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Beatificación de 9 religiosos y 3 laicos de San Pedro ad Víncula: romper cadenas por la libertad

Celebrar jubileos dentro de la Iglesia representa un ejercicio de acción de gracias por el don recibido, recordado y vivido durante un número redondo de años. Si a la celebración se pueden añadir otros acontecimientos del presente será ensalzar ambos y enlazarlos en la vida de las personas o de las instituciones.

La Congregación de San Pedro ad Víncula celebra el sesquicentenario de la muerte de su fundador, el sacerdote marsellés Carlos José Mª Fissiaux, acaecida el 3 de diciembre de 1867. En este contexto se ha visto bendecida por la declaración de martirio de 9 religiosos y 3 laicos protectores, que sufrieron muerte violenta por los enemigos de la fe. Tendremos el gozo de vivir este evento el sábado 10 de noviembre de 2018 en la misa que se celebrará en la basílica de la Sagrada familia de Barcelona.

El papa san Juan Pablo II, con el ánimo de ofrecer al mundo una cara bonita de la Iglesia, instó a presentar el rostro de tantos creyentes que dieron sus vidas manteniendo su fe. Esta inquietud del Papa ha tenido en España una resonancia especial, dadas las expectativas relativas a la persecución religiosa de los años 30 del siglo pasado. Al empezar el S. XXI se están dando pasos para sacar del posible olvido a tantos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y presentarlos ante el pueblo fiel como testigos de un vivir y, sobre todo, de un morir como cristianos.

Con fecha 1 de agosto de 2001, fiesta de nuestro patrón San Pedro ad Víncula, presentamos la solicitud de iniciar el proceso de la Causa de Beatificación y Santificación de nuestros religiosos, en la sede del obispado de Barcelona, ya que todos ellos habían vivido y sufrido persecución en esta diócesis.

Con el paso del tiempo, por insinuación del obispado de Barcelona y de la Congregación de la Causa para los Santos del Vaticano, se vio aumentado el número de sus componentes: a los nueve religiosos se añadieron tres laicos que habían acogido en su casa a religiosos y cuatro religiosas, 3 de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor y una religiosa de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.

La causa así constituida tuvo en la fase diocesana su apertura en Barcelona el 25 de enero de 2007 y la clausura el 26 de noviembre de 2010. Se entregó en Roma el 4 de enero de 2011. Ya en Roma, recibido el ‘nihil obstat’, pasará por los Congresos de los Consultores Históricos (abril 2016), de los Teólogos (marzo 2017) y por la Asamblea de los Cardenales (diciembre 2017). El 18 de este mes, el Papa firmó el Decreto en el cual se autorizaba la beatificación de 17 españoles, entre ellos los 16 que componen esta causa. El día previsto para su proclamación es el 10 de noviembre de 2018.

Un proceso de 16 años

Durante 16 años hemos ido elaborando los diferentes documentos en vistas al reconocimiento del martirio. Nos ha movido a ello, por una parte, la invitación estimulante del papa Juan Pablo II y, por otra, el cariñoso recuerdo hacia nuestros hermanos en la fe y en la religión. Además hemos querido colaborar para ofrecer a la Iglesia el testimonio de estos hijos suyos, imagen elocuente de un ‘Sí al Amor’ en sus vidas, marcado en la imitación al Divino Maestro, atendiendo a los internos asilados hasta el último momento.  De todos ellos se hace memoria en una capilla del claustro de la catedral de Barcelona, dedicada a los mártires de la persecución de los años 30.

Los mártires son en la Iglesia para los cristianos, modelos de vida, maestros en la fe y protectores en el camino. Con nuestra exaltación no buscamos culpables. Cada momento de la Historia tiene sus connotaciones. Nosotros queremos mostrar la vida, mejor, la muerte de unos hermanos fieles hasta el final, cumpliendo, unos el 4º voto, contemplado en la fórmula de profesión (“…consagrándome por voto al servicio y a la conversión de los reclusos…”) y otros, el espíritu del mismo, aunque ya no se expresaba en la fórmula de profesión. El carisma fundacional que llevó al P. Carlos a crear una congregación ha sido vivido por estos hermanos hasta entregar sus vidas por amor. Podemos decir de ellos, que vivieron amando y murieron perdonando. Que su magisterio, su ejemplo y su protección acompañen nuestras vidas en el intento de seguir, como ellos, las huellas del Divino Maestro.

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