Tribuna

Amar y mirar de frente ante el aumento de casos de Covid-19 en Puerto Rico

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En cuestión de diez días, los informes del Gobierno de Puerto Rico sobre la incidencia –conclusiva o detectada– de Covid-19 nos sugieren que se registró un aumento de cerca de 3,000 casos. De manera que, si a la mañana de ayer domingo, 19 de julio, el gran total es 12,063 casos, mientras diez días antes era de 9,137, el aumento es de 2,926 casos, fueran con pruebas concluyentes o preliminares. Por supuesto, esos cálculos se basan en las pruebas y no en los que pueda haber sin que hayan sido documentados por el Gobierno.



Como era de esperarse, el Gobierno comenzó a recoger velas y a echar hacia atrás algunas de las medidas que se habían tomado para liberalizar actividades en los ámbitos económicos y sociales. Además, comenzó el también esperable proceso de echar culpas y de sustituir el conocimiento por las supersticiones. Nada nuevo. No hemos avanzado mucho en eso de buscar culpabilidades, la más de las veces, imaginarias, ante los desastres naturales y las epidemias. Pero no olvidemos que es algo que tenemos que superar.

Se trata de ancestrales mecanismos de defensa de la mente humana para buscar alguna manera de usar juicios morales o doctrinales en lugar de “mirar de frente” las noticias difíciles y dolorosas y asumir la vida con alta responsabilidad Ética.

Hasta ahora, en Puerto Rico y en muchas partes del mundo, la pandemia del coronavirus se está comportando bastante parecido a la Influenza Española de hace cien años, cuando los muchos millones murieron en la segunda vuelta. Por supuesto, las cifras de decenas de millones de muertos de aquella vez no han ocurrido, al menos todavía.

Podemos hacer listas de imprudencias, individuales y sociales por creer, o querer creer, que el peligro había pasado o que nunca fue tan grave como los salubristas lo pintaban. Podemos hablar de la gente celebrando la vida y compartiendo en clubes, cafetines, playas, graduaciones, caravanas políticas, visitas a familiares y… sería la de no acabar. También podríamos hablar de los jefes del Estado y políticos dando el malísimo ejemplo de quitarse las mascarillas y pegarse unos de otros, de la misma manera que podríamos hacer una lista de cómo los amigos de lo ajeno se cebaron tratando de saquear los escasos fondos disponibles para atender la emergencia.

Amor al prójimo

Esas listas y estilos de vida sirven de muy poco en este momento. Lo que hay que hacer es “mirar de frente” la situación que tenemos y apecharle con la mayor solidaridad y amor al prójimo del que sea capaz cada cual.

Como parte de ese amar y mirar de frente las cosas, no vendría mal mirar –también de frente– algunas realidades que, tal vez nos podrían ayudar. En China, donde se originó este mal, se logró detener su avance en cerca de 83,000 y sigue detenido. En Cuba, que tiene mucha más población que Puerto Rico, los casos no llegan a tres mil y tienen muchas menos muertes que nosotros. De hecho, Puerto Rico ocupa el triste lugar de ser el segundo en casos de Covid-19 en todas las islas del Caribe. ¿Qué tal si dejamos un poco al lado las falsas lealtades ideológicas y los prejuicios fanáticos que se disfrazan de doctrinas para ver qué cosas podemos aprender de otros y usarlas para nuestro bien sobre la base del amor y el respeto humano?

Esto va para largo, pero yo apuesto a Puerto Rico; no por ilusión, sino porque ese es mi compromiso y estoy dispuesto a amar y mirar de frente la vida.