José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Verdad que a veces gusta y otras escuece


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VIERNES 6. Taller sobre liderazgo y cambios. Lluvia de ideas sobre la palabra ‘transformación’. Brota la imagen de la oruga y la mariposa, de la evolución humana, del carruaje al coche. Y un matiz clave: “Voluntaria o involuntaria”. El pequeño gran matiz.

DOMINGO 8. Me confirman que en las instituciones eclesiales ocurre como en las primarias de los partidos políticos. Rivales en la primera vuelta son capaces de unirse de de hecho, o de derecho, con tal de derrocar al otro. En la política todo vale. Pero, en el cristianismo, los matrimonios de conveniencia nunca fueron válidos.

LUNES 9. Salamanca. Aula de grados de la Pontificia. Jesús Sánchez Camacho defiende su tesis doctoral. Sobresaliente. Y no solo por apreciación del tribunal. Bucea en la línea editorial de Vida Nueva para adentrarse en lo ecos del Vaticano II y el tardofranquismo. Entre 1968 y 1975. El clímax de Martín Descalzo. Alguien recuerda que esta revista es la publicación religiosa con más investigaciones académicas a sus espaldas. “Por algo será”, subraya. El peso de la Historia. Ganada a pulso. “Para Vida Nueva, la renovación no ha de caer en estereotipos ni progresistas ni integristas, criticando los excesos de un lado y de otro”, defiende el nuevo doctor con el aplauso unánime de quienes le juzgan. Premisa válida lo mismo para aquel período conciliar que para tiempos bergoglianos. Una cabecera que navega huyendo de esas etiquetas que le han colgado incluso con clavos de madero. Es lo que tiene lanzarse a buscar la verdad. Y publicarla. Esa que a veces gusta y otras escuece.

MARTES 10. Parque de atracciones de Madrid. Entre Dora Exploradora y Bob Esponja, una escultura de un payaso. “¿Y quién es ese?”, pregunta mi sobrino. “¿No lo sabes? Fofó”, espeto con tono de regañina a un pobrecito ignorante. Ignorante sería uno si quiero llegar a él sin saber quiénes son los “influencer” en 5º de Primaria. Eso sí tiene delito.

MIÉRCOLES 11. “Si buscan el mejor proyecto, elegirán el tuyo. Porque es el mejor. Si se guían por otros factores, no”. Estaba tan convencido de que la candidatura de Teresa era la mejor que no dudé en comunicárselo horas antes de la decisión. Porque me temía que quien estaba detrás del concurso no tuviera los criterios tan claros. Y sí que los tenía. Nuevo golpe a mi desconfianza en las instituciones. Ganó la mejor.

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