Pliego
Portadilla del Pliego nº 3.228
Nº 3.228

Miguel Delibes, el camino del humanismo cristiano

En una de sus últimas entrevistas, Miguel Delibes confesó que una de las ideas que le consolaban de la proximidad de la muerte era la esperanza de poder encontrarse con Cristo a la vuelta de alguna esquina. A medida que se acercaban sus días finales, que fueron acompañados por una situación de deterioro personal que le hacía sentir casi un muerto en vida, la dimensión trascendente de su fe cobraba cada vez más importancia. Pero nunca había sido irrelevante en la religiosidad del escritor. “Mi gran esperanza está en la otra vida. Si no hubiera más vida que esta, sería un fraude. Estos anhelos de justicia y de solidaridad deben colmarse en alguna parte”, había dejado dicho antes.



No era ninguna novedad. Para el novelista vallisoletano, autor de obras emblemáticas de la literatura española como ‘El camino’ (1950), ‘Las ratas’ (1962), ‘Cinco horas con Mario’ (1966), ‘Los santos inocentes’ (1981) o ‘El hereje’ (1998), la religiosidad católica que siempre profesó había tenido dos dimensiones fundamentales: consuelo frente a la muerte, con la expectativa de otra realidad que la trasciende, e impulso de justicia en favor de los débiles y desfavorecidos.

Ambas aparecen en la amplia entrevista que concedió en 1970 a César Alonso de los Ríos, editada luego como libro bajo el título ‘Soy un hombre de fidelidades’ (2010). En esa conversación, el escritor recuerda algo que le ocurrió en Estados Unidos en la época en la que se reclamaba su presencia para impartir docencia: “Una alumna mía, mujer ya de edad, me interpeló al final de una de mis conferencias, en la que yo había desvelado un poco de mi intimidad, y me dijo: ‘Profesor Delibes, es usted una víctima de su religión, como antes lo fue Unamuno’. Me hizo gracia su salida, porque si yo encuentro algún consuelo para nuestra condición efímera es precisamente lo religioso”.

De misa dominical

Los hijos del escritor confirman que siempre fue así, y que ese consuelo fue especialmente importante en los años finales. “No era muy ortodoxo en el cumplimiento de las formalidades de la Iglesia, pero iba a misa todos los domingos”, recuerda Germán Delibes. “Y desde luego creía en la otra vida. Hay personas que se consideran cristianas pero que no piensan demasiado en ello, pero mi padre sí. De no haber creído en ella, hubiera sufrido muchísimo, porque tenía pavor al momento de la muerte”.

Su hijo mayor lo ratifica: “Fue creyente hasta el final. Era una fe débil, pero que no estaba dispuesto a discutir. Tenía muchas dudas, pero le resultaba más confortable creer y nunca renunció a ello”, opina Miguel Delibes de Castro. En el funeral de su padre en la catedral de la capital castellano-leonesa, reconoció que durante sus últimos años había depositado más esperanzas en la otra vida que en esta. Él que nunca dejó de sentirse concernido por sus semejantes.

Preocupado por la Tierra

“Siempre creyó en el hombre. Y siguió creyendo hasta el final, aunque era una fe que incluía una doble dimensión de optimismo y de fatalismo. Porque no dejaba de pensar, por ejemplo, que el hombre había llevado la Tierra al límite”, explica Miguel, su hijo biólogo, que fue esencial en la concepción ‘ecológica’ del discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua del escritor, luego editado bajo el título ‘Un mundo que agoniza’ (1979). En forma de diálogo con su padre, ambos publicaron años después otro libro, ‘La tierra herida’ (2005), que confirmaba la preocupación del escritor por el cambio climático y por los problemas medioambientales que hieren a nuestro planeta.

Esa fe en el hombre está en el origen de una cosmovisión humanista que condiciona muchos aspectos de su vida, desde el literario al periodístico. En su diálogo con César Alonso de los Ríos, este vincula la preferencia del novelista por los tipos sencillos con las convicciones democráticas de Miguel Delibes. Pero su respuesta es clara: “El hecho de que yo me incline por el hombre humilde y por el hombre víctima revela, imagino, mi espíritu democrático, pero no menos mi espíritu cristiano”. (…).

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Índice del Pliego

1. El consuelo de la otra vida

2. Dolorosa fe en el hombre

3. Creyente discreto

4. Una mirada heterodoxa

5. Lealtades ortodoxas

6. Compromiso con el Vaticano II

7. La apertura ecuménica

8. Un humanismo de los débiles

9. Humanismo de los afectos

  • La caza y el hombre primitivo
  • Jugando al escondite con la censura
  • La preocupación ecológica
  • Aborto, familia y natalidad
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