El tándem para la nueva normalidad de la Vida Consagrada

Portada_SomosConfer nº 22

Las relaciones mutuas entre obispos y religiosos han sido objeto de horas de reflexión en las últimas cuatro décadas. La instrucción Mutuae relationes fue promulgada por el Vaticano en 1978, un texto que llevaba el sello del cardenal Pironio, un hombre de comunión que, por encima de todo, amaba a la Vida Religiosa y a la Iglesia.

Padre espiritual del papa Francisco, este será ahora quien firmará el nuevo documento sobre las mutuas relaciones que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y la Congregación para los Obispos llevan años trabajando con el objetivo de iluminar y aportar nuevos caminos en estas relaciones que hoy se reconocen en la sinodalidad impulsada por el Papa, puesto que la Iglesia necesita hoy de relaciones entre todo el Pueblo de Dios. De ahí la relevancia de compartir oración, vida y misión para forjar, en el día a día, una sólida eclesiología de comunión.



Aunque siempre se puede mejorar, las relaciones entre obispos y religiosos pasan hoy por un buen momento en España, con esfuerzo por ambas partes. No obstante, es importante conocernos y reconocernos más y mejor, como reclaman en este número de SomosCONFER Luis Ángel de las Heras, presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada y María José Tuñón, secretaria de la misma. Así, debemos esforzarnos para que la colaboración, el diálogo y el buen entendimiento entre obispos y religiosos se sitúe en el contexto de las relaciones entre todas las vocaciones de la Iglesia.

Embellecer la Iglesia

Desde ahí, podemos buscar la unidad poniendo de relieve que nos necesitamos, estableciendo los cauces necesarios y edificando la espiritualidad de una misión compartida en creciente comunión. Porque nuestra misión como consagrados es embellecer la Iglesia desde la diversidad en la unidad. Porque ni la jerarquía puede prescindir de los carismas ni los carismas de la jerarquía. Las distintas formas de vida nunca compiten, siempre se ayudan y colaboran para el crecimiento del Cuerpo.

Aunque pensemos que hay muchos procesos comenzados, en el ámbito de las relaciones intraeclesiales es necesario iniciar nuevos procesos de discernimiento, de comprensión y de proyectos comunes. Este tiempo nuevo, todos los religiosos queremos encararlo desde una conversión personal y pastoral fomentando la unidad para que el mundo crea en Jesucristo, enviado del Padre (cf. Jn 17, 21).

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