Especial Año Amoris Laetitia: MENAS: unas religiosas son mi familia

La Vida Religiosa es maestra en ‘aprojimarse’ –estar al lado del prójimo–. Incluso, haciendo familia con tantos heridos de nuestro mundo a los que acompañamos en el camino.



Por eso, nos sentimos interpelados, en este Año de la Familia Amoris laetitia convocado por el papa Francisco, cuando en el punto 197 habla de la familia grande, que “debería integrar con mucho amor a las madres adolescentes, a los niños sin padres, a las mujeres solas que deben llevar adelante la educación de sus hijos, a las personas con alguna discapacidad que requieren mucho afecto y cercanía, a los jóvenes que luchan contra una adicción, a los solteros, separados o viudos que sufren la soledad, a los ancianos y enfermos que no reciben el apoyo de sus hijos, y en su seno tienen cabida ‘incluso los más desastrosos en las conductas de su vida’”.

Parece que el primer Papa jesuita de la historia tuviera en mente, al redactarlo, todos los ambientes pastorales en las que se mueve la Vida Religiosa. En este nuevo número de SomosCONFER encontramos el testimonio de nueve religiosos que se desgastan en estos lugares.

Más allá de la valla

En portada, la CONFER pone en primera plana a las religiosas de los Sagrados Corazones, que, desde lo pequeño, como el grano de mostaza, han creado un proyecto familiar para acoger en cada comunidad a una ex tutelada, pues los menores migrantes no acompañados dejan de existir para el sistema una vez cumplen la mayoría de edad. Pero no pueden dejar de existir para nosotros, que, como creyentes y consagrados, vemos en esos niños y niñas a los hijos de Dios.

En este momento en el que la vida se juega en la frontera sur de España, deseamos que se solucione pronto el conflicto con decisiones políticas razonables que atiendan a los débiles. Asimismo, extendemos nuestra solidaridad a la Vida Religiosa que, en frontera, apuesta por acoger, proteger, promover e integrar.

Hacer realidad los cuatro verbos que nos invita a conjugar el Sucesor de Pedro es posible más allá de Ceuta y Melilla. Estamos convencidos de que la Vida Consagrada profética que este momento de la historia necesita reza al Dios de la vida para que los derechos humanos traspasen cualquier valla.

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