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portada Pliego Populorum progressio 50 años 3051 septiembre 2017
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50 años de ‘Populorum progressio’. El progreso es el nuevo nombre de la paz

El día 26 de marzo del año 1967, el papa Pablo VI publicaba su encíclica Populorum progressio (PP) sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos. Esa promoción no podía deberse a un oportunismo económico, sino que se convertía en un deber moral.

Es importante el peso que esta encíclica concede a la constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo de hoy. El Papa, calificado como el gran timonel del Concilio Vaticano II, no podía menos que evocar aquel texto aprobado por la asamblea conciliar el día 7 de diciembre de 1965, en la víspera de la clausura del Concilio.

La gran novedad de la encíclica consistía en aquella admirable pasión y compasión con que el papa Montini quería propugnar y promover el progreso integral. Con razón advertía que el progreso había de alcanzar a todo el hombre y a todos los hombres.

Pablo VI consideraba un error valorar el progreso técnico si se olvidaba la maduración interior de la persona. Y no era justo promover el desarrollo de algunos pueblos o sectores de la sociedad si se dejaba marginados a muchos otros.

Por otra parte, llamaba la atención el hecho de que la encíclica se dirigiera no solo a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles de todo el mundo, sino también a todos los hombres de buena voluntad.

La encíclica Populorum progressio está articulada en dos partes bien diferenciadas, precedidas de un interesante preámbulo. En este se afirma, con un tono que evoca el estilo conciliar, que la Iglesia observa con atención “el desarrollo de los pueblos y muy especialmente el de aquellos que se esfuerzan por escapar del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas, de la ignorancia; que buscan una más amplia participación en los frutos de la civilización, una valoración más activa de sus cualidades humanas; que se orientan con decisión hacia el pleno desarrollo” (PP 1).

Tal atención no se debe a una intención de promoción o de imagen. Es el Evangelio el que obliga a la Iglesia a ponerse al servicio de los hombres. Las dos encíclicas sociales de Juan XXIII habían recordado que los pueblos hambrientos interpelan a los pueblos opulentos, con una voz que no puede ser ignorada por la Iglesia (PP 3).

Pablo VI recuerda sus viajes a Latinoamérica y a África, a Tierra Santa y a la India, así como su visita a la ONU. Sus contactos con la pobreza le ayudaron a hablar como abogado de los pueblos pobres (PP 4). Él mismo había creado la Comisión Pontificia ‘Justicia y Paz’ con el fin de promover la reflexión y la acción sobre esos valores, que debían suscitar la colaboración de todos los hombres de buena voluntad (PP 5).

Índice del Pliego

  • 1. Preámbulo
  • 2. Una catequesis sobre el progreso
  • 3. Un proyecto solidario
  • 4. Conclusión
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