Los cuatro fallecidos y las más de 330.000 hectáreas que han ardido en agosto suscitan no pocas reflexiones. La vulnerabilidad de la España rural, vaciada de habitantes y de una actividad ganadera y agrícola, ha convertido los campos y bosques en pasto de las llamas ante la escasa inversión en prevención. La falta de medios y los errores de coordinación entre las administraciones, unidos a la batalla política generada en torno a esta emergencia, han dejado en evidencia una vez más cómo la polarización ha dinamitado cualquier puente de diálogo y consenso. Además, las temperaturas extremas que han avivado los fuegos y sus fatídicas consecuencias ratifican esa emergencia climática en la que está inmersa la humanidad.
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Custodia de la Creación
Este escenario confirma la impronta profética de Francisco a la hora de situar en la agenda eclesial el Cuidado de la Casa común, una prioridad compartida por León XIV al aprobar la misa ‘pro custodia creationis’ y presidirla en el Borgo Laudato si’. Ojalá que, como recita el Papa agustino en la intención de oración para este mes de septiembre, cada cristiano se comprometa a “cuidar, respetar y proteger la vida en todas sus formas y posibilidades” huyendo de cualquier negacionismo integrista.
Un camión de bomberos de la Diputación durante los trabajos nocturnos de lucha contra el fuego y defensa de poblaciones en el incendio de Porto (Zamora). EFE