Raquel Lara, secretaria de la JOC
Secretaria de la JOC

Unidos somos más fuertes


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Este fin de semana, más de ochenta jóvenes de la JOC, procedentes de barrios humildes y obreros de todo el país, nos hemos reunido en Madrid en un encuentro de formación sobre “las relaciones de poder y de justicia” a través de la campaña, herramienta que en la JOC utilizamos para llevar acciones transformadoras como movimiento y que hemos comenzado a trabajar tanto militantes como militantes en iniciación.

“La JOC me ha rescatado y me ha transformado como persona”, así se explicaba una joven de unos 16 años tras preguntarle qué había supuesto la JOC en su vida. Un movimiento que, teniendo como referencia y fidelidad a Jesús, el obrero de Nazaret, intenta día a día poner en pie a cada joven, siendo protagonista de su vida y de esta manera transformarla junto a los compañeros y compañeras que le rodea.

Las y los jóvenes de la JOC, reconocemos que el camino del Reino de Dios parte de todas las personas que con nuestras opciones de vida las hacemos cada día más empobrecidas, de todas aquellas a las que no miramos o utilizamos para seguir manteniendo nuestro estilo de vida capitalista y heteropatriarcal.

Por tanto, somos jóvenes que estamos convencidos de nuestra opción por las personas más empobrecidas, en una relación de amor y acompañamiento, observando lo invisible de la sociedad y dejándonos tocar por sus situaciones. Pues “sentimos al prójimo solo cuando somos próximos” como dice nuestro compañero y amigo Javier Baeza; por ello, debemos mirar la realidad desde el corazón, la afectación, la compasión y la indignación.

Porque mujeres y hombres somos personas queridas por Dios en igualdad, porque ningún ser humano es ilegal, porque tenemos derecho a desarrollarnos como hijas e hijos de Dios y ser en este mundo personas generadoras de vida y vida en abundancia, porque un papel pintado no puede tener más valor que la vida de un ser humano en el mediterráneo y porque queremos seguir cuidando nuestra casa común. Por todo esto, seguimos organizándonos y empujando a través una acción transformadora para que nazca otro mundo posible.

Durante el encuentro, estuvimos con un “santo” de la puerta de al lado, un compañero senegalés nos compartió su experiencia y vivencia hasta llegar a nuestro país y por todo el viacrucis que vivió una vez puestos sus pies descalzos en tierra europea. Dejando su trabajo y su familia, creyó y apostó casi dejándose su vida por el “sueño europeo”.

Cuatro intentos para llegar a España, siete noches con 80 personas en una barca de madera donde cabían 20, días sin comer, noches sobreviviendo en la calle, una ley que mira con frialdad y sin corazón a las personas… Un hombre que después de haber sufrido la violencia en todas sus facetas y en todas las que os podéis llegar a imaginar, de ese corazón roto y humillado, de ahí… brota el amor, la esperanza y el perdón, siendo capaz a día de hoy vivir con una sonrisa y una fuerza que contagia de esperanza a quienes le conocemos. Sin duda, una experiencia de fe en un Dios que revoluciona el corazón de aquel que se deja querer y acompañar.

No hay fronteras y violencia para que pueda brotar un amor puro y sincero. Dios, que es amor, se revela en lo sencillo, en los últimos y en lo más crudo de la vida. Allí, es donde nos llama Dios Madre y Padre a actuar, a poner nuestra mirada de ternura y misericordia.

Porque “unidos somos más fuertes” (‘Mbolo Moy Dole’), jóvenes de la clase obrera empoderados, siendo testimonio de Jesús allí por donde caminamos, siendo agentes de transformación en nuestros ambientes, amando y dejándonos amar por un Dios Madre y Padre que nos acompaña en el camino de la vida.

Jóvenes que nos cargamos y encargamos de la realidad de los demás, que reivindicamos un cambio de rumbo contemplando la vida con un corazón bondadoso, pues la realidad no es tarea del otro, es mi tarea y responsabilidad junto con otros. Nos implicamos en nuestros ambientes con nuestros compañeros para romper las relaciones asimétricas que tanta pobreza y desigualdad crea, como aprendemos de Jesús en el lavatorio de los pies.

Jóvenes que nos comprometemos a una acción transformadora en nuestros ambientes; instituto, universidad, barrios, familia, amigos… dejando entrever el Espíritu que no se cansa de soplar para hacer de nuestra vida, una vida digna y llena de amor al prójimo.