Tribuna

El despertar espiritual que nadie esperaba: de Rosalía a ‘Los domingos’

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Entre el revuelo que ha provocado Rosalía con su nuevo álbum ‘Lux’, la película ‘Los domingos’ y la música de Hakuna, se percibe en España un fenómeno inesperado: un renacer espiritual, libre de moralismos y teñido de arte, que devuelve lo sagrado al centro de la cultura contemporánea. “Despierta, tú que duermes, y la luz de Cristo te iluminará”  (Efesios 5,14).

Un cambio espiritual en el aire

En apenas una semana he escuchado a amigos no muy creyentes hablar de un fenómeno que parecía impensable hace poco: un cambio espiritual perceptible en España, impulsado por actores insólitos en este contexto —una cantante exitosa, una película y un grupo musical—. Incluso El País se ha hecho eco de este giro en varios artículos.

Portada de 'Lux', de Rosalía

Portada de ‘Lux’, de Rosalía

En su sermón del día de Difuntos, un párroco cercano lo mencionaba con asombro: en veinticinco años de ministerio, nunca había percibido una apertura semejante ni una ventana de oportunidad tan amplia para la Iglesia en la sociedad española.

El Rosario de Rosalía y el revuelo de Lux

Con la portada y el contenido de su nuevo álbum Lux, la cantante catalana Rosalía ha desatado un revuelo religioso-cultural de gran calado. En la portada —el disco se publica este 7 de noviembre— aparece vestida como monja, evocando directamente la imaginería religiosa clásica y ha lucido rosarios como complemento estilístico —incluso en su reciente paseo por Londres se le vio con uno.

Pop y fe: el resurgir de una sensibilidad

Algunos medios hablan ya de la ‘nun-manía’ o ‘monja-manía’: un inesperado interés por la estética conventual. Paradójicamente, mientras muchos conventos se cierran o se transforman en geriátricos, crecen las vocaciones entre jóvenes que prefieren la clausura a la superficialidad del mundo moderno. Rosalía no se presenta como creyente ni pretende evangelizar, pero su obra une lo sagrado y la estética pop. Usa símbolos religiosos como medio para expresar redención, identidad y búsqueda interior. La película Los domingos, rodada en parte en la Iglesia del Redentor de los Trinitarios de Algorta refleja con sensibilidad el difícil proceso de una vocación actual de una joven vasca a monja y la esperable resistencia y debate a veces tormentosos que se plantea en su entorno familiar y de amigos.

Una ola de fondo: del desencanto a la búsqueda

Vivimos tiempos de ansiedad, hiperconexión y, a la vez, soledad. Un mundo líquido, sin certezas sólidas, donde todo fluye vertiginosamente y nada permanece salvo el propio cambio. La espiritualidad ofrece un antídoto: ritmo lento, silencio, comunidad, gratitud, entrega. Tras décadas de posmodernidad y desafección, muchos jóvenes están reabriendo el imaginario espiritual. Como dice un amigo: ‘no se trata de seguir predicadores, sino de vivir el amor, la esperanza y el servicio a los demás’. Los jóvenes se reúnen, cantan, organizan proyectos en barrios y países desfavorecidos. Y también personas más mayores autoheridas o marginadas por las malas praxis de la ideología del yo omnímodo o hastiadas del consumismo materialista y hedonista buscan sanación y el reencuentro consigo mismos.

El ejemplo de los retiros de Emaús es elocuente: testimonios humanos a veces desgarradores, escucha, reconciliación y acogimiento fraternal producen un asombroso efecto multiplicador de nuevas conversiones.

Rosalía, en Los 40 Music Awards

Rosalía, en Los 40 Music Awards

Como dice otro amigo experimentado sacerdote: nuestra generación tenía una actitud más distante ante el catolicismo, en parte por un espíritu rebelde ante la educación impuesta recibida. En cambio,  hoy los jóvenes  tienen una actitud más abierta ante el misterio del Verbo Encarnado que no conocen. Seguramente les influyen las tensiones y dificultades de una vida en la que cuesta abrirse camino y se buscan apoyos sólidos. Cuando descubren que son amados por un Dios personal, se da en ellos una transformación  que llama la atención por la alegría.

Arte y espiritualidad: la belleza que despierta

Esta nueva ola se expresa en muchos frentes: moda con estética sacra (Rosalía, Jacquemus, Balenciaga); cine que trata lo religioso sin la habitual y rancia ironía y con afecto (Los domingos, The Chosen, Poor Things, o productoras religiosas como Ángel o Goya); música pop con connotaciones místicas (Lux, Hakuna, Aurora, Hozier, Lana Del Rey); filósofos como el coreano Byung-Chul Han, analista de la “sociedad del cansancio”  que reflexiona sobre la necesaria presencia de lo divino en este mundo capitalista saturado y a punto de implosionar que se manifiesta como católico y ha sido recientemente galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Se reabre una pregunta: ¿por qué lo religioso nos conmueve incluso cuando no creemos?

Una Iglesia en metamorfosis

Podríamos estar entrando en una nueva fase: de la institución más antigua del mundo. Lógicamente esta posible evolución a algunos les convence y a otros no: Luis Argüello, arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha dicho que ofrece una “oportunidad de revitalizar el interés joven por la espiritualidad”. Está claro que la Iglesia (institución) debería aprovechar esta corriente y encauzarla debidamente lo que implicaría un cambio y reflexión profunda. No hay mayor fuerza para cualquier organización que el movimiento juvenil.

Desde una óptica muy distinta acabo de oír a un anciano teólogo comentar que tras la profecía de un siglo de tinieblas formulada a León XIII, se estaría produciendo el gran Reset del Verbo con León XIV. En cambio, a otros católicos tradicionales les parece una trivialización irreverente, una dilución de la fe, o una simple moda con escaso fondo y verdad.

Sin embargo, los más audaces de los propulsores de este proceso ya contemplan en un future próximo: monasterios convertidos en laboratorios espirituales, espacios de silencio, arte, oración y diálogo abiertos a no creyentes y otras confesiones; parroquias acogedoras donde la fe se viva en fraternidad y belleza con noches de adoración acompañadas por música electrónica sacra…

En el extremo opuesto, para los anticlericales de viejo cuño este proceso reabriría viejas heridas y el temor a un retorno del llamado nacionalcatolicismo.

En todo caso si esta tendencia se confirma, podríamos asistir a una nueva primavera cristiana: más contemplativa que ideológica, más poética que moralista, más vulnerable que poderosa. No una vuelta masiva de fieles a los templos, sino la génesis de microcomunidades vivas, el ‘pusillus grex’ —’pequeño rebaño’— del que hablaban san Pablo y Benedicto XVI..

En conclusión

Vivimos tiempos de ansiedad y soledad. La espiritualidad ofrece un antídoto: ritmo lento, silencio, comunidad y gratitud. Rosalía, Los domingos, Hakuna y tantos otros fenómenos expresan el anhelo de una generación que, sin renunciar a la modernidad, busca una nueva forma de sentir lo trascendente.

Lo religioso no ha vuelto: nunca se fue del todo. Simplemente aguardaba un nuevo lenguaje.

Quizá el futuro del cristianismo no sea conquistar el mundo, sino volver a encender el corazón del mundo.