Queremos afrontar juntos los principales desafíos que tenemos en la sociedad española. Como Vida Religiosa somos conscientes de los cambios importantes que se están produciendo en el conjunto de la Vida Consagrada, así como en la sociedad española y en la Iglesia.
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Lejos de desanimarnos, los cambios y la necesidad de afrontarlos nos estimulan y animan, aún más, en nuestra propia vocación y en la aportación que las distintas congregaciones puedan ofrecer. Asumimos con realismo y serenidad la responsabilidad histórica de la reducción numérica. La vivimos como una oportunidad para descubrir, desde el Evangelio, una mirada diferente sobre la propia realidad y sobre la realidad del mundo en el que estamos.
El dinamismo y la creatividad de la esperanza nos ha llevado a hablar de las fronteras. No solamente de las fronteras geográficas, sino y, sobre todo, de las fronteras existenciales.
La frontera entre la Iglesia y el mundo secularizado. Convenimos en la necesidad de mostrarnos al mundo desde la frontera que se crea entre la Iglesia (sus espacios de vida y misión) y el mundo secularizado en el que nos encontramos. En esta frontera queremos estar para ser puente, para ofrecer espacios de reencuentro y reconciliación allá donde sea necesario. La Conferencia Española de Religiosos (CONFER), en su trayectoria, ha ido desarrollando la conciencia de estar abierta a toda persona, organización, que procure el bien común de las personas. Esta apertura al diálogo y al encuentro nos hace a todos mejores. Resulta gratificador y sanador para muchos. CONFER quiere ser un lugar de acogida y encuentro para todos, especialmente para quien lo necesite.
La frontera de la cultura. Una segunda frontera que queremos franquear es la frontera de la cultura contemporánea. Reconocemos que nos hemos ido separando cada vez más de la cultura secular. Hemos de retomar el encuentro con los anhelos humanos de nuestros contemporáneos, expresados en espacios y movimientos culturalmente secularizados. El modo alternativo de vivir que los consagrados pretendemos por vocación conecta, seguramente, con los anhelos de muchos hombres y mujeres que también buscan dar un mayor sentido a sus vidas para comprenderse mejor en su propia existencia, integrando a los demás en sus diferencias y pluralidad. Los principales valores de la Vida Religiosa también lo son de la sociedad secular y de muchas personas y grupos que, aunque alejados de la Iglesia, también desde su valía personal y grupal aportan mucho a la sociedad.
La frontera de la vulnerabilidad. Sin duda alguna, cuando hablamos de fronteras, no podemos ignorar el drama humano de la migración, producido, entre otras razones, por las guerras crueles e inhumanas; también por la pobreza y la miseria. Resulta difícil asimilar tanta tragedia humana. El sufrimiento de millones de personas producido por sistemas de vida tan injustos nos preocupa seriamente. Queremos estar, ya lo estamos, en muchos proyectos sociales, con los descartados de nuestro tiempo. Esta frontera la asumimos, a la luz del Evangelio, como uno de los compromisos principales que tenemos con el mundo.
Estas y otras fronteras que hemos ido señalando durante la 31ª Asamblea General de la CONFER, celebrada en Madrid del 27 al 29 de mayo, configuran nuestro programa para los próximos años. En la respuesta que ofrezcamos podremos encontrar nuestra mejor fidelidad a Dios y al mundo que nos espera.
En estas y otras fronteras podemos ser como el sembrador que esparce la semilla. Son tiempos de siembra, es verdad. Pero también son tiempos para acompañar el crecimiento de lo que sembramos. La cosecha de la vida que Dios hace crecer en las personas y entre los pueblos.