Tribuna

El papa Francisco abre la puerta de la Cuaresma en el Año Jubilar: caminar en la esperanza hacia la paz

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Un hombre humilde y ejemplar, un apóstol incansable por la construcción de la paz, hombre alegre y que nos ha dejado en alto su lucha por querer mostrar el rostro de la misericordia y de la paz en nuestra sociedad, marcada por las guerras y la violencia.



En estos días, he meditado mucho sobre esa estampa de hombre que en su pontificado se dedicó a los temas más controversiales de la Iglesia, con un mensaje claro y que llegará al corazón de cada persona que lo escuchará. Siempre dispuesto a servir al ser humano, no sólo con sus discursos, sino con su ejemplo de vida.

El desarme del corazón es un acto de paz

“El desarme del corazón es un gesto que involucra a todos, a los primeros y a los últimos, a los pequeños y a los grandes, a los ricos y a los pobres. A veces, es suficiente algo sencillo, como «una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito».

Con estos pequeños-grandes gestos, nos acercamos a la meta de la paz y la alcanzaremos más rápido; es más, a lo largo del camino, junto a los hermanos y hermanas reunidos, nos descubriremos ya cambiados respecto a cómo habíamos partido.

En efecto, la paz no se alcanza sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado”(mensaje de Su Santidad Francisco, para la LVIII, jornada mundial de la paz, 1 de enero de 2025).

Solo quiero detenerme en esa palabra del papa Francisco: “el desarme del corazón… involucra a todos”. En este camino no todo se encuentra fácil, si la paz solo fuera resolución de conflictos, acuerdos firmados, procesos de paz… sería muy reduccionista o tal vez no haber comprendido la profundidad del evangelio.

Porque la paz como don o regalo de Dios, debe ser esa primera paz, que nace de cada corazón, ese shalom hebreo, te deseo desde lo más profundo de mi corazón la paz, porque mi corazón que está en paz conmigo mismo, comparte esa paz con la persona a la que le doy mi abrazo de mi paz interior.

Papa Francisco Efe

Jesús, un hombre orante

Jesús, antes de cualquier acción oraba desde lo profundo de su corazón, pedía discernimiento ante cualquier decisión de su vida, seguro en el huerto no era fácil, porque estaba reflejada su humanidad plenamente, no tenía otra opción: “Padre, si es posible aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26, 39).

Es un momento decisivo, ora porque humanamente sabe que no es fácil, pero que quiere hacer la voluntad de Dios en su vida, pide la fortaleza que solo viene de lo alto a su corazón, lo que le trae más paz, es hacer la voluntad del Padre, no la propia.

La puerta cuaresmal: Peregrinos de la esperanza

Este año, el papa Francisco nos propone un camino, con el lema del jubileo: “peregrinos de la esperanza”, se abre la gran puerta de este año, caminar como dice el poeta: “se hace camino al andar”, nada está realizado, nada tenemos resuelto.

Como el pueblo de Israel se abre a caminar por el desierto, lugar de peligros e incertidumbre, así mismo nosotros caminamos en esta cuaresma con la convicción que somos peregrinos, no tenemos anclaje en un lugar determinado, sino en una apuesta por el camino, seguro encontramos peligros y amenazas, pero esta la convicción de la fe.

¿Qué me paraliza en mí caminar?

Me parece muy pertinente para este año el mensaje del papa Francisco, pues soy el primero que debo dejarme cuestionar por este mensaje oportuno: “Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?

Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante” (Mensaje del santo padre Francisco para la cuaresma 2025, caminemos juntos en la esperanza).

Me parece que al uno dejarse interpelar por estas preguntas, seguro que empezamos a desarmar nuestro corazón cerrado, anquilosado, herido por muchos recuerdos dolorosos… pero debemos buscar caminos, no es fácil perdonar, no es fácil no guardar rencor por alguien o por algo, el pueblo de Israel, al salir de Egipto, pensó que iban a morir en el desierto: “nos trajiste a morir en el desierto, nos hubieras dejado esclavos” (Ex. 14, 11).

