Tribuna

Día de la Discapacidad: una historia de superación

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Soy el mayor de dos hermanos. Actualmente, me encuentro en el Centro San Juan de Dios de Ciempozueños. Mi hermano es mi tutor, dado que nuestro padre falleció y nuestra madre está en una residencia de mayores con deterioro cognitivo incipiente. Desde la infancia, presenté dificultades para tolerar la frustración, manejar emociones negativas, la asunción de límites y normas por figuras de autoridad (padres, profesores..). También mostraba múltiples conductas agresivas en el domicilio familiar, en el entorno escolar, en el barrio y, posteriormente, en los diversos recursos asistenciales donde he cursado plaza.



Siempre he tenido dificultades para asumir mi condición de discapacidad intelectual y no poder hacer las mismas cosas que veía que iba realizando mi hermano pequeño (obtener un trabajo, tener un grupo de amigos, una novia, casarse, independizarse). Durante la mayor parte de mi vida, dicha frustración la he dirigido en forma de violencia hacia los demás, mostrando una baja empatía, con continuas peleas con mi madre e intentando manipular a los que estaban a mi alrededor para conseguir mis fines…

Pero estos últimos años, tras tocar fondo y verme durante un amplio tiempo muy limitado en libertades, al ingresar, en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos, en el dispositivo de mayor gravedad de la red de la meseta central para trastornos de conducta en personas con inteligencia límite, todo cambió. Empecé a reflexionar sobre mi vida, a hacer crítica del dolor que había generado a mi madre, regulé mi impulsividad y, definitivamente, conseguí no caer en los mismos errores.

niño con discapacidad jugando en un columpio

Me juré cambiar

Me juré cambiar. Tras casi dos años, volví a participar en actividades en la comunidad sin supervisión, cumpliendo con los requisitos acordados que me exigía mi equipo terapéutico. Mi comportamiento en el centro fue recompensado siendo el rey de las fiestas de la convivencia (celebración de integración y participación con la comunidad), en reconocimiento a mi positiva evolución.

Actualmente, trabajo como ayudante en una cafetería y vivo en un piso supervisado dentro del municipio de Ciempozuelos, haciendo una vida normal y visitando regularmente a mi familia los fines de semana. Desde el mes de septiembre, participo en un grupo de autogestores del centro. Este grupo tiene como filosofía que los usuarios participen, opinen y ejerzan la defensa de sus derechos en la vivencia diaria y las instituciones correspondientes.

Capacidad de gestión

Entre las acciones concretas, destaco la recogida de sugerencias y quejas de mejora para los compañeros, la propuesta de actividades formativas o lúdicas a los órganos que toman las decisiones en el centro y el desarrollo de acciones de sensibilización y concienciación en institutos y colegios.

Disfruto, sobre todo, de la participación en actividades de ocio organizadas por el grupo de manera semanal: salgo al Parque del Retiro, voy al cine, ceno fuera de casa, visito museos… Ahora, he alcanzado las metas que me había propuesto, siento control de mi vida y, lo más importante, me siento orgulloso de mí mismo.