Editorial

Cada día puede ser un Jueves Santo

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Apesar de las restricciones de la pandemia, los actos de Semana Santa en la Basílica de San Pedro han eclipsado sin duda alguna la celebración más excepcional del Papa durante el Triduo Pascual. Francisco optaba por celebrar de forma íntima la Cena del Señor con el cardenal Angelo Becciu, destituido el pasado mes de septiembre bajo la sombra de la malversación de fondos.



Si, hasta la irrupción del Covid-19, siempre se había desplazado a un centro penitenciario o de reinserción para lavar los pies a los presos, esta vez, decidía acompañar a un purpurado juzgado por la opinión pública y también sentenciado de alguna manera al apartarle de todas sus funciones.

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Todo en una tarde en la que la Iglesia conmemora que Jesús se reunió con sus amigos para instituir la Eucaristía y en la que les dice: “Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”.

Misericordiar

De ahí la relevancia de un encuentro del que apenas se ha informado desde la Santa Sede, generando no pocas teorías sobre su sentido. Sin entrar en especulaciones, este sencillo encuentro interpela, sin duda, a quien quiera misericordiar viviendo cada día como un Jueves Santo.

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