Tribuna

Buscando vida en Marte

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“Sucedió que mientras iban hablando y discutiendo entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos…” (Mc. 16, 15)



El 2021 ha sido un año decisivo para la exploración de Marte, el robot explorador Perseverance de la NASA llegó a Marte, tras un viaje de cerca de 480 millones de km que inició en julio de 2020, sobreviviendo a los llamados “7 minutos de terror”, el periodo de ingreso y descenso en la atmósfera marciana donde la temperatura y el riesgo son máximos.

La llegada del Perseverance se produce unos días después de que ingresara en la orbita del planeta rojo HOPE, la misión enviada por Emiratos Árabes Unidos. Este mes también llegó a Marte la misión Tianwen-1 de China, que entró en la orbita del planeta rojo con un vehículo que se espera esté en la superficie del planeta en mayo.

Todas estas misiones tienen un fin en común, aportar datos para la realización de “Nüwa” una ciudad en Marte, un proyecto que albergaría a una población de 250,000 habitantes y que se propone iniciar su construcción en 2050, ¿Quisieras vivir en Nüwa o ir a Marte de vacaciones?, solamente tendrás que pagar por el pasaje 300,000 dólares (6 millones de pesos mexicanos) y desde luego esperar, por que el pasaje saldrá solo cada 26 meses.

Perseverance Marte

Se estima que tan solo a la NASA, el proyecto pudo haberle costado 2,700 millones de dólares; sin embargo, las cantidades son aún mayores para los proyectos de los Emiratos Árabes Unidos y el de China. El coste total, junto con la construcción de Nüwa da un total (aproximado) de 1,000,000,000 (un billón) de dólares. ¿No suena mucho dinero verdad? Esta cantidad es apenas el 10% de lo que destina Estados Unidos en un año (2019) a su presupuesto militar.

El 10% de la población mundial, en pobreza extrema

A la luz de los datos anteriores me pongo a pensar si hay alguna justificación en gastar tanto dinero con tal de dilucidar las maravillas del planeta rojo, ciertamente que el universo entero nos da muestras claras del amor de Dios hacia nosotros, pero hoy la ciencia es un discípulo de Emaús, vamos caminando tan inmersos en discusiones, en querer “más y más” que no somos capaces de ver que Jesús camina con nosotros, no vemos que aún hay mucho que dar en nuestro planeta, en derrumbar la gran brecha económica que tiene a nuestro planeta con 700 millones de personas (10% de la población mundial) en condiciones de extrema pobreza, es decir, que no son capaces de satisfacer ni las más mínimas necesidades de salud, educación y acceso al agua, solo por mencionar algunas.

Nuestro planeta, está muriendo. No nos damos cuenta de todo lo que tenemos aquí, no tenemos que vivir bajo las rocas de Marte, aquí podemos vivir sobre la superficie, tomando el Sol con nuestra familia, sin miedo a que la radiación nos traiga problemas irreversibles, podemos salir descalzos y sentir las cosquillas del pasto, podemos respirar aire puro sin estar en una cápsula con miedo a que llegue a acabarse el oxígeno, podemos visitar a nuestra familia sin miedo a que una tormenta de arena nos haga desaparecer por completo, podemos beber agua y refrescarnos al amparo de un árbol. ¿Por qué nos somos capaces de valorar nuestro planeta? De invertir esas cantidades en investigación para conservar nuestros ecosistemas. ¿Por qué discutir y no darnos cuenta de que Jesús camina a nuestro lado, en los pobres, en las familias que sufren las inclemencias de la guerra, en quienes lo pierden todo por los fenómenos naturales, en los ancianos que merecen mejor calidad de vida, en las futuras generaciones que nadie vela por su vida? ¿Por qué no valorar nuestro planeta y velar por nuestra vida?, si aquí no somos capaces de respetar la vida… en Marte, menos.