Tribuna

Cerrar ciclos y sanar el corazón

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“La vida genera sufrimiento y dolor, porque el mero hecho de vivirla supone un cambio continuo. Pero sabemos que muchos de esos sufrimientos son inútiles”.

(Llamazares, Eduardo, coach y autor del libro ‘Mente ¡Déjame vivir!’)

El día que empecé a dar conferencias y seminarios sobre sanación interior, descubrí a la luz de la Palabra que es más que sano cerrar ciclos y dejar atrás cosas que nos atormentan la vida, pensé por un momento que la misma experiencia propia podría ayudar a muchas personas que nos consultan, nos siguen y que leen estos artículos a diario.



Me esforcé por realizar una síntesis de los pasos para cerrar los ciclos y llegar a la sanación del corazón, tal vez sea un aporte para tu vida que necesita salir del nudo o taco que tienes atravesado en tu garganta y no te ha dejado cerrar sanamente esos ciclos en tu vida. A veces por muchas razones pareciera que tu mente queda atrapada en un ciclo de la vida no resuelto o no sacado a la luz.

Los pasos creo que todos los conocemos, los hemos escuchado de diferentes autores de inteligencia emocional o desde la misma Palabra de Dios, creo que no sobra con explicar brevemente los pasos principales para cerrar ciclos abiertos y sanar nuestro pasado.

Aceptar el presente y vislumbrar el futuro con certeza que será mejor o tener la esperanza que las cosas se pueden solucionar, no dejar todo al tiempo, porque las personas en el común utilizan esa frase: “el tiempo sana todo”, creo que estamos equivocados cuando dejamos al tiempo o a Dios nuestras propias decisiones que debamos tomar oportunamente: “aprender a gestionar las emociones es una de las claves para disfrutar de la vida” (Rojas Estapé, Marian Encuentra tu persona vitamina, ed. Planeta, 2023, p. 156).

Por eso, quiero presentar los principales pasos para cerrar los ciclos en la vida, sea de una decisión vital, una relación afectiva, un familiar que se fue lejos, un familiar que se murió o una empresa que debo finiquitar y no seguir perdiendo no solo el dinero sino la paz y la tranquilidad.

No improvisar nada en la vida

Creo que uno puede improvisar algunas cosas en la vida, pero los ciclos que permanecen, debemos ser sensatos, pues la vida misma es dinámica, no podemos dejar todo para el final, dicen por ahí que somos buenos latinos, pero no todo se deja al azar, la vida tiene ciclos que se construyen, un proyecto, una empresa, un emprendimiento, una misión, una carrera, una vida, una obra, una familia… todo esto va ayudándonos a pensar que como seres pasajeros en el mundo estamos para brillar y sacar lo mejor de sí en cada ciclo que abrimos, proyectamos y cerramos en la vida.

La idea es continuar, porque cada ciclo representa una nueva oportunidad que nos da la misma vida, recuerdo que el ciclo de la pandemia a muchos nos generó muchos miedos ciertos o no,  que no viene al caso analizarlos acá, lo interesante es que nos dejó muchos aprendizajes, ahora uno sonríe y hace bromas de estos sucesos superados, pero que marcan la vida y gracias a la respuesta eficaz de personas impecables en la salud se evitó muchas muertes y  aprendimos a valorar la vida cuidándola como un ciclo fundamental que todos debemos aprovechar.

Cerrar ciclos abiertos es reconciliarnos con el pasado, el presente y apostar por el futuro

En este segundo punto, es importante aceptar la realidad, el presente, reconciliarnos es un objetivo de nuestra Iglesia, fundados en la Palabra de Dios, porque ella nos invita a un caminar entorno al perdón, herimos de muchas maneras, una sola actitud, un comportamiento xenofóbico aprendido o repetido por tradición, no nos deja superar estas realidades difíciles en la vida.

Pero al cerrar ciclos, debemos estar preparados para perdonar, una palabra corta pero profunda, en la experiencia personal muchas personas saben que es el perdón y la reconciliación, pero no lo pueden vivir, por heridas o porque su pasado no lo han podido asumir con madurez, pienso en tantas personas que no saben perdonar, porque he escuchado: “yo perdono pero no olvido”, puede ser cierto hasta cierto punto, pero es normal que nuestra memoria conserve o guarde la ofensa, pero la gracia del perdón nos ayuda a recordar sin odio, sin sed de venganza, sin miedos o temores… recordamos porque es algo que no se olvida, pero me puede llevar a sanar en la memoria esa ofensa.

Así como Jesús sano la herida de Simón Pedro, le dijo tres veces me amas, para recordarle que lo había negado tres veces, pero que aun así, lo perdonaba de corazón, porque Jesús lo necesita en su obra, apacentar las ovejas. ¿Para qué lo perdona? Para que sea un obrero cualificado en el Señor, no a medias, no con heridas y sin perdón, sino sanando su corazón para ser un verdadero pastor, que sabe del dolor y lo que significa la negación del Maestro, para sanar su herida del corazón que está en lo profundo de su ser, máxime que le aseguro que él jamás lo negaría.

