Pliego
Portadilla del Pliego nº 3.258
Nº 3.258

Comunidades que cuidan, comunidades compasivas

Una vez que hemos perdido la batalla por la legalización de la prestación de ayuda para morir –que de esta manera tan estupenda se refiere a la eutanasia y al suicidio médicamente asistido nuestra Ley Orgánica 3/2021–, ¿qué debemos/podemos hacer? Yo lo tengo claro: ni seguir amargados porque hayamos perdido esa batalla, ni quedarnos con los brazos cruzados y mirando pasmados al cielo. En este sentido, creo que nos puede venir muy bien saborear el inicio de los Hechos de los Apóstoles. Antes de subir al cielo, Jesús les dice a los apóstoles: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra”. Vamos a pararnos aquí antes de continuar con el relato.



La fuerza del Espíritu Santo… A veces, olvidamos que es el Espíritu Santo el que obra maravillas a través de nosotros e ideologizamos la fe. Entonces, perdemos toda la vitalidad y fecundidad, nos marchitamos; o, lo que es peor, nos convertimos en lo contrario de lo que debiéramos ser, y nos perciben dogmáticos, ásperos, incoherentes… Seréis mis testigos… Por lo tanto, lo nuestro es ser sembradores de esperanza, misioneros de la fraternidad y promotores de una cultura de la vida. La alegría del Evangelio debe alcanzar a todos, también a aquellos que están con una enfermedad crónica, degenerativa o en estado terminal: aquí es donde debemos gastar nuestra creatividad y nuestra energía.

Sigamos con el texto bíblico: “Dicho esto, los apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: ‘Hombres de Galilea, ¿por qué seguís mirando al cielo? Este Jesús que os ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto partir’”. ¿Por qué seguís mirando al cielo? Esta frase siempre me ha hecho pensar mucho. También ahora, con esto de la eutanasia… porque adonde debemos mirar –creo yo– es a los ojos de tanto enfermo como necesita una presencia amiga que le ayude a transitar con paz el último trayecto de su camino en este mundo.

Cultura de muerte

Cierto, son tiempos oscuros, como sostiene el filósofo alemán Markus Gabriel en su último libro. Cierto, también, que el marco legal e institucional es muy importante en la vida de los pueblos y que el actual –no solo el de España– no favorece una cultura de la vida, más bien lo contrario.

A casi treinta años de distancia, hago mías las palabras de san Juan Pablo II en la encíclica ‘Evangelium vitae’: “Estamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera cultura de muerte. Esta estructura está activamente promovida por fuertes corrientes culturales, económicas y políticas, portadoras de una concepción de la sociedad basada en la eficiencia. Mirando las cosas desde este punto de vista, se puede hablar, en cierto sentido, de una guerra de los poderosos contra los débiles. La vida que exigiría más acogida, amor y cuidado es tenida por inútil, o considerada como un peso insoportable y, por tanto, despreciada de muchos modos” (n. 12).

Misión del cristiano

Se nos vende como progreso lo que no es más que un retroceso en la historia. Pensemos en las culturas en las que los primeros cristianos realizaron su misión evangelizadora: no solo la eutanasia y el suicidio eran prácticas habituales, también el infanticidio, el aborto, la esclavitud, las bacanales… Y pensemos también que esos primeros cristianos no tenían infraestructura eclesial, ni eran conocidos, ni eran muchos… pero tenían conciencia de su misión y la realizaban de tal manera que eran capaces de concitar el reconocimiento y la admiración del entorno: así fueron transformando gradualmente la cultura, la sociedad y la política según los genuinos valores y principios de un humanismo de inspiración cristiana.

Pues bien, tal vez nosotros, por tantos siglos de cobertura legal, cultural y social, nos hemos debilitado y, por eso, ahora estamos como desnudos, en un cierto estado de ‘shock’, porque vemos que perdemos ese ropaje. Es momento de poner el acento en lo esencial, en lo auténtico y, con energía renovada, dar testimonio del Resucitado en medio de un mundo que nos necesita como sal y levadura: a ello nos llaman los sucesores de Pedro desde el bendito Juan XXIII. Tarea nada fácil, ciertamente, sobre todo para quien suspira con nostalgia por tiempos pasados.

Transformación social

En momentos de temor e incertidumbre como los que estamos viviendo a causa de la pandemia, se necesita una gran fuerza interior para conservar una visión positiva del futuro y de la humanidad. Frecuentemente no tenemos éxito en nuestros esfuerzos en favor de un nuevo orden mundial más justo, porque en secreto no creemos realmente que pueda suceder. De ahí que yo haya dicho, en la introducción a la segunda edición de mi ‘Bioética en tiempos del COVID-19’, que este libro lo había pensado –con tanta modestia como ambición– como un itinerario interior, como un instrumento que ayudase al crecimiento personal en estos tiempos de oscuridad que nos ha tocado vivir. Porque solo transformando personas lograremos transformar sociedades.

La convicción que constituye el trasfondo sobre el que estas páginas se han escrito es que –con palabras de Hannah Arendt en su libro ‘Hombres en tiempos de oscuridad’– “incluso en los tiempos más oscuros tenemos el derecho de esperar cierta iluminación, y que esta iluminación puede llegarnos menos de teorías y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo débil que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y sus obras”. Tenemos que ser esos hombres y mujeres que irradian luz… Todos estamos llamados a despertar, a ser luz, por lejos que podamos sentirnos todavía de algo así. Dentro de nada empezaremos una nueva Cuaresma, ese camino hacia la Luz de la noche santa de Pascua, un tiempo magnífico para pensar en estas cosas. (…)

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Índice del Pliego

RENOVAR LA ILUSIÓN Y LA ESPERANZA

LEY ORGÁNICA 3/2021, DE 24 DE MARZO, DE REGULACIÓN DE LA EUTANASIA

POSADAS DEL BUEN SAMARITANO

COMUNIDADES QUE CUIDAN, COMUNIDADES COMPASIVAS

LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD… Y COMPASIÓN

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