Pliego
Portadilla del Pliego, nº 3.297
Nº 3.297

En el Año Santo Jubilar de san Isidro Labrador

No eran buenos tiempos aquellos que le tocó vivir a san Isidro Labrador. En 1082, año en que nació el santo, España estaba en guerra total contra los árabes tras la unión de los ejércitos cristianos y, según avanzaba la reconquista de los terrenos ocupados por los árabes, las batallas se sucedían de norte a sur.



En el centro de España había una pequeña localidad, de nombre Mayrit, de apenas tres mil habitantes. En esos años se sucedían los cambios de gobierno en Mayrit: ahora mandaban los árabes, mañana los cristianos, siempre pretendiendo conquistar el alcázar, lo que suponía seguir avanzando hacia el sur y llegar a una plaza fuerte, como era Toledo, y abrir las puertas hacia La Mancha y Andalucía.

En medio de esta tensa situación política y bélica, nació Isidro, posiblemente en el seno de una familia mozárabe, en el interior de la ciudad amurallada y muy cerca de la parroquia de San Andrés, a la que pertenecía.

Vida sencilla

Los mozárabes eran cristianos que vivieron bajo dominio musulmán, conservando su identidad religiosa y sus convicciones cristianas. Los padres de san Isidro supieron transmitir a su hijo estas convicciones y la fidelidad al Evangelio, de las que dará muestras, a lo largo de su vida, con sus ideas y sus acciones, con su vida sencilla entregada a Dios y a los demás, y con su amor a la naturaleza.

Su vida laboral estuvo dedicada a la agricultura, que compartió con la profesión de pocero. Siendo muy joven, empezó a trabajar en el campo cercano a Madrid, dedicado más bien al cultivo de cereales, aunque es posible que también lo alternara con cuidar huertos próximos a las aguas del río Manzanares. En estas tareas se mostró siempre responsable, cuidadoso con la naturaleza y amable con sus compañeros, cualidad que resaltan siempre sus biógrafos.

Como buen creyente y cristiano convencido, le gustaba visitar alguna parroquia cercana antes de ir al trabajo. Allí oraba y se preparaba para cumplir con la jornada laboral y practicar la caridad con sus vecinos, compañeros y menesterosos que lo necesitasen.

Matrimonio con María de la Cabeza

Pero Isidro también sufrió el paro y la emigración. Por los problemas bélicos, tuvo que abandonar el trabajo en Mayrit y refugiarse con otros cristianos, en un sitio más tranquilo, y se fue a Torrelaguna, al norte de Madrid. Allí fue contratado como criado para trabajar en el campo, donde adquirió una excelente reputación entre los vecinos por su manera de ser: hombre afable y virtuoso, preocupado por los más necesitados, comprometido con sus creencias y amante de la naturaleza.

En Torrelaguna conoció a María Toribia, natural de Uceda (Guadalajara), con la que se casó en la parroquia de Santa María Magdalena, mujer virtuosa que después será conocida como María de la Cabeza.

La pareja regresa a Madrid, cuando las aguas se calmaron, e Isidro es contratado por Iván de Vargas, propietario de varias tierras, donde el santo va a seguir trabajando para mantener a la familia que había crecido con el nacimiento de su hijo Iván.

Los milagros del santo

Entre los escasos datos que tenemos de su biografía, no faltan los milagros del santo labrador, por los que fue reconocido como tal aún en vida. He aquí una breve relación de los milagros más significativos de san Isidro.

Sin duda, el de los bueyes arando es el más conocido y presenta al santo como un hombre de oración y de trabajo, recordándonos el ‘ora et labora’ benedictino.

Isidro se levantaba temprano y nunca empezaba a trabajar sin previamente dedicar un tiempo a la oración y pasar por la iglesia, para asistir a la Eucaristía. Por eso, varios compañeros, con envidia, le acusan ante el patrón, Iván de Vargas, de ser negligente y descuidado en las tareas agrícolas, diciendo que siempre llegaba tarde a su trabajo. Tanta era la insistencia, que el patrón quiso verificarlo, acercándose a las tierras de labor que le correspondían a Isidro y, ocultándose, observó con sorpresa que los bueyes estaban arando guiados por unos jóvenes desconocidos que bien parecían ángeles. El patrón supo interpretar lo que veía como un milagro del cielo que premiaba la santidad de Isidro. No es que Isidro no trabajara, que lo hacía mucho y bien, sino que el Señor no dejaba de ayudarlo y protegerlo.

El pocero y el agua

Isidro, pocero de profesión, tuvo una especial y milagrosa relación con el agua, tanto en vida como después de muerto.

Un día de calor asfixiante, Iván de Vargas se acercó a los campos que trabajaba su criado Isidro. Sintió sed y le pidió agua para beber, Isidro golpeó una piedra con su aguijada (vara larga) y al instante brotó un manantial de abundante agua con la que Iván calmó su sed.

Esta agua tiene fama de milagrosa y, sobre el manantial, se levantó la primera ermita. Uno de los ritos de los fieles que acuden el día de san Isidro a la ermita es beber un vaso de agua, y algunos recargan botellas para llevárselas a casa.

En la casa donde vivían había un pozo con el brocal muy bajo, en un descuido de su madre, el niño Iván cayó al pozo, de gran profundidad. Isidro estaba en el campo y, al regresar a casa, su mujer le comunicó la triste noticia. Ambos se pusieron en oración pidiendo al Señor que, por su Santísima Madre, les consolase en aquella aflicción. Según estaban orando, las aguas del pozo comenzaron a subir hasta igualarse con el brocal, donde apareció el niño vivo y sonriente, braceando y jugando con el agua.

En casa y en la guerra

Como era habitual en casa de María e Isidro, siempre había comida para los necesitados que a ellos acudían. En una ocasión, un pobre se acercó a pedirles comida y, sabiendo que ya nada podía ofrecerle, le dijo a su esposa María que le diera a ese hombre lo que había sobrado en el puchero. Ella le indicó que no quedaba nada, pero, aun así, Isidro le rogó que fuera a la olla. Obedeciendo al esposo fue, a sabiendas de que la había dejado vacía. Sin embargo, encontró sorprendida que la olla rebosaba comida. María reconoció en su marido a un santo.

Tras el acontecimiento histórico de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), surgió la leyenda de que el rey Alfonso VIII, al regresar victorioso a Madrid, visitó el cuerpo incorrupto de san Isidro y reconoció en él a un pastor que ayudó a las tropas cristianas a conseguir la victoria, al indicarles una vereda desconocida en Despeñaperros por donde podrían sorprender a los árabes, y así fue como sucedió. (…)

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Índice del Pliego

MADRID, SIGLO XI

UN TRABAJADOR COMPROMETIDO

FAMOSO POR SUS MILAGROS

  • Los bueyes arando
  • La fuente de la ermita
  • Salva a su hijo de morir ahogado
  • Milagro de la olla llena
  • El pastor de las Navas de Tolosa

MUERTE Y SEPULTURAS VARIAS

UN LABRADOR PARA HUMILDES

PATRONO DE LOS AGRICULTORES Y CAMPESINOS ESPAÑOLES

MUY QUERIDO EN ESPAÑA…

Y EN AMÉRICA

SAN ISIDRO, SANTO ECOLOGISTA

LOS BIÓGRAFOS DE SAN ISIDRO

LAS HERMANDADES DE SAN ISIDRO

SAN ISIDRO, SANTO DE HOY

  • Vida familiar
  • Vida cristiana
  • Vida socio-laboral
  • Vida en el campo
  • Vida de compromiso

A MODO DE SÚPLICA

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