Pliego
Portada Pliego 3.128
Nº 3.128

¿Es el cristianismo una “buena noticia” para la economía?

Todos sabemos que el Evangelio es la buena noticia de un Dios que se hace hombre, que se encarna en nuestro mundo para revelarnos el verdadero rostro de Dios y mostrarnos el verdadero camino hacia la felicidad y la dicha completa. El Evangelio es una buena noticia para todas las personas porque nos permite encontrar las claves que hacen que nuestra vida sea plena y podamos ayudar a que también lo sea la de los demás. Esta buena noticia abarca todo nuestro ser, nos ayuda en todos los aspectos de nuestro día a día y nos da un horizonte, la construcción del Reino de Dios en la tierra, que nos inspira y nos muestra la dirección hacia la que encaminar nuestros pasos y toda nuestra vida.

Este horizonte que marca todos los aspectos de nuestra vida también lo debería hacer en la dimensión económica de nuestra existencia. Porque la economía es una actividad humana y, como toda parte intrínseca de nuestro ser, el Evangelio es la buena noticia que pone esperanza en nuestros corazones y que nos ayuda a encontrar la mejor manera de afrontar los desafíos de nuestra existencia.

Sin embargo, esta idea no ha hecho fortuna en la dimensión económica. Muchas personas pueden pensar que la economía y la fe son cuestiones totalmente separadas, que no tienen nada que ver entre si, que nuestra fe no puede aportar ninguna pista sobre cómo funciona o debería funcionar la economía, y que esta no influye nada en nuestras creencias porque tiene una entidad propia que es independiente de los valores que tengamos y que no interactúa con ellos.

La corriente económica predominante en nuestra sociedad es de esta opinión. Desde principios del siglo XX, se ha considerado la economía como una ciencia en la que no tiene cabida la ética, en la que los valores o la opinión son irrelevantes. Esto ha permeado en los cristianos, de tal modo que estos también han sentido que su opción económica debía amoldarse a unas míticas “leyes económicas” que regulan su funcionamiento. Solamente así podrían garantizarse unos resultados económicos adecuados. Saltarse las normas existentes solo resultaba en desastres económicos, por lo que la vida cristiana debería realizarse antes o después de los asuntos económicos, pero no en ellos.

Sin embargo, esta tendencia de separar economía y ética no solo no se entronca en la misma naturaleza de la ciencia económica –que surgió de estudiosos de la ética, la filosofía y la teología–, sino que va en contra de la propia naturaleza de la economía y de lo que piensa la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) acerca de los fenómenos económicos. Porque la economía es una ciencia social y, como tal, estudia comportamientos humanos. Todo aquello que hacemos los humanos no puede escapar de la dimensión ética. Por ello, una ciencia como la economía tiene, en su propia raíz, una dimensión humana que hace que no se pueda desligar de los valores, de la visión del mundo que se tiene, de las cuestiones éticas en su conjunto.

Por ello, cabe preguntarse si la fe en un Dios que es amor nos aporta algo ante la manera en la que organizamos los asuntos económicos, ante el modo de comportamiento económico y ante la organización económica de nuestra sociedad. Pero no solo es importante saber si tiene algo que decirnos sobre estos temas, sino si eso que nos dice es una “buena noticia” para la sociedad y las personas que la componemos.

Porque la fuerza del Evangelio y de nuestra fe está precisamente en esto, en su capacidad para ser una “buena noticia” que aporte esperanza a quien la escuche, que transforme los corazones de quienes la acojan en su seno y se vean liberados de las ataduras que les impiden ser más y mejores personas. ¿Tiene el cristianismo una buena noticia para la economía? La respuesta es sí, y estas páginas pretenden mostrar en qué consiste esta buena noticia y cómo podemos hacerla realidad en una sociedad necesitada de esperanza, también y sobre todo en unos asuntos económicos que con frecuencia solamente nos llevan a lo contrario, a la desesperanza. (…)


Índice del Pliego

  • Esperanza ante una economía que la mata
  • Existe un problema de raíz
  • Cambiar el objetivo económico
  • Cambiar el paradigma económico
  • Del egoísmo a la lógica del don
  • Cambiar el estilo de vida: compras y adquisiciones
  • Cuidar la creación y generar empleo
  • Ahorrar y trabajar de un modo responsable
  • Un estilo diferente de gestión económica
  • La función social de la empresa
  • Anunciar y mostrar
Lea más: