesús, es una experiencia que marca, es un encuentro personal con Jesús.
Jesús es una persona “significativa “para los discípulos
“A lo largo de tres años, Jesús acompaña a los discípulos. Convive con ellos, come con ellos, camina con ellos, se alegra con ellos, sufre con ellos. A través de esa convivencia es como se forman.
Desde el primer momento de la llamada, Jesús les implica en la misión. La participación en el anuncio del Reino forma parte del proceso formativo, dado que la Misión es la razón de ser de la vida comunitaria en torno a Jesús” (MESTERS C. Jesús formador. En Vida Religiosa, 90 (2000) pg. 426).
Tres enfoques o modos de vivir la vida del discipulado
Siguiendo la línea de la espiritualidad eudista, quiero retomar las palabras del padre +Álvaro Torres, un gran eudista que fue formador de muchas generaciones en Colombia, que nos dejó una gran riqueza espiritual en la comunidad, fue de aquellas personas que dedicaron toda su vida a traducir del francés los libros de san Juan Eudes, en su esquema sintético, que espero ser fiel a su legado y que resume los tres enfoques o tres modos de vivir la espiritualidad hoy:
- Espiritualidad de Imitación: Imitar = Remedar a Cristo, copiar un modelo externo. Claro que en la riqueza de la Iglesia está un libro que seguro muchas generaciones estudiamos y leímos: “la imitación de Cristo” de Tomas Kempis. Pero siempre sentía que faltaba algo a ese manera de ver y vivir la espiritualidad, era trascender e ir mas allá. San Juan Eudes NO PROPONE una espiritualidad de imitación. Esta espiritualidad se caracteriza por frases como esta: “Señor, enséñame a ser como tú”.
- Espiritualidad de Acción Externa: Es un actuar por el poder de otro que actúa en nosotros. Actuar “por” Cristo. San Juan Eudes NO PROPONE una espiritualidad de acción externa. Esta espiritualidad se caracteriza por oraciones como esta: “Señor, dame tu poder para actuar como tú”.
- Espiritualidad de Acción Vital: Es una espiritualidad de base existencial. En ella le pedimos al Señor que él viva “en” nosotros su misterio de Encarnación. Este es el modelo asumido y propuesto por la espiritualidad auténticamente Eudista, en él no le pido que me haga orante, le pido que venga y ore “en” mí. No le pido que me dé su fuerza para actuar con su poder, le pido que venga y actúe “en” mí. El símil en que se fundamenta Juan Eudes para explicar este modo singular de “hacer viable” la vida cristiana es el texto de Juan 15 en donde nos habla de la vida y los sarmientos y en donde Jesús mismo nos exhorta a permanecer “en” él. Gálatas 2, 20 nos dice precisamente esto: Cristo quiere seguir viviendo “en” el mundo, pero Juan Eudes, como artesano de la vida cristiana, nos enseña que Cristo quiere seguir viviendo “en” el mundo a través de mí.
La espiritualidad se encarna en la historia de todos los hombres
San Juan Eudes SI PROPONE una espiritualidad de acción vital, que es en sí misma una espiritualidad de ENCARNACIÓN que se materializa en esta jaculatoria que se trasforma en el grito de batalla de la espiritualidad eudista: “¡QUEREMOS SEÑOR JESÚS, QUE VIVAS Y REINES ENTRE NOSOTROS!”
Una propuesta de continuar y completar la vida de Jesús en nosotros
La visión de la vida cristiana como un “continuar y completar la vida de Jesús”, siendo otros tantos Jesús sobre la tierra, dejándonos animar de su propio espíritu, viviendo su misma vida, caminando tras sus huellas, revistiéndonos de sus sentimientos y realizando todas nuestras acciones con sus mismas disposiciones e intenciones (san Juan Eudes, O.E. Centro carismático Minuto de Dios, pág. 131-134).
La invitación a buscar decididamente la santidad en la vida diaria porque “ser cristiano y ser santo es la misma cosa “y hacer de nuestras comunidades una “escuela de santidad”.
La formación es continua y dura toda la vida
Asumir la formación de los presbíteros y laicos en la Iglesia como una tarea y un trabajo salvífico que supera a las demás obras del ministerio, en especial a los pastores, según el corazón de Dios: “Significa salvar a los que salvan, dirigir a los que dirigen, enseñar a los que enseñan, apacentar a los que apacientan, iluminar a los que son la luz del mundo, santificar a los que son la santificación de la Iglesia” (San Juan Eudes, O.C. X, 1905, pág. 417).
Por último, a eso estamos llamados como formador de formadores, por pura misericordia y confianza de Dios al llamarnos a tan noble ministerio, sin merecerlo jamás porque llevamos un tesoro en vasijas de barro.
Una bella experiencia que he tenido en estos días y me ha marcado, es la entrevista en FILBO 2025 en Bogotá, con editorial san Pablo, con el libro: “los 7 soy yo de Jesús”, donde presenté el libro y firme varios a mis amados lectores y seguidores de diferentes lugares que nos visitaron.
Me encantó una señora que se me acercó y me dijo: “Puede dedicar este libro para mi mamá que tiene 87 años y es una gran lectora de libros católicos”. La señora me agradeció, me abrazo y dijo que era un gran regalo para su mamá, seguro se puso muy feliz cuando lo recibió.
Estos detalles alegran el corazón y motivan para seguir adelante en la vida. Ustedes que nos siguen, que oran por nosotros y nos leen son nuestro motorcito para seguir adelante. Mil gracias por su apoyo incondicional.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios