El ingreso del papa Francisco en el Policlínico Agostino Gemelli, por una bronquitis que se ha complicado con una neumonía bilateral, ha disparado las alarmas y ha generado una inquietud que refleja la preocupación por la salud del Papa dentro y fuera del orbe católico. Con la confianza depositada en el equipo médico que le atiende y en el Dios de la vida, es tiempo de acompañar al sucesor de Pedro, tal y como lo ha solicitado desde el primer día de su pontificado.
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“No se olviden de rezar por mí, pero recen a favor, no en contra”, ha expresado un día sí y otro también, con ese buen humor que le caracteriza y que, según relata su entorno más cercano, no se ha visto menoscabado en estos días de prueba.
En este llamamiento constante, Jorge Mario Bergoglio a menudo incluye otra coletilla, fiel reflejo del cariño que siempre ha recibido el Pontífice de los no creyentes: “Y el que no reza, que me mande buena onda, que también la necesito”. A buen seguro que, en estos días de incertidumbre, toda oración es el mejor abrazo y ese aliento que sin duda el Papa recibe y siente de primera mano desde el hospital.