De una experiencia de Dios “brotan siempre impulsos generosos de caridad”. Este es solo uno de los mensajes que el papa León XIV lanzó a los religiosos y religiosas de medio mundo que acudieron al Vaticano para atravesar la Puerta Santa durante el Jubileo de la Vida Consagrada. Pero no solo eran unas palabras para que hicieran suyas quienes allí estuvieron, sino todos los consagrados.
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El Pontifice agustino, en el primer gran encuentro con la Vida Religiosa, pidió también que nos conviertieramos en “expertos en sinodalidad”, sabedor de que este ‘caminar juntos’ es una experiencia que, al interior de nuestras comunidades, se vive mucho antes de que el papa Francisco convocara el Sínodo sobre la Sinodalidad.
Caricia a las congregaciones
Por si fuera poco, en medio de este Jubileo, Robert Francis Prevost nos regalaba su primera exhortación apostólica, ‘Dilexi te’, escrita a cuatro manos con su antecesor. En ella vuelve a mostrar su amor por la Vida Consagrada con una caricia a todas aquellas congregaciones que se desviven por los últimos desde la educación, el cuidado a los enfermos, la pastoral penitenciaria, e, incluso a quienes abrazan a los pobres desde la vida monástica.