El 8 de mayo, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, participó en un encuentro digital organizado por Nueva Economía Fórum. Durante más de una hora, se sometió a una exhaustiva batería de preguntas: desde la labor social a la relación con el Gobierno, pasando por la suspensión de la misas, la eutanasia, el salario universal, la escuela concertada…
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El arzobispo de Barcelona visibilizó el talante de la renovada cúpula episcopal dos meses después de su elección y en medio de una crisis sin precedentes, que se ha afrontado con constantes reuniones de la Comisión Ejecutiva. Un signo de cómo se aterriza ya la sinodalidad papal. Prueba de ello fue la intervención en el foro online del cardenal Carlos Osoro como refuerzo de la necesaria y real unidad, afectiva y efectiva, entre presidente y vicepresidente, del puente Madrid-Barcelona.
Esta colegialidad ha propiciado un respaldo unánime de pastores y comunidad cristiana durante la cuarentena, convirtiendo en residuales los conatos de ideologizar la posición de la Iglesia ante la opinión pública. Salvados los escollos en la escalada, cabe esperar el mismo tino y tiento en una desescalada no menos sencilla.