La respuesta de Moisés en ese momento fue: “¡no tengan miedo!” (Ex. 20, 20). Hoy, el Señor nos dice lo mismo, el pueblo debía caminar para buscar salidas, no podía quedarse estático o si no se convertía en cadáver, la vida es acción, lo que debemos buscar es dejarnos interpelar por los que caminan buscando mejores oportunidades, dejando atrás todo, su tierra y su zona de confort, para buscar respuestas que interpelan nuestro corazón frio o endurecido por las cosas materiales o porque no se ha abierto al poder liberador del señor.

Caminar juntos

El pueblo de Israel, caminan juntos en el desierto, la tierra prometida es su gran promesa, se cumple después de años de luchas, la cuaresma es un caminar, no caminamos solos, porque la gran vocación de la Iglesia es ser sinodal, juntos a “otros” caminamos en la convicción de ser corresponsables con mis hermanos: “significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. V

amos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia” (Mensaje del santo padre Francisco para la cuaresma 2025, caminemos juntos en la esperanza).

La corresponsabilidad

La profunda convicción, no solo es la responsabilidad personal, sino la corresponsabilidad, cada uno no se salva solito, no somos islas, porque estamos conectados, somos parte de un todo, somos parte de un continente.

Jesús, reunió doce apóstoles, los formó desde las convicciones profundas, compartieron 24/7 la misma vida, aprendieron a saborearla, no todas las pescas fueron milagrosas, no todos los trabajos fueron de frutos impresionantes, tuvieron sus dudas e incertidumbres. Pedro se hundió en el mar, lo negó tres veces pero lo perdonó con el fuego del amor tres veces.

Sano su corazón para servir y apacentar al rebaño. La conexión acontece ante la incertidumbre, estamos conectados no solo porque tenemos la tecnología, sino porque sabemos aceptarnos y valorarnos como hermanos que caminamos en la misma dirección, a veces nos cargan y a veces cargamos, pero con paciencia y amor.

La película que está en el cine: “el conclave”, me dejo una gran enseñanza para la vida, la incertidumbre y la duda son claves para el hombre de fe, porque cuando tenemos todo resuelto, perdemos la gracia de saber vivir.

Tal vez, sea un relato imaginario o incluso un espejo de la realidad, lo que me parece importante resaltar es que escuchar lo que Dios quiere para su Iglesia es algo que debe ser prioritario ante las incertidumbres o mezquindades, la voz del Señor sigue guiándola en medio de nuestras fragilidades humanas y competencias o intereses: “¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?” (Mensaje del santo padre Francisco para la cuaresma 2025, caminemos juntos en la esperanza).

Pero el Espíritu sopla donde quiere y como quiere, ese soplo puede ser leve o puede ser fuerte como un huracán, pero sopla guiándonos como Iglesia como lugar que nos congrega y nos une en una dirección.

Vencer la tentación en la cuaresma

Caminamos juntos como Iglesia sinodal, el pueblo de Israel camino codo a codo en el desierto con una dirección hacia la tierra prometida, debemos vencer la tentación primera de encerrarnos y no abrirnos a escuchar la voz de Dios en mi corazón o la voz de Dios en su Palabra -de Dios- que me interpela o en los hermanos que me cuestionan, me corrigen y me colaboran para ser mejor: “somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades” (Mensaje del santo padre Francisco para la cuaresma 2025, caminemos juntos en la esperanza).

Tal vez la tentación de nosotros hoy sea vencernos a notros mismos en el orgullo, en no construir con el “otro”, en las relaciones interpersonales muchos no vencen la tentación y quieren construir solos, sin pensar en el “otro” o sin ser corresponsables con el “otro”, ese pecado deberíamos ponerle más atención en cualquier estado de vida.

Hoy al igual que ayer caminamos juntos en la dirección del Espíritu Santo como Iglesia, caminamos juntos en nuestras comunidades eclesiales y parroquiales en pro de la construcción de una verdadera paz que se construye no solos, sino juntos, como hermanos -como dice la canción- en esa dirección correcta, porque estamos abiertos a esa voz del Señor que nos lleva hacia la victoria pascual de una paz verdadera.


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios