Prácticamente en una misma semana trascendía la detención de un sacerdote de Toledo por supuesta posesión de drogas, se conocía la petición de nueve años de prisión para otro cura de Plasencia y su pareja por supuesto tráfico de estupefacientes, y se remataba el sumario judicial de otro presbítero malagueño por, presuntamente, haber sedado y abusado sexualmente de varias mujeres. En paralelo, el arzobispo de Zaragoza, Calos Escribano, anunciaba por carta que suspende las visitas pastorales de este curso para acompañar a los clérigos y abordar de tú a tú sus “problemas cotidianos”.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La salud de los curas
La preocupación por la salud espiritual, afectiva y mental del clero es algo más que latente entre el Episcopado español. Los sucesos que han trascendido a la opinión pública, más allá del escándalo generado, dejan entrever una vulnerabilidad en los sacerdotes en la que se entremezclan la soledad, el desgaste, la pérdida de sentido del ministerio, lagunas madurativas… Acompañar y dejarse acompañar se convierte en un deber preventivo inaplazable para contar con detectores de heridas incipientes, para cuidar y sanar a aquel que también está llamado a apacentar.