Tribuna

Francisco a Marruecos, tierra de puentes

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El martes 13 de noviembre (sí, martes y 13, para desencanto de los supersticiosos), la Iglesia que peregrina en Marruecos recibió una grande y buena noticia (¡un evangelio!): el papa Francisco quiere visitar este país y a esta Iglesia. Está previsto que lo haga los días 30 y 31 de marzo de 2019, en las ciudades de Rabat y Casablanca.

¿Hay cristianos aquí?

¡Y tanto que sí! Dos catedrales como dos soles (Tánger y Rabat), unas 25 parroquias con sus respectivas iglesias, otros tantos centros de culto, 15 escuelas católicas, bastantes obras sociales y culturales y la presencia de Cáritas y de la Delegación de Migraciones (en la Diócesis de Tánger) que realizan una tarea ingente e invalorable en favor de nuestros hermanos migrantes, así como también de los marroquíes.

Medina de Rabat

Medina de Rabat, capital de Marruecos

Pero lo más importante son las personas. Calculamos que somos unos 30.000 católicos en Marruecos. En nuestras comunidades hay más hombres que mujeres, más jóvenes que ancianos… y más negros que blancos. Sí, porque aquí la gran mayoría de los cristianos son jóvenes universitarios de países del África subsahariana, aunque también hay un buen número de europeos y una minoría creciente de asiáticos, filipinos principalmente.

Todos somos extranjeros, pero la Iglesia tiene vocación de encarnarse en esta tierra y en este pueblo que nos acoge. Provenimos de más de cien naciones, de manera que vivimos de forma espontánea la “catolicidad” de la Iglesia, su universalidad.

¿Por qué viene el Papa?

Porque nuestra Iglesia es una de las periferias a las que él nos está siempre remitiendo. Viniendo a Marruecos antes que a otros tradicionales y grandes países católicos, el Papa predica con el ejemplo.

Somos una Iglesia insignificante (pequeña, minúscula, con menos del 0,1% de la población), pero significativa, porque tenemos algo que decir y que aportar, porque somos signo del Reino que crece aquí como en todas partes. A esta Iglesia absolutamente minoritaria, sin poder alguno y sin relevancia, pero encarnada, ecuménica y samaritana, quiere venir Francisco.

Viene también porque quiere tocar con la mano el drama de las migraciones, en un lugar como Marruecos, que es país de origen, país de paso y país de acogida. Aquí tendrá oportunidad de conocer en vivo y en directo los sufrimientos que todo migrante acumula en su periplo hacia Europa.

(…)

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