Tribuna

¡El miedo no es zonzo!

Compartir

Determinados estudios de la Neurociencia dicen que existe un sistema de alarma que advierte cuando una cosa no anda bien, o cuando alguna de nuestras acciones puede comprometer nuestra integridad. Se trata de un circuito que da informaciones para ajustar el rumbo de nuestro comportamiento y hace que nos pongamos a resguardo de los peligros[1]. Simplificando bastante lo dicho, se trataría del miedo que se siente cuando hay algo o alguien que nos amenaza en cualquier circunstancia.

Recorrer las propias vivencias ayuda a ponerle nombre a este “sexto” sentido. Desde el miedo al primer día de clases y a perdernos en un supermercado, al miedo que nos maten en un asalto o quedarmos sin trabajo. En todos hay una fea sensación de desprotección, de soledad, de angustia que se asemejan a límite, a muerte. En todos los casos se quiere “no estar” allí y se pide ayuda a gritos, incluso salen reacciones para asumir la situación que no sabíamos que teníamos.

El miedo, visto de este modo, es algo bueno y eficaz que ayuda a preservar la propia vida y con esto, se explica el sabio dicho popular que indica que el miedo no es zonzo, es decir que no es inútil. Huir en estos casos no es cobardía, sino preservación de la propia vida y muchas veces la de los demás.

Un grave problema de nuestras sociedades es la pérdida del miedo, que no se identifica con audacia, sino con la falta de consideración por lo que el otro es y necesita. Es también pérdida de empatía, obviar ponerme en lugar del otro y asumir sus sentimientos.

Saber del miedo a perder el trabajo ayudaría a los que ven a sus empleados como un engranaje de su organización, el miedo a la enfermedad ayudaría a los médicos que atienden a sus pacientes como clientes, el miedo al juicio de Mateo 25 ayudaría a algunos pastores a tener olor a oveja, el miedo a la soledad ayudaría a los que ven en la ancianidad un destino cronológico, el miedo a no poder hacer lo que deseamos ayudaría a todos a valorar la ayuda del otro. Podemos seguir con una larga lista de caras y contracaras de este particular sentido, cuya principal función es resguardar la vida del peligro.

Me reservo para el final un análisis transitivo. Si se tiene miedo ante la posibilidad de perder la vida, significa que la vida es un valor importante y ella misma tiene una dinámica en su ADN que la lleva a defenderse de sí misma con una reacción muchas veces inconsciente. Visto así, el miedo es una actitud plenamente humana y por eso no es zonzo ni inútil. Mi conclusión alcanza al aborto; si la persona tiene una reacción instintiva para cuidar la vida, cuando se atenta a ella, especialmente aquella que no puede defenderse aunque sienta miedo, es un verdadero acto inhumano, una práctica que va en contra de la definición antropológica del hombre.

Quizás el miedo a perder la vida ayudaría a no validar el aborto. ¡No seamos zonzos!

 

 

[1]Waisburg, Claudio, Fundación INECO.