SÁBADO 8. Me retransmiten en streaming la jornada de misión compartida de CONFER. Reflexión al aire de Belén. Real. Pero verbalizarlo es, para algunos, una ofensa: “¿Qué hacemos con los cadáveres que tenemos en nuestros espacios?”. Con ese profesor al que apartó alguien que consideró que no compartía estilo. Con esa religiosa que resultaba incómoda porque no se ajustaba a la pastoral de moda. Con aquel sacerdote que se opuso a respaldar un dispendio económico y desapareció del organigrama. ¿Cementerio de elefantes en casa? Escalofrío.
DOMINGO 9. Misa en la parroquia de San Rafael. La sal y la luz. Desde el ambón. “No somos faro para dar lecciones a los demás. Jesús no nos dice eso. No podemos creer que nosotros somoS la luz. La luz es Dios. Nosotros, reflejo”. Cuidado, pues, con los iluminados. Se multiplican en tiempo de niebla y bruma.
MARTES 10. Mañana. El IEME cumple cien años. Mirada atrás para reconocer a quien sintió que la misión no era solo de las congregaciones religiosas. También del sacerdote diocesano. Hoy son más de 120 en cinco continentes. Saben que hay cierta “inapetencia misionera”, pero no se rinden al ofrecer el menú del Evangelio del pobre.
Cena compartida. Tortilla de patatas con cebolla. Poco cuajada. Demasiado hecha puede hacerse bola. Como las reflexiones pastorales. Encuentro para hablar del acompañamiento. Pero la realidad se impone y el diálogo deriva en las preocupaciones del día a día. Vomito un relato de ellos. Y llega su pregunta: “Y todo esto, ¿cómo lo estás viviendo?”. Descubro que no ha hecho falta teorizar sobre el acompañamiento, porque me acaban de dar una ‘master class’. Dos reglas básicas: saber escuchar y saber preguntar.
MIÉRCOLES 11. Antonio Pelayo lo sabe (casi) todo. Me lo hace saber: Francisco remata la exhortación el 29 de diciembre. Cuando ni se vislumbraba la tormenta del libro que no era a cuatro manos, sino dos más dos. No le condiciona el ruido. Ni le achica la presión. De un lado o de otro. Ahora no toca.
JUEVES 12. Una amiga me recuerda que el Papa es católico y que un pontificado no es una legislatura. Releo ‘Querida Amazonía’: “El conflicto se supera en un nivel superior donde cada una de las partes, sin dejar de ser fiel a sí misma, se integra con la otra en una nueva realidad”. Procesos. Tiempo. Filosofía bergogliana.