La mirada profunda del amor se encuentra con la mirada de Simón Pedro que no puede ocultar su propia decepción por haberlo negado tres veces, pero Jesús lo “ve” lo observa y le ofrece el amor para una gran misión en la Iglesia sabiéndose que es humano falible pero que puede llegar a ser un gran líder carismático. Porque sabe lo que significa negar y sufrir por haberse equivocado.

Cierra su ciclo con Jesús en el profundo amor que le tiene y en la credibilidad que le ofrece de apacentar y guiar al rebaño. En últimas le perdón será consigo-mismo con los demás genera una sensación de libertad. Algo se libera en tu corazón cuando perdonas de verdad.

Mirar hacia adelante la misma vida con esperanza

Esta frase me ha resonado en el corazón, la misma palabra varias veces nos habla de no volver hacia atrás en la vida, sino de avanzar, de progresar, desde el Antiguo Testamento, cuando la mujer de Lot miro para atrás y se convirtió en estatua de sal, porque no pudo dejar su pasado para ir hacia adelante, igual cuando el señor Jesús llama, dice: “El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. (Mt 10,37).

Esto nos da algunos elementos para comprender que nacimos para vivir amando a Jesús, nuestra razón de ser es tener siempre en el centro de la vida a Jesús, a veces no soltamos seguridades personales por esta apegados a personas cercanas, incluso ante la llamada de Jesús un texto nos dice: “Jesús le respondió: “El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no es útil para el reino de Dios” (Lc 9, 62).

Incluso lo dice en términos fuertes, no sirve, no es apto para el reino de Dios. Me parece que estamos llamados a sembrar la semilla para que germine, a construir y no a destruir, a servir en el reino mirando hacia adelante con esperanza, no hacia atrás. Mirar adelante porque los ciclos pasan, no podemos detenernos en el tiempo o en la vida por más que queramos.

Es algo necesario hacerlo y eso es crecer y avanzar en la vida, porque no progresamos o porque no tomamos las decisiones de manera asertiva, sin quedarnos en la nostalgia del pasado de nuestra vida, sino de avanzar y ser mejores personas cada día de nuestra existencia.

Soltar, dejar ir y desprenderte

Estaba María Magdalena con Jesús resucitado.  “Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; más ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas”.

Esta frase no me toques o suéltame en el original griego antiguo significa, iniciar una acción que ha sido iniciada, en vez de evitar que algo inicie. María se había tomado de Jesús y no quería soltarle, no es un fantasma, es el “viviente” como lo expresan los evangelios, es real, el presente porque es el mismo, no es diferente y es el ausente, es una manera de decir no es lo mismo, ya la muerte no tiene la última palabra, venció la muerte en la cruz para dar vida.

Jesús suelta su vida presente para ser el eterno presente en la infinitud del tiempo y el espacio, para decirnos que sube al Padre y debe cumplir su ciclo en relación a la vida eterna. María no puede retenerlo para sí, ni puede tocarlo por más que lo agarre y no quiera su corazón soltarlo, tampoco para que ella no lo detuviera ya que volvería a verla a ella y a los discípulos otra vez de una manera distinta.

Porque aunque ella lo ame porque su amor va más allá de lo corporal, en el fondo sabe que no es verdadero amor cuando queremos retener, no dejar ir y no soltar. Creo que la mejor experiencia que tenemos nosotros de esto es cuando se muere un ser querido, debemos soltarlo por más que duela, no podemos hacer nada, quisiéramos que estuviera con nosotros, pero no podemos devolverlo a la vida, ya no vuelve. Soltar es cerrar el ciclo y dejarlo ir como una manera de amar sin retenerlo porque como María Magdalena a veces queremos que sea un amor para sí y no para los demás.

En fin, cuando pones el corazón el algo pequeño, pasa a convertirse en grandes proyectos y sueños que empiezan por el pensamiento y se convierten en acciones de empoderamiento, por tanto, que nada ni nadie te quite la paz porque has alcanzado un sano equilibrio en tu vida, la paz y el gozo en el corazón, ese el verdadero tesoro que debemos guardar en el corazón.

Somos seres cíclicos que estamos en un tiempo y en un lugar, somo aves de paso, pero vamos cerrando en la misma historia ciclos abiertos o no resueltos, vamos avanzando en los puntos importantes que debemos trabajar para salir adelante y no quedarnos dando vueltas, sino tener un propósito de vida implica aceptar las heridas, cicatrizarlas y seguir adelante, a través del perdón y la reconciliación para vivir libres, soltando y desprendiéndonos de aquella situación, persona o recuerdo que nos ha dejado con un recuerdo por soltar y no volver a repetir las cosas que nos hacen daño.


Por Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios