Editorial

El ‘sí, quiero’ de la diversidad

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Los matrimonios mixtos en España se han disparado en las últimas décadas. De apenas un millar en 1970, se ha pasado a más de 20.000. Este hecho pone de manifiesto el vertiginoso cambio vivido en una sociedad que ha pasado de ser homogénea a multicultural, fruto del fenómeno migratorio. Y no solo eso. Este hecho visibiliza que quererse no entiende de nacionalidades, razas ni credos. La diversidad creciente pone sobre la mesa la realidad al alza de los matrimonios interreligiosos que, como cualquier otro enlace, constituyen en sí mismos un factor de cohesión social e integración.



La exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’, apoyándose en ‘Familiaris consortio’ y en todo el magisterio eclesial, lejos de pasar de puntillas sobre esta cuestión, aborda lo que define como “situaciones complejas”, deteniéndose tanto en las bodas entre católicos y otros bautizados como entre quienes pertenecen a confesiones diversas.

Si bien se considera una oportunidad para materializar tanto el ecumenismo como el diálogo interreligioso, no menos cierto es que estas relaciones de pareja presentan también aristas nada desdeñables, fruto de maneras diferentes de ver y entender la realidad adheridas a las distintas costumbres y culturas. Por ejemplo, desde el punto de vista canónico y de la administración de los sacramentos, ciertamente pueden convertirse en una barrera generadora de conflictos.

Es ahí donde el discernimiento, el acompañamiento de las comunidades a las que pertenecen y la vivencia del día a día permitirán, por ejemplo, abordar con sentido común el acceso al sacramento de la eucaristía, en el caso de que los cónyuges sean cristianos. Una tarea que exige una formación complementaria por parte de los sacerdotes, además de una actitud de apertura.

“Una sola carne”

La encrucijada se complica, en el seno de estas familias con diferentes credos, cuando se abordan asuntos como la educación de los hijos. Por ello, tal y como apunta a Vida Nueva Rafael Vázquez, director de Diálogo Interreligioso y Doctrina de la Fe del Episcopado español, se requiere en el matrimonio “necesidad del respeto y la generosidad abundante, lo que implica también aceptación para que la otra parte pueda practicar libremente su fe”.

En cualquier caso, el hecho de compartir el sentido de la trascendencia, hoy por hoy, supone un regalo compartido que apreciar frente a quien no ha recibido el don de la fe. La singularidad del ‘sí, quiero’ interreligioso, con todos sus pros y sus contras, habla del amor como una fuerza que no entiende de fronteras y de un Dios que bendice a quienes dan un paso al frente para compartir no solo la fe, sino la vida, para ser “una sola carne”.

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